Crítica: Andrè Schuen Daniel Heide Por Daniel Lara
Una noche de apabullante calidad artística se vivió en el teatro de la zarzuela con la nueva presentación, la cuarta en este ciclo de Lieder, de la dupla compuesta por el joven y talentoso barítono italiano Andrè Schuen y el eximio pianista alemán Daniel Heide, en una inolvidable velada organizada por el CNDM y el Teatro de la Zarzuela.
Artista mayúsculo, Schuen volvió a demostrar el porque se lo considera una de las estrellas indiscutibles del género liderístico de nuestros días, ofreciendo un inolvidable recital donde alternó y dio el contraste adecuado a composiciones del alemán Johannes Brahms (1833-1896) y del austríaco Gustav Mahler (1860-1911). Pletórico de medios, Schuen brilló a más no poder, por un lado, por la calidad de su voz, poderosa, dúctil, fluida, siempre bien dispensada y coloreada; y por otro, por la fuerza expresiva que imprimió a un canto siempre sensible, reflexivo, sincero y comunicativo.
El programa dio inicio con «Vier ernste Gesänge» (“Cuatro canciones serias”), op 121 (1896) de Brahms, cuyos textos recopilados de la biblia de Lutero, evocan la proximidad de la muerte y la fugacidad de la vida, y donde Schuen destacó por los toques oscuros con los que coloreó su canto, su elegante decir, sin adornos ni desbordes expresivos, y por su muy atractivo esmalte central y que el oficioso Heider acompañó con tocante emoción sacando a relucir toda la riqueza melódica de la escritura de Brahms. Cerró la primera parte, tres canciones del ciclo de «Des Knaben Wunderhorn» (“El cuerno mágico de la Juventud”) (1892-1901) conjunto de cantos populares alemanes de tipo costumbritas recopilados por Clement Brendano y Achim von Arnim, siendo justo detenerse en primer lugar en el cautivante lirismo con el que barítono tirolés construyo un “Wo die schönen Trompeten blasen” (1898) de manual, y en segundo lugar en la cuidadísima hechura de su “Lied der Verfolgten im Turm” (1898) resuelto con maestría, sin nunca forzar la expresión y cuidadoso de cada matiz en el desdoblamiento de roles, como prisionero y doncella. En el comienzo de la segunda parte, y dentro de la misma serie mahleriana, fueron “Rheinlegendchen” (1893) y “Urlicht” (1892) dos momentos de tocante sensibilidad y de un canto de una elegancia y un refinamiento supremo al que fue imposible no sucumbir. También en territorio mahleriano, no le fue zaga la canción suelta “Zu Strassburg auf der Schanz” de la serie “Lieder und Gesänge aus der Jugendzeit (Canciones y aires de los tiempos de juventud) (1880-1889) ofrecida con conmovedor, inspirado y sentido canto. El recital concluyo con siete canciones sueltas de Brahms compuestas entre 1864 y 1888, todas de carácter muy diferentes entre sí y donde Schuen supo, muy hábilmente, ofrecer el mejor color vocal y crear la atmosfera mas adecuada para cada una. Si la noche resultó maravillosa, también fue por la atención y dedicación manifiesta por el estupendo pianista Daniel Heide en ofrecer un tapiz musical ideal donde Schuen pudiese posar su voz y ofrecer lo mejor de sí mismo. Aplaudidísimos, ofrecieron dos propinas. La última, un antológica interpretación, no apta para cardiacos de “Morgen” (1894) de Richard Strauss (1864-1949) fue el broche de oro del que se perfila como uno de los mejores conciertos del ciclo de esta temporada. Crítica: Andrè Schuen Daniel Heide
Madrid (Teatro de la Zarzuela), 11 de marzo de 2024 Ciclo de Lied del CNDM Obras de Brahms y Mahler.
André Schuen, barítono Daniel Heide, pianista OW