Por Manuel Yrízar Crítica: «Roméo Juliette» Berlioz México
Ópera que no es Ópera. Una sola función de Roméo et Juliette, la Sinfonía No. 3 Opus 17 y H 79 de Hector Berlioz que fue estrenada en 1839. Esta obra coral con tres cantantes solistas, fue presentada el domingo 2 de febrero de 2025 en la sala principal organizada por la Compañía Nacional de Ópera en la primera actividad del hombre de ópera, el barítono, director de escena y ahora responsable de esta CNO, el maestro argentino Marcelo Lombardero con la participación de la Orquesta y el Coro del Teatro de Bellas Artes. Extrañas circunstancias que marcan un cambio, ¿gatopardesco, viscontiano, que todo cambie para que siga igual? que todavía no podemos siquiera vislumbrar. Muchos años han pasado bajo los inexistentes puentes y al flamante funcionario le toca bailar tango con la más fea. Crítica: «Roméo Juliette» Berlioz México

Aquí solo daremos cabal cuenta de lo que vimos y oímos. Con una duración cercana a las dos horas continuas sin intermedio la bella partitura de Berlioz transcurrió con lentitud y parsimonia bajo la batuta concertadora del maestro estadounidense Stefan Lano quien mostró conocimiento de la obra y logró que la orquesta sonara homogénea, con cierta frialdad emocional, pero sin pifias notables, salvo alguna desafinación que casi pasó desapercibida. Música difícil y compleja; los maestros músicos cumplieron solamente, sin pena ni gloria manifiestas ni expuestas. Dignos de aplausos corteses y exentos de abucheos llegaron a tocar sus pasajes con sutil parsimonia, el coro también salió avante con impoluta dignidad en sus intervenciones narrativas La gran experiencia de su preparador, Alfredo Domínguez, logró un sobrio trabajo con algunos balances que llegaron a tapar a los solistas. Estos fueron el tenor Edgar Villalva, en su breve intervención bien lograda; la mezzosoprano Rosa Muñoz, de voz notablemente bella que va madurando y da a su narración del drama amoroso de los personajes una interpretación solvente y profesional. Completó el trío el barítono Óscar Vázquez quien cierra la historia narrada como el testigo de la tragedia de los amantes, que no lo eran en realidad, sino que él mismo había casado en santo sacramento matrimonial.

La que cuenta toda la historia es la música del genial compositor francés, que deja que los oyentes compartan todas las vicisitudes del drama shakesperiano con el prodigio de su inspiración dramática y melódica, la maestría de la orquestación, el manejo de los conceptos que el crea de manera expresiva y elocuente en un juego novedoso para su tiempo que iban a influir al joven compositor Richard Wagner que se encontraba viviendo miserablemente en París y que se acercó al colega francés conmovido y pleno de emoción. En sus obras posteriores a esa fecha Wagner habrá aprendido mucho de Berlioz de quien se hizo amigo fraterno y cercano. Ambos músicos eran revolucionarios, llamados entonces “Románticos” en ese tiempo en que eran considerados rebeldes que rompían con las reglas llamadas “clásicas” que subvirtieron con sus obras distintas y geniales. Ambos fueron muy importantes compositores de ópera a la que dedicaron gran parte de su vida artística, los dos se enamoraron perdidamente de bellas actrices y se casaron con ellas. Los dos, como Romeo y Julieta disfrutaron con las mieles del amor y sufrieron del drama del desamor. De esa sustancia misteriosa está llena su música.
Ciudad de México (Palacio de Bellas Artes), 5 de febrero de 2025 Roméo et Juliette Sinfonía No. 3 Opus 17. Hector Berlioz.
Stefan Lano, director concertador. Alfredo Domínguez, director huésped del coro. Coro y Orquesta del Teatro de Bellas Artes.
Solistas: Rosa Muñoz, mezzosoprano; Edgar Villalva, tenor; Óscar Velázquez, barítono OW