Entre el amor y el dolor: el sueño de Schubert como mapa musical
En una mañana de 1822, Franz Schubert plasmó en palabras un texto un tanto enigmático que parece dar forma a todos sus fantasmas: el exilio, la soledad, el consuelo y el amor desilusionado. Este escrito, titulado Mein Traum (Mi sueño), apunta al universo alucinado de los genios románticos, confudidos en ese marasmo febril y fértil de ansiedad y emoción. Inspirado en Mein Traum, el director francés Raphaël Pichon ha concebido un ciclo de concierto fresco y original que oscila entre el amor y el dolor, y mezcla tesoros ocultos con la revisión de obras célebres del repertorio romántico alemán.
Mein Traum se llevó al disco por el sello harmonia mundi, con Pichon acompañado del conjunto Pigmalion y Stéphane Degout. Ahora llega al Carnegie Hall de Nueva York, en el estreno del director de orquesta francés en la ciudad que nunca duerme. Para este debut Pichon echó mano de la versátil Orchestra of St. Luke´s, toda una institución en Nueva York, junto a la soprano Ying Fang, el barítono Christian Gerhaher y el conjunto de voces Ensemble Altera, preparado por Christopher Lowrey.
El sueño de Schubert se desarrolla en una frontera difusa entre el amor y el dolor: “Si deseaba cantar sobre el amor, se convertía en dolor. Y si deseaba cantar solo sobre el dolor, se transformaba en amor”. Esta ambivalencia, que parece negar cualquier posibilidad de sosiego, es el núcleo emocional que guía el programa y supone una atractiva excusa para revisitar la música del maestro vienés.

Tal como sucede en Mi sueño, las piezas seleccionadas en este programa oscilan entre diferentes planos espaciales y temporales, revelando mundos más allá de lo terrenal. En el segundo acto del oratorio inconcluso Lázaro (1820), Simón el saduceo describe la muerte como única vía de escape de un “mundo de miserias”. De igual forma, en la historia de la “Doncella de las Nubes” narrada por Froila en Alfonso y Estrella (1821-1822), un castillo encantado se erige como refugio frente a los tormentos de la existencia terrenal.
El canto, con su capacidad para evocar mundos etéreos, es también un espacio de seducción y engaño. En O wie wogt, de la ópera Oberon de Carl Maria von Weber, o en Meerfey de Schumann, el canto de Ensemble Altera ilustra este universo ilusorio que atrae y confunde al oyente. La superposición de voces y el entrelazado de frases musicales crean la atmósfera precisa para transportar al espectador al universo de Mein Traum.
El programa de Pichon también explora también las fronteras entre el lied y la ópera como en Alfonso y Estrella, con la canción de la “Doncella de las Nubes”, que adquiere la forma de una sucesión de lieder, pero culmina en un giro operístico. Esta ambigüedad de géneros aparece también en Der Doppelgänger o en Escenas del Fausto de Goethe de Schumann.

La primera noche de Raphaël Pichon en el Carnegie Hall
El concierto abrió con Lacrimoso son io, una joya poco frecuentada de Schubert. La orquesta recreó un ambiente de recogimiento, y la entrada del Ensemble Altera abrió el ciclo con su claridad vocal. Este inicio marcó el tono de irreal introspección que dominaría buena parte de la noche. Las obras se sucederían después sin orden ni discurso, como en todos los sueños.
Le siguieron selecciones del inacabado Lazarus, y el lied Nacht und Träume, donde Ying Fang brilló por su pureza vocal. Más tarde en la inusual version de Ave Maria (D. 839) de Schuber, Fang volvió a convencer, acompañada por una orquesta que, si bien ha visto tardes más inspiradas, respiraba con ella en cada frase. La soprano conserva la claridad y la belleza de su timbre, pero a su voz se le siguen sumando gracias. El centro ha crecido y ensanchado, y suena hoy más rico que ayer. Su estilo y musicalidad parecen haber adquirido cierta madurez. Fang ha trabajado en su intrumento, y los buenos resultados están a la vista.
Las selecciones de Alfonso und Estrella, una de las óperas menos conocidas de Schubert, fueron quizá el momento más teatral de la noche. El célebre barítono alemán Christian Gerhaher, experto liederista, con su voz cálida y su canto elocuente, imprimió profundidad emocional a la página. Gerhaher mantiene su poética línea de canto, timbre redondo y apuesto, y dentro delgado pero dúctil. Quedó patente que su arte sigue haciendo suspirar a los amantes de este repertorio.
El Der Doppelgänger orquestado por Liszt y el Gruppe aus dem Tartarus de Brahms, basado en un texto de Schubert, se sirvieron como puente entre el mundo schubertiano y sus admiradores posteriores. Gerhaher ofreció aquí una interpretación desgarradora, enroscada al texto, cargada de hiriente melancolía, mientras la orquesta, de manera algo exagerada, subrayaba la atmósfera de desolación.
El punto central del programa fue la Sinfonía nº 8 de Schubert, la célebre Inacabada. Aquí, Pichon se reveló más ambicioso que efectivo. No obstante, el Allegro Moderato fue servido con cuidada lína por las cuerdas graves y los apasionados estallidos de la orquesta completa sonaron bajo control. El segundo movimiento, Andante con moto, llegó con un tempo gracioso pero con un resultado algo superficial en comparación con el resto del programa.
Raphaël Pichon y la Orchestra of St. Luke’s ofrecieron una velada que no solo celebró a Schubert, sino que sorprendió al público de Nueva York con su audacia y personalidad. Fue un viaje onírico, con luces y sombras, que mostró la capacidad de la música romántica para capturar las preocupaciones contemporáneas ante el desconcertante mundo de hoy.
El público del Carnegie Hall, algo descolocado con el programa pero satisfecho con el producto final, ovacionó a los intérpretes con amable intensidad. Pichon, en su debut en Nueva York, demostró ser un intérprete audaz y entregado, si bien su Mein Traum aparece un tanto pueril e inconexo.
★★★☆☆
Carnegie Hall de Nueva York, a 23 de enero de 2025. Orchestra of St. Luke´s. Paphaël Pichon, director. Christian Gerhaher, barítono. Ying Fang, soprano. Ensemble Altera. Christopher Lowrey, director. Obras de Schubert, Liszt, von Weber, Schumann y Brahms.