Crítica: «Rigoletto» en Ciudad de México

Por Manuel Yrízar Crítica: «Rigoletto» en Ciudad de México

La obra de Verdi, en este caso la ópera Rigoletto, en una producción de la Compañía Nacional de Ópera del Instituto Nacional de Bellas Artes, se estrenó como segundo título de la temporada 2025 en la sala principal del Palacio de Bellas Artes el jueves 8 de mayo. Esta ópera nos permite abordar el asunto de la tradición y la vanguardia en las producciones y puestas en escena de obras consideradas canónicas, de repertorio, clásicas, como lo es Rigoletto. Estrenada en 1851 en el Teatro de la Fenice de Venecia es una de las más famosas y gustadas por el público desde entonces. Es un título que reúne en sí mismo toda la tradición del repertorio belcantista, con su estructura de arias, duetos, tercetos, cuartetos, concertantes, pero con una originalidad como lo es la supresión del recitativo donde la acción se llevaba a cabo. Hasta pasar por el romanticismo y acercarse al verismo. Aquí todo fluye en una continuidad ágil con costuras invisibles entre las escenas que se suceden con maestría. El libreto de Piave, basado en el drama «Le roi s’amuse» de Víctor Hugo, es ejemplar y su elocuencia discursiva jamás decae. La historia se narra y los personajes evolucionan con sabiduría. Conmovedores y trágicos, antiguos y modernos, universales y siempre actuales, los personajes protagónicos cuentan entre los mayores de la obra verdiana.El público no se cansa de verlos y disfrutarlos pareciendo que son inmortales. ¿Lo son realmente? Crítica: «Rigoletto» en Ciudad de México

Una escena de «Rigoletto» en Ciudad de México / Foto: Ángel Reyes

A mi me han tocado ver «Rigolettos» como tamales: de chile, de dulce y de manteca; muy buenos, buenos, regulares y algunos francamente malos. Con propuestas arqueológicas, maravillosas y abominables. Todo tiene que ser coherente para lograr un éxito que perdure en la memoria y el pensamiento. Cantantes-actores de primer nivel en sus roles protagonistas, partiquinos creíbles, orquesta y coro que cumplan con una lectura, aunque sea digna, y directores musicales y teatrales que cuando menos cumplan puntualmente con su oficio. Y en este último punto, la puesta en escena, es donde suceden los mayores problemas. 

En el caso que nos ocupa la parte musical sale avante, los cantantes demuestran su avance y el lugar que ocupan en el panorama internacional. Pero es la escenografía y la dirección de escena las que cojean y se joroban como el bufón maldito. Trasladar a personajes de la corte de un  rey o un duque al arrabal barriobajero, y hacerlo creíble, no es cosa sencilla. Implica tener muy clara la idea y el concepto de hasta donde se pretende llegar. Tener todos los hilos de la trama bien hilvanados y mantener el tejido firme o cuando menos que no se deshilache. En la propuesta escénica de Enrique Singer eso no sucede.

En primer término Arturo Chacón-Cruz en una escena de «Rigoletto» en Ciudad de México / Foto: Ángel Reyes

La escenografía (Auda Caraza), iluminación (Víctor Zapatero), el vestuario (Carlo Demichelis Indira Aragón) no estuvieron muy inspirados, en mi visión muy personal. Es muy difícil incluir en el concepto belleza a lo feo. A mi me pareció todo lo mencionado bastante ramplón, recargado de recursos inútiles y a la vez limitado a la socorrida «cámara negra», o sea tinieblas adormilasteis, cortinas rojas de casas de mala muerte, cuyo tufo y olor agrio recordamos en aquellos tiempos sesenteros no muy placenteros. Dice la sabiduría popular que si algo funciona bien no hay por que quitarlo. Nada de lo que nos prometían de una recreación de los años 60 del siglo pasado se cumplieron. Lugares horribles y paupérrimos los hay en todo el mundo y seguramente los hubo en siglos pasados. El “feísmo” nada aporta en este caso particular. Aunque haya quienes gocen y se recreen en esas formas con ansiedades de parecer moderno. Lavanderas de azotea a la par que la ingenua Gilda mezcladas con un rey arribista en bata y descalzo. Verdaderamente lamentable. Matan toda ilusión. Crítica: «Rigoletto» en Ciudad de México

Alfredo Daza y miembros del coro en una escena de «Rigoletto» en Ciudad de México / Foto: Ángel Reyes

La situación mejora con el elenco de cantantes presentado. En los personajes protagónicos lucen sus virtudes los mexicanos Alfredo Daza (Rigoletto), Arturo Chacón-Cruz (Duque de Mantua), Leticia de Altamirano como (Gilda), Guadalupe Paz (Maddalena) y desentonado y carente de voz del importado bajo (es un decir), el español José Antonio García quien si estaba enfermo o afectado por el neblumo contaminante podía haber sido sustituido por el suplente. Fatalmente era inaudible el hispano en todas sus intervenciones.

Daza está cantando sus primeras funciones de un personaje que siempre anheló recrear y realiza un trabajo de alto nivel: sentido, apasionado, terrible y burlón del dolor humano, que se transforma, después de “la maldición” del agredido Monterone de Óscar Velázquez, en un malvado acobardado sediento de venganza al enterarse de la violencia ejercida contra su hija, quien es su «patria, religión y familia». Los cortesanos y personajes secundarios están todos bastante bien, así como los coristas varones. La desventurada y romántica enamorada Gilda, hija del maldito y atribulado Rigoletto, Leticia de Altamirano, hace una mujer llena de ingenio que resulta asesinada en lugar de su voluble amado. El director concertador es Benjamín Pionnier, cumple con algún decoro sus funciones de batuta, el director huésped del coro Rodrigo Elorduy , se olvidó a veces de los piano, forte, piano, forte, que pide Verdi en la escena del rapto. La Orquesta del Teatro salió solo a cumplir.

Alfredo Daza y Leticia de Altamirano en «Rigoletto» / Foto: Ángel Reyes

En resumen una función que vuelve a poner en su nivel de medianía a esta Compañía Nacional de Ópera. El tiempo nos dirá si se logra ponerla en un buen nivel.


Ciudad de México (Teatro del Palacio de Bellas Artes), 11 de mayo de 2025.   Rigoletto

Director musical: Benjamin Pionnier          OW             Director de escena: Enrique Singer

Elenco: Alfredo Daza, Leticia de Altamirano, Arturo Chacón-Cruz, Guadalupe Paz, José Antonio García, Óscar Velázquez, Édgar Villalva, Amed Liévanos, David Echeverría, Hildelisa Hangis, Mariana Sofía, Ingrid Fuentes, Juan Marcos Martínez.