María Zapata Aurelio Viribay Oviedo Por Pablo Álvarez Siana
Cantares de “La Vía de la Plata”
La llamada “canción de concierto” española no tiene nada que envidiar a la alemana, francesa, británica o italiana, alcanzando en muchos compositores niveles muy exigentes que pueden ser la causa de su no mayor difusión, aunque forman parte de los estudios de canto y son base de repertorio que debe tenerse siempre cerca. En nuestros días continúa escribiéndose para voz y piano en esta línea que toma todos los estilos posibles, con la inspiración en la canción popular, el folclore real pero también el imaginado hecho viaje musical. Y los conciertos de canciones españolas no pueden faltar en nuestras centenarias sociedades filarmónicas entre las que se encuentra la de Oviedo.

La Sociedad Filarmónica de Oviedo que ofrecía este miércoles un programa desde Andalucía hasta Asturias, composiciones escritas por españoles, vascos, catalanes o aragoneses porque así de rico es nuestro patrimonio, lo popular desde el Renacimiento hasta el pasado siglo con la visión del exilio, interior o real.
La soprano ovetense María Zapata, tras su éxito como Elvira en el Ernani que cerraba la 75ª temporada de ópera ovetense, cambiaba la escena por la “música de salón” y subía con el pianista Aurelio Viribay al Teatro Filarmónica para hacernos viajar por la Ruta de la Plata, tan fructífera en intercambios, idas y vueltas históricas a las que la música nunca ha sido ajena, y así nos lo demostró este dúo de larga trayectoria en estos repertorios.
Para comenzar las “Seis canciones castellanas” de Jesús Guridi (1886-1961), vitoriano como el maestro Viribay, inspiradas en tierras abulenses y escritas para la película “La malquerida” como nos explicó el pianista y catedrático de la Escuela Superior de Canto de Madrid. Exigentes por su amplio registro vocal, la más conocida es “No quiero tus avellanas” pero escucharlas todas supone no ya un regalo sino todo un esfuerzo, cambios de ritmo y aires, riqueza de la tierra cercana con melodismo popular y “armonías francesas” sin perder la esencia. Así las interpretaron a dúo con protagonismo compartido, voz poderosa y sentida con piano más que mero acompañante, una de las características de la canción española. Uno de nuestros grandes compositores a rescatar de un olvido histórico es el tarraconense Robert Gerhard (1896-1970), nacido en Valls, hijo de padre suizo y madre francesa, exiliado tras la Guerra Civil a Inglaterra (como nuestro Torner) donde desarrollaría su carrera. Sus cuatro canciones tradicionales andaluzas, tituladas “Cante jondo”, son verdaderas joyas (Rondeña, Boleras sevillanas, Malagueña y Zapateado), inspiración universal desde esos ritmos tan típicos que con la música del catalán alcanzan un cénit que finaliza en el complicado zapateado para la soprano y el pianista, el remate “jondo” de esta primera parte.
