La céntrica Iglesia de San Miguel de Cuenca ha acogido la esperada participación del Cuarteto Casals en la 56ª edición de la Semana de Música Religiosa. Este concierto 3, correspondiente al Lunes Santo, estuvo integrado por dos obras de gran contraste: Cantos de Francisco Coll y Las siete últimas palabras de Cristo en la Cruz de Haydn.
Cantos, obra de encargo del festival al joven compositor valenciano Francisco Coll (1985), fue la atractiva partitura con la que la agrupación catalana abrió el concierto. La Semana de Cuenca, en esta su nueva etapa con el maestro Cristóbal Soler al frente, continúa apostando con voluntad y empeño por dar oportunidad a las obras españolas de nueva creación. Un talento, el español, que lo hay y mucho, y que a veces encuentra una serie de dificultades a la hora de desarrollarse en suelo patrio.
La enigmática obra de Coll que tuvimos ocasión de escuchar es una partitura que, en su brevedad y abstracción, destaca por la exploración sonora y el juego entre consonancia y disonancia. A través de alargadas líneas musicales y el constante empleo de armónicos, el compositor levantino es capaz de crear simple y acertadamente una ambientación sonora que crea un clima de quietud a la vez que de expectación en el ánimo del oyente, que en ocasiones se ve trasladado a una sensación un tanto fúnebre y desoladora.
De las dos versiones que Franz-Joseph Haydn elaboró del primigenio oratorio Las siete últimas palabras de Cristo en la Cruz, su transcripción para cuarteto de cuerda es, tanto la más célebre e interpretada, como la que quizá mejor refleja, de una manera descarnada, el sentido íntimo y dramático de los últimos momentos de Cristo crucificado. Exceptuando el aforístico terremoto final, la introducción y las siete sonatas de que consta la obra representan el cúlmen de la forma sonata, ya perfectamente definida y consolidada en sus cuartetos y sinfonías, que abriría las puertas a Beethoven y a la expresión romántica en el ámbito de la música orquestal y de cámara. En la versión interpretada por el Cuarteto Casals, unido a una perfecta afinación y una absoluta contundencia y limpieza en los ataques, se hizo especialmente evidente la uniformidad del conjunto de cámara en todos los aspectos: sonido, empaste, balance o vibrato. El sentido cantabile de la frase haydniana o el preciso punteo del ritmo que, cual ostinado, sostiene por momentos las melodías, fueron otras de las constantes de esta magnífica recreación de una de las obras de cámara más exigentes del compositor de Rohrau. Como suele ser habitual en la interpretación de esta obra, cada una de las siete sonatas estuvo precedida por la lectura en latín de las palabras, desde la parte superior de la nave lateral de la iglesia. En suma, la actuación del Cuarteto Casals fue recibida con muestras entusiastas por un público que sigue de cerca la Semana Religiosa de Cuenca, y en este año, con renovado interés.