Creo que cualquier aficionado a la guitarra, y muy especialmente a la guitarra clásica, verá con buenos ojos el hecho de que se haga un homenaje a Paco Marín como persona destacada vinculada a este instrumento. Para mi alegría y la de otros entusiastas de la guitarra clásica, así ocurrió hace escasas fechas cuando, en Granada, este constructor de guitarras, don Francisco Santiago Marín, Paco Marín para la gente de este mundo, recibió ese merecido homenaje de parte de la Orquesta Ciudad de Granada, del público granadino y de cuatro de las figuras más relevantes de la guitarra clásica como son Joaquín Clerch, Ricardo Gallén, Marco Tamayo y David Martínez.
El homenaje a Paco Marín se ha realizado para conmemorar sus cincuenta años en este oficio artesanal, años en los que ha demostrado su maestría, su buen hacer, consiguiendo unos instrumentos de un nivel extraordinario. Sobrino del también famoso constructor de guitarras Antonio Marín, don Francisco ha estado familiarizado desde su infancia con el trabajo de la madera, decantándose en su juventud por la fabricación artesanal de guitarras y logrando unos resultados magníficos, que han llevado a las máximas figuras de la guitarra clásica a encargarle sus instrumentos, provocando la visita a Granada de guitarristas de todo el mundo para ir a su taller en busca de unas guitarras con unas cualidades sonoras excelentes; la brillantez de su sonido, la calidez, su extraordinaria gama tímbrica, hacen de las Paco Marín unas guitarras muy valoradas en todo el mundo, por lo que creo que este homenaje a Paco Marín, una persona sencilla, afable, cuyas conversaciones son siempre una gran ocasión para aprender sobre este maravilloso instrumento, era más que merecido.
El concierto comenzó con una original versión para orquesta y guitarra del Preludio de la Partita nº 3 para violín BWV 1006 de J. S. Bach con la participación como solista del extraordinario guitarrista de Linares Ricardo Gallén. Fue una lástima que la amplificación no fuera la mejor en esta pieza de extraordinaria dificultad y no se escuchara debidamente a Gallén, quien hace de la misma una auténtica creación. Acto seguido la Orquesta Ciudad de Granada nos ofreció Tres viejos aires de danza de Joaquín Rodrigo, unas obras muy bonitas, llenas de melodía, en las que el papel desempeñado por la sección de madera fue muy meritorio. Tras esto, continuó con la obra más famosa de Rodrigo, El Concierto de Aranjuez, que contó con la intervención como solista del guitarrista cubano Joaquín Clerch. El enorme nivel musical de Clerch está fuera de cualquier discusión, y así lo demostró en su interpretación, dándole un gran lirismo y delicadeza al nostálgico segundo movimiento, jugando con el rubato y con distintos matices de color para ser muy expresivo y musical. Igualmente, el maestro cubano transmitió la vitalidad necesaria que reclaman el 1º y 3º movimientos. El Concierto de Aranjuez es una obra muy complicada para el solista, llena de posiciones de alta dificultad y complejas escalas que necesita que la orquesta encuentre el equilibrio idóneo con el solista y, bajo la buena batuta de Thomas Gabrish, lo consiguió, además de contar en esta ocasión con una mejor amplificación. Debemos de hacer mención también al buen papel que tuvo en la obra el solista de corno inglés J. A. Masmano. Tras los aplausos del público, Clerch ofreció fuera de programa una buena y expresiva interpretación de la obra de Francisco Tárrega Recuerdos de la Alhambra para poner final a la primera parte del concierto homenaje a Paco Marín.
La velada continuó con el estreno de la obra compuesta por el propio Clerch titulada Fantasía en los jardines de Falla, para cuatro guitarras y orquesta. Es evidente el absoluto conocimiento del músico cubano de las características de la guitarra, utilizando un lenguaje actual pero nada duro para el oyente y teniendo en cuenta las peculiaridades técnicas del instrumento. Junto a la O.C.G. y Clerch intervinieron sus aventajadísimos discípulos Ricardo Gallén, el cubano Marco Tamayo y el granadino David Martínez para interpretar esta obra de gran riqueza rítmica, llena de fuerza y con un pasaje lírico algo más pausado, en la que los fragmentos en los que las guitarras se doblan, las escalas y los partes de exigencia técnica, crean un fructífero diálogo entre los solistas y, a su vez, de estos con la orquesta. Muy interesante la obra de Clerch que, como es lógico, estuvo dedicada a Paco Marín, el fabricante de las cuatro guitarras que pudimos escuchar y a quien se le pidió que subiera al escenario para recibir el sentido homenaje de estos cuatro excelentes guitarristas y la gran ovación del público de Granada.
Finalmente, cuatro piezas de Isaac Albéniz y la Danza del fuego de Manuel de Falla cerraron este concierto dedicado a Paco Marín, merecidísimo, con un altísimo nivel, y motivo de alegría para todos los entusiastas de la guitarra clásica como es el firmante.
Emilio Lacárcel Vílchez