Crítica: recital de Benjamin Bernheim en el Prinzregententheater de Múnich

                                                                                                         Por Luc Roger

El tenor francés Benjamin Bernheim lleva ya años interpretando con gran éxito y en los mejores escenarios internacionales una variedad de papeles de los repertorios francés, italiano, ruso y alemán: Rodolphe, Faust, Roméo, Des Grieux, Edgardo, el Duca di Mantova, Lenski y Tamino, entre otros. No obstante, para su Festival de Verano, la Bayerische Staatsoper invitó al cantante –que nunca antes había actuado en la ópera de Múnich– para que ofreciera un programa de lied. Acompañado al piano por la talentosa pianista canadiense Carrie-Ann Matheson, ofreció un recital totalmente romántico en el que sonaron el ciclo Dichterliebe de Robert Schumann y canciones francesas de Duparc, Berlioz y Chausson. Benjamin Bernheim, a quien algunos de sus seguidores llegan a comparar con Pavarotti, había suscitado una gran expectación, atrayendo hasta los jardines del Prinzregententheater a aficionados de muy diversas procedencias. crítica recital Bernheim Múnich

La pianista Carrie-Ann Matheson y el tenor Benjamin Bernheim © Wilfried Hösl

Muy conocidos y apreciados por los amantes del género, los Dichterliebe (Los amores del poeta) Op. 48 es un ciclo de 16 lieder para voz (barítono lírico  o tenor, pero también cantado a menudo por mujeres) y piano que Robert Schumann compuso en 1840 sobre poemas del escritor romántico alemán Heinrich Heine (Lyrisches Intermezzo, 1822-1823). 1840 fue también el año de la boda de Schumann con la pianista Clara Wieck. Irónico y desilusionado, Heine expresó en versos sencillos de verso libre la inmensa tristeza del amor sin esperanza. En el prefacio de su libro, que pronto traduciría Gérard de Nerval al francés, Heine escribió: «Mi miseria y mis quejas, las volqué en este libro; y cuando lo abristeis, pudisteis leer mi corazón». Este ciclo es, en definitiva, un viaje interior a la psique del poeta, que Benjamin Bernheim trazó con fluidez y contención, controlando su voz y matizando sus frases hasta el extremo. Alejada de arrebatos y dramatismo, en su interpretación predominaron la tristeza y la monotonía.

En la segunda mitad de la velada, el cantante presentó una selección de melodías francesas de la segunda mitad del siglo XIX, de nuevo en torno al tema del amor no correspondido, el rechazo y la muerte. Sólo las dos primeras estrofas de L’invitation au voyage de Baudelaire, con música de Henri Duparc, escaparon a esta sombría temática. E incluso entonces, el viaje no se hizo realidad; todo quedó en una ensoñación con otro lugar, con un país idealizado, con una huida. E incluso allí, en la tierra que se parece a la mujer que uno ama, se divisaba la muerte. Y a continuación ofreció Phidylé (L’herbe est molle au sommeil), melodía compuesta por el compositor francés Henri Duparc en 1882 y dedicada a su amigo Ernest Chausson, a partir de un poema de Leconte de Lisle e inspirada probablemente en una melodía de Gabriel Fauré. Ambas canciones tienen ya un tono impresionista. crítica recital Bernheim Múnich

En su interpretación de estas canciones francesas, la expresión emocional de Benjamin Bernheim fue más marcada que en los Dichterliebe,  mas este aumento de fuerza expresiva no le hizo perder su contención y gran seriedad. También en este caso, el trabajo vocal fue realizado con extrema delicadeza. Estas canciones le son tan familiares que nos las entregó sin partitura, de una manera más libre y personal. Bernheim nunca cedió al efectismo fácil, y cuando se lanzó a un pasaje con más potencia y visitas a la zona aguda, lo hizo con sabiduría, al servicio del texto y de la música, sin afán de lucimiento.

El diálogo entre la canción y el piano fue también mucho más notable en esta segunda parte que en la primera. En el epitafio del Spectre de la rose de Berlioz, por ejemplo, la voz y el piano fueron como dos voces que se encuentran y se cruzan en un dúo de amor. Aquí, en particular, sentimos la complicidad entre pianista y cantante.

El momento culminante de la velada fue el Poème de l’amour et de la mer de Chausson, dedicado a Duparc, una larga elegía que Benjamin Bernheim interpretó con suave melancolía. Cantó con una fuerza contenida y conmovedora a la muerte del amor, que el poema de Maurice Bouchor compara con la muerte de las flores cuyas «hojas ajadas» hablan del «horror inexpresable de los amores muertos».

La velada se desarrolló como una larga meditación musical teñida de tristeza sobre los temas del amor no correspondido y la muerte. El público, cuya concentración silenciosa y atenta fue físicamente palpable a lo largo de las dos horas de recital, hizo estallar su admiración por el cantante y la pianista en una larga ovación y vítores interminables.

Benjamin Bernheim y Carrie-Ann Matheson ofrecieron dos bises: en el registro serio y tierno, el lied de Richard Strauss ¡Morgen!, uno de sus cuatro lieder op. 27 que el compositor había dado como regalo de bodas a su esposa Pauline. Y el poema de John Henry Mackay, amigo del compositor, un poema de amor feliz, fue un alivio después de todas esas olas de tristeza. Aún más exaltado fue el espectáculo pirotécnico de Dein ist mein ganzes Herz de Franz Léhar, en el que Benjamin Bernheim se permitió todos esos efectos vocales que antes había evitado deliberadamente. Un regalo para el público, un guiño y una sonrisa divertida que venían a recordarnos que si él quiere, es capaz de hacerlo. crítica recital Bernheim Múnich

«Rose is a rose is a rose is a rose». No,  quizá Benjamin Bernheim no sea el nuevo Pavarotti. Es Benjamin Bernheim, ¡y eso está muy bien!

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19 de junio de 2023, Prinzregententheater de Múnich, recital de Carrie-Ann Matheson (piano) y Benjamin Bernheim (tenor). Obras de Robert Schumann, Henri Duparc,  Hector Berlioz  y Ernest Chausson.

OW