Debut de Poulenc en Les Arts: Les Mamelles de Tirésias

Les Mamelles de Tirésias. Foto: Mikel Ponce

Dentro de la programación del ciclo “Les Arts és formació” los participantes en la presente edición del Centre de Perfeccionament Plácido Domingo han ofrecido la primera ópera de Poulenc que sube a un escenario de Les Arts con una calidad y propuesta interesante tanto en lo musical como en lo escénico bajo las ordenes de Roger Vