Crítica: «Pierrot lunaire» en el Teatro de La Abadía

Por María Pardo

El Teatro de La Abadía acogió el espectáculo Pierrot Lunaire, con un prólogo ideado por Xavier Sabata al que ha titulado Narciso. Es una producción originada en el Gran Teatre del Liceu y con la que colaboró en esta ocasión el Teatro Real para conmemorar el 150 aniversario del nacimiento del compositor Arnold Schönberg.

Un momento de «Pierrot Lunaire» / Foto: Javier del Real

El contratenor Xavier Sabata se apoya en la declamación de algunos pasajes de la Metamorfosis de Ovidio para conducirnos a través del drama del mito de Narciso al desasosiego existencial del Pierrot de los poemas del poeta belga Albert Giraud. Pierrot se aísla del mundo y utiliza el simbolismo para expresarse. Schönberg le hace hablar a través de un Sprechgesang haciendo al público los testigos mudos del universo deformado por la luz de la luna que aqueja el alma del arlequín, siempre en las sombras sin poder escapar de la luz que refleja. El narcisismo es la vuelta de tuerca que Sabata propone al drama del Pierrot.

El día del estreno, la sala se fue llenando poco a poco de un público algo diferente al que se suele ver en el Teatro Real. Lúgubre y con un haz de luz sobre una plataforma circular giratoria, yacía el cuerpo cuidadosamente dispuesto e inmóvil de Xavier Sabata, envuelto en una tela blanca, con el torso desnudo y una venda en los ojos. Comienza el monólogo como el vidente Tiresias, que es quien anuncia que la vida de Narciso durará hasta que se conozca, y luego, tras quitarse la venda, pasa a declamar el discurso del propio Narciso. Su vacío existencial está propiciado por la imposibilidad de unirse amorosamente a su propia imagen en el lago. La flor del narciso es el resultado del encuentro de su propio desasosiego con la muerte y es lo que inspira en Sabata esta travesía que tanto tiene en común con la insatisfacción constante que viven tantos artistas de no llegar al ideal de su imaginario. Sabata empatiza con estos personajes y por eso une ambos mundos. Tras un cuarto de hora aproximado de texto hablado cuidadosamente engranado con la expresión mímica, Sabata se rodea del quinteto musical y su director para completar el espectáculo con la interpretación del Pierrot Lunaire con una precisión exquisita. 

La iluminación, a cargo de Cube.bz, estuvo sincronizada con la coreografía, asesorada por María Cabeza de Vaca, y que el contratenor supo integrar de forma artística y expresiva a su propuesta vocal. Blanco y rojo hiriendo el negro de la sala, luna y sangre en la narrativa. Sabata jugó muy bien el papel de la proyección vocal del contratenor combinándola con la voz de barítono en lugares escogidos en los que potenciaba esa idea de pesadilla, de no poder escapar, de correr y quedar retenido en el mismo sitio, en el mundo incomprendido del payaso y la sonoridad contemporánea para reforzar la angustia del personaje, una locura siniestra. El origen de la música es puramente textual y Sabata se agarra a ella para utilizar incluso la propia prosodia del alemán a su favor.

La música fue de la mano de una orquesta de cámara que parte de un quinteto que ya quedaría para la posteridad bautizado como “quinteto pierrot”. En este caso fueron cinco solistas componentes de la orquesta del Teatro Real: Pilar Constancio (Flauta / piccolo), Ildefonso Moreno (Clarinete / clarinete bajo), Sonia Klikiewicz (Violín / viola), Natalia Margulis (Violoncello), Karina Azizova (piano). Interpretaron sus partes con frescura, exactitud y detalle siguiendo la gestualidad fluida del director musical Jordi Francés. Bien integrado en el escenario y completando el sentido dramático, Francés hizo gala de un profundo conocimiento de la obra y de la intención interpretativa de Sabata manejando los tempi y las dinámicas acordes a la organicidad del texto. 

El éxito fue claro con el resultado de un público que entró parlanchín, ajeno y ruidoso, y salía circunspecto, meditabundo y, quizás, con el corazón algo encogido sin saber muy bien porqué.


Madrid (Teatro de La Abadía), 22 de febrero de 2024          Pierrot lunaire    

Música: Arnold Schönberg
Textos: poemas de Albert Giraud y pasajes de la ‘Metamorfosis’ de Ovidio
Concepto y dirección de escena: Xavier Sabata
Dirección musical: Jordi Francés
Espacio escénico e iluminación: Cube.bz
Movimiento: María Cabeza de Vaca
Interpretación: Xavier Sabata

Solistas de la Orquesta Titular del Teatro Real:
Flauta / piccolo: Pilar Constancio
Clarinete / clarinete bajo: Ildefonso Moreno
Violín / viola: Sonia Klikiewicz
Violoncello: Natalia Margulis
Piano: Karina Azizova

Una producción del Teatro de La Abadía y el Teatro Real sobre la producción original del Gran Teatre del Liceu.  OW