Lo diferente surge como milagro espontaneo pocas veces. Es cosa de imaginar y crear. De atreverse a hacerlo. De vencer prejuicios y dificultades. De proponérselo y lograrlo. ¿Porque no? Porque sí. Eso fue lo que sucedió en este recital único presentado para regocijo y alegría de los que asistimos y salimos fascinados de la espontaneidad. Y del talento. De la audacia de presentar algo diferente y gozoso. De hacer música con una idea preconcebida y realizarla bien. El producto logrado, constituido por diversidad de estilos contrapuestos: mezcla atinada de barroco, clásico, romántico, contemporáneo, con un común denominador: la calidad de la propuesta lograda. Conjuntar esas voces y ese programa fue labor colectiva del singular grupo liderada por el maestro contratenor el amigo Héctor Sosa, de prosapia dinástica. Corrieron el riesgo y triunfaron. El resultado fue sorprendente pero esperado.
Confieso sin pudor ni rubor ninguno mi escepticismo y alejamiento a esa voz que pienso se había extinguido en la época napoleónica cuando los castrados, reyes del escenario operático en los siglos pretéritos, hasta el Ochocientos donde reinaron varios siglos al grito de ¡Viva el cuchillo¡, las voces de estos prodigios que excitaban y maravillaban al público hechizado, no siempre respetado, con esa voz diferente muy parecida a la de la mujer, de hombre emasculados para conservarla y perpetuarla. La sanguinaria operación quirúrgica de la extirpación de masculinidades era algo terrible y perdonado por malas conciencias que se sentía buenas. El hecho suena atroz. Lo era. Afortunadamente ahora ya las cosas son distintas. Una técnica vocal, cercana al falsete, totalmente digna de discusión, logra que haya vuelto a surgir esa voz que desde su nombre es contradictorio. Cuatro contratenores se dieron cita para unir sus voces y su talento distinto. Todos ellos mexicanos: semillero de voces que siempre han dado que hablar en el mundo de la Ópera. ¡NADA ES LO QUE PARECE¡El arte del contratenor y sus nuevas masculinidades. Así se tituló esta experiencia a la que asistimos con un morbo buga para ver lo que pasaba. Y lo que pasó fue fascinante. Con la dirección artística de Héctor Sosa, pionero de la tesitura en México los contratenores participantes de esta “inédita gala” son cantantes talentosos con importantes trayectorias, quienes han recibido significativos reconocimientos, tanto a nivel nacional como internacional. Emmanuel Pool, Rubén Rub Berroeta, Gamaliel Reynoso, César Aguilar, con el pianista acompañante Alain Del Real y el supertitulaje de Jimena Montserrat. Un concierto único donde se recrearon obras de grandes autores diversos como Henry Purcell, Georg Friderich Haendel, Willibald Gluck, Gioachino Rossini, Vincenzo Bellini, Igor Stravinsky, Salvador Moreno y Marcela Rodriguez entre otros.
El recital corrió con suerte y agilidad. Desde que escuchamos una voz lejana de gran belleza, voz andrógina extraña de varón y timbre femenino a angélico canta una melodía sefardita de autor anónimo, pasando un dueto donde “Sound the trumpet…” , Orfeo preguntando donde estará Eurídice, las voces se sucedían con diversidad de matices, arpegios, adornos, coloraturas, variaciones, inundando la Sala Auditorio Blas Galindo donde se presentó y presenció este torneo de singularidad irrepetible. La voz del contratenor “rara avis”que nos transportó a arcanos inesperados, entre muchas otras, para culminar con el Duetto buffo di due gatti donde los dos gatos se volvieron cuatro con los ojos al revés, ¿Quieres que te lo cuente otra vez?
Puesto de pie, el entusiasta público rindió tributo y aplauso a esta novedosa propuesta y apuesta donde los jugadores echaron a rodar los dados en el tapete verde de los tahúres engañosos y sin hacer trampa ni cargarlos se llevaron el premio de cirios y troyanos. El cronista salió contento y sorprendido preguntándose como le hacen para cantar tan bonito estos artistas sobresalientes. ¿Será melón, será sandía, será la vieja del otro día?
Manuel Yrízar