María Zapata no olvida la ópera, continúa estudiando roles, y en este viaje musical pudimos escuchar del ilerdense Enrique Granados (1867-1915) “La maja y el ruiseñor” también conocida como Quejas, de su ópera Goyescas compuesta en el exilio parisino con material previo de la suite de seis piezas para piano, esta vez escuchando la más popular y famosa de ellas convertida en aria, versión con soprano y piano, fascinante el diálogo rapsódico con el ruiseñor, la maja Rosario en este drama de celos entre su amante Fernando y Paquiro que la desea. Delicadeza vocal, expresividad, buena dicción más el piano “orquestal” de Aurelio Viribay, una lección lírica que como dice la letra “¡Misterio es el cantar…”. María Zapata Aurelio Viribay Oviedo
El barcelonés Fernando Obradors (1897-1945) fue un gran compositor, director de orquesta y pianista, que escribió muchas obras para voz y piano como buen conocedor de todos los recursos a utilizar, nieto e hijo de pianistas y casado con una cantante, estudiando como tantos otros en París que dará la visión “clásica” a lo popular, destacando la musicalización de “La casada infiel: romance gitano” de Lorca. Igual de inspiradas son sus tres volúmenes de las “Canciones clásicas españolas” (1921-1941), con un estilo nacionalista en boga pero con su particular e inimitable estilo. Zapata y Viribay eligieron tres de ellas, “Consejo” (Cervantes), la maravillosa “Del cabello más sutil” y “El Vito”, voz que se eleva por encima de lo popular y piano virtuoso como era de esperar de Obradors, cuyo archivo musical se conserva en la Sociedad Filarmónica de Las Palmas que lo adquirió tras el fallecimiento del compositor. María Zapata Aurelio Viribay Oviedo

Y para llegar al fin del viaje, la visión del turolense Antón García Abril (1933-2021), otra víctima el Covid, sobre “Canciones asturianas”, catorce melodías conocidas por populares pero también inspiradas en nuestro rico folclore sin perder su propio lenguaje musical y resistiendo los dictados de las modas a las que el maestro García Abril combatió con un domino de la melodía en todas sus composiciones, que el cine o la televisión ayudaron a popularizar en gran parte. Originalmente escritas por encargo del tenor asturiano Joaquín Pixán que las grabaría en 1984 junto a la Orquesta Filarmónica de Londres dirigida por el toresano Jesús López Cobos, el propio compositor haría el arreglo para voz y piano (también grabado por Pixán junto a Rosa Torres Pardo en 2007 publicado dos años más tarde) que en muchos conciertos del tenor cangués contó con el pianista Mario Bernardo, y éste revisó con permiso del compositor una versión para viola y piano con Cristina Gestido, llevando y ampliando estas “canciones de concierto” siempre enriquecidas desde la versión original cantada con textos del poeta langreano José León Delestal. Difícil elegir entre todas ellas, el dúo Zapata-Viribay optó por la popular “Ella lloraba por mí” a partir de la tonada “Cuando salí de Cabrales” que ya recogiese Eduardo Martínez Torner (Oviedo, 1888 – Londres, 1955) en su “Cancionero de la lírica asturiana” (1920) siendo habitual la interpretase al piano en sus conferencias, o Juan Hidalgo en el “Cancionero de Asturias” (1973). Excelente modelo de orquestación para un folclore tan rico como el asturiano, una melodía bien cantada y sentida, arropada por un piano hermoso y complejo desde su aparente sencillez, más dos originales del propio García Abril con letra de León Delestal: “El canto del urogallo”, cantada y sentida por ambos, cerrando con “Madre Asturias” que da título a las grabaciones y es mucho más que un homenaje a los emigrantes lejos de la “tierrina”, más emoción por la soprano asturiana desde Madrid, enorme, heroica y exigente para los dos intérpretes, aún más en esta “reducción orquestal” que difícilmente iguala el original pero que el vitoriano defendiendo esta asturiana del turolense volcaría toda su experiencia y magisterio sobre las 88 teclas en estos repertorio españoles, colofón en casa de una música siempre cercana y no suficientemente escuchada, menos en vivo.
María Zapata nos regalaría la conocida romanza de la criolla Cecilia Valdés, homónima de la zarzuela cubana estrenada en 1932, compuesta por Gonzalo Roig (1890-1970), españoles en La Habana donde tantos asturianos emigraron. Cómoda en este rol y con el seguro Aurelio Viribay desde el piano “llevándola de la mano” en los cambios de ritmo tan típicos de esta obra de la lírica hispana, que ya la escuchase en el Museo Arqueológico ovetense dentro de su ciclo veraniego en 2019 por estos mismos intérpretes. Un buen viaje musical con nuestra canción de concierto universal.
Oviedo (Teatro Filarmónica), 8 de febrero de 2023. Sociedad Filarmónica de Oviedo: Año 117, Concierto 3 del año 2023, 2.046 de la SFO.
Cantares de la Vía de la Plata. María Zapata (soprano), Aurelio Viribay (piano). Obras de Jesús Guridi, Robert Gerhard, Enrique Granados, Fernando Obradors y Antón Garcia Abril.