Crítica: «Tosca» Teatro Maestranza Sevilla Por Gonzalo Roldán
Floria Tosca comparte la escena Pier Paolo Pasolini
El Teatro de la Maestranza de Sevilla recupera para el cierre de su temporada el diseño y montaje que para la Tosca de Giacomo Puccini ha ideado Rafael R. Villalobos, quien ha contado con Emanuele Sinisi en el diseño de escenografía, y con la asistencia de Luís Tausía para su reposición en la capital andaluza. Esta innovadora y controvertida producción, que puso en pie de guerra al Teatro del Liceo hace tan solo unos meses, resultó del agrado del público congregado en el teatro hispalense, pese a tener, como veremos, sus luces y sus sombras. La producción rinde homenaje a la figura del director de cine Pier Paolo Pasolini, sin duda uno de los realizadores europeos más impactantes y transgresores en la segunda mitad del siglo XX; esto hace necesaria una reinterpretación de los lugares y protagonistas de la obra, entre los que se incluye como nuevo personaje a un Pasolini que no tiene papel cantado, un figurante singular que deambula por el escenario en los tres actos a modo de metáfora artística de su trayectoria vital.
La acción tiene lugar Roma en torno al año 1975, fecha del asesinato de Pasolini, en lugar de llevarse a cabo a comienzos del siglo XIX durante el gobierno de la reina María Carolina tras la derrota de la “república romana”. Salvo por esta licencia argumental, el rol de cada personaje sigue siendo el mismo definido por los libretistas y concebido por Puccini. Eso sí, el Barón Vitellio Scarpia, responsable de la policía secreta de la reina, ahora se presenta como un personaje mucho más oscuro si cabe, transmutado en un tirano de hábitos perniciosos que recuerda, sobre todo en el segundo acto, al Calígula de Pasolini. Los esbirros Spoletta y Sciarrone son matones al servicio de Scarpia, y las motivaciones que les mueven no son políticas, sino que se inclinan hacia el sadismo y la venganza. En este entorno, la figura de Pasolini es representada por el actor Nacho Gómez, un espectador circunstancial de la trama operística que será víctima de las circunstancias teatrales; a modo de preludio de cada acto, se insertan referencias a los últimos y fatales días del realizador con imágenes alegóricas y figurantes ajenos a la acción de la ópera. Es, pues, un personaje mudo convertido en sombra alegórica, una figura circunstancial que no afecta al desarrollo de los acontecimientos, pero sí llega a interactuar con los personajes brevemente. Crítica: «Tosca» Teatro Maestranza Sevilla
La escenografía se organiza en torno a una estructura circular central, compuesta por dos semicírculos que emulan sendas arcadas (uno formado por arcos calados a modo de celosía y el otro emula una arquería compacta); tales arcadas semicirculares se desplazan en paralelo con un movimiento concéntrico para recrear la iglesia de Sant’Andrea della Valle en el primer acto, el Palacio Farnese en el segundo y la prisión del Castillo Sant’Angelo en el tercero. Se trata de una escenografía sugerida, más conceptual que historicista, con pocos elementos decorativos: la Madonna de la iglesia, la mesa del banquete en la residencia de Scarpia o la galería de guardia en la prisión. Más efectista que eficiente, lo cierto es que la sencillez de esta concepción escénica deja casi todo el peso de la trama en la interpretación de los cantantes y de un grupo de actores; estos últimos se componen de tres efebos caracterizados como cantores de la iglesia al comienzo de la obra, que sin embargo en el banquete de la residencia de Scarpia se muestran completamente desnudos a modo de alegoría de los vicios en las estancias del tirano. Dejando a un lado la inferencia o no de estos personajes en la definición de la acción operística, lo cierto es que constituyen sin lugar a duda una intencionada referencia al desnudo como elemento estético descargado de todo prejuicio moral, tan presente en el cine de Pasolini.
El verdadero peso de la producción recae, lógicamente, en los papeles protagonistas. Yolanda Auyanet como la cantante Floria Tosca estuvo espléndida en todo momento, y su potencia vocal y prestancia en escena se fueron haciendo más patentes conforme avanzaba la trama, llegando a protagonizar varios momentos sobrecogedores, como en el aria “Vissi d’arte” del segundo acto o la dramática escena final. Su compañero de reparto, el tenor Vincenzo Costanzo como el pintor Mario Cavaradossi, amado de Tosca, no estuvo tan convincente; sus inicios fueron más moderados, desaprovechando el aria “Recondita armonia”, de una realización modesta, como oportunidad para cautivar al público. Su potencia vocal no estuvo a la altura de Yolanda Auyanet, si bien la interpretación fue correcta en todo momento; pese a su intervención más discreta del primer acto, el cantante fue creciéndose conforme avanzaba el drama, dando lo mejor de sí en el último acto y culminando con potencia y acierto tanto en lo vocal como en lo actoral con el aria “E lucevan le stelle”, que le valió una espontánea ovación del público.
El peso argumental está compartido por el papel del Barón Scarpia, interpretado magníficamente por el barítono Ángel Ódena, quien puso su versátil espectro vocal al servicio de las exigencias argumentales de esta producción. Sus intervenciones llenaban el escenario, y pese a leves problemas con el vestuario que por momentos le incomodaron, fue sin duda el verdadero protagonista de la velada. En torno a Scarpia se desarrollan algunos roles menores, oportunamente interpretados, entre los que cabría destacar las voces del barítono Enric Martínez-Castignani como el sacristán de Sant’Andrea o del tenor Albert Casals como el esbirro Spoletta. Crítica: «Tosca» Teatro Maestranza Sevilla
Completan la producción los dos pilares musicales del Teatro de la Maestranza: la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, recuperada en el último momento para la representación de esta Tosca pese a la anunciada huelga que hacía peligrar su presencia en el foso, y el Coro del Teatro de la Maestranza, que desde lo alto de la sala interpretó el precioso Te Deum que cierra el primer acto. La dirección musical en esta ocasión estuvo a cargo de Gianluca Marcianò, quien desempeñó una muy correcta puesta en atriles de esta compleja partitura, llena de matices y golpes de efecto argumental.
En definitiva, la Tosca que cierra la temporada en la Maestranza podemos decir que fue correcta en lo musical y discreta en lo escenográfico. En cualquier caso, se trata de una propuesta alternativa, que rinde homenaje a una figura de referencia dentro del cine europeo, y que en última instancia reaviva la llama de la creatividad a partir de una obra de repertorio bien conocida por el público. Así pues, debe considerarse como una propuesta audaz y original, pese a que tal vez dejó frío a más de uno.
Sevilla (Teatro de la Maestranza), 17 de junio de 2023
Tosca, melodrama en tres actos de Giacomo Puccini (1900) con libreto de Giuseppe Giacosa y Luigi Illica, basado en La Tosca de Victorien Sardou.
Real Orquesta Sinfónica de Sevilla
Dirección Musical: Gianluca Marcianò (Salvador Vázquez, asistente) Coro del Teatro de la Maestranza (Íñigo Sampil, dirección)
Dirección escénica y de vestuario: Rafael R. Villalobos (Luís Tausía, asistente). Diseño de escenografía: Emanuele Sinisi. Iluminación: Felipe Ramos.
Reparto: Yolanda Auyanet (Floria Tosca), Vincenzo Costanzo (Mario Cavaradossi), Ángel Ódena (Barón Scarpia), David Lagares (Cesare Angelotti), Enric Martínez-Castignani (el Sacristán), Albert Casals (Spoletta), Alejandro López (Sciarrone), Julio Ramírez (carcelero), Hugo Bolívar (un pastor), Nacho Gómez (Pier Paolo Pasolini).
Actores: Sébastien Bellegy, Manuel Alfonso Bobis, Robin Manogil, Carmen Aceituno, Óscar Azuaga, Raquel de Sola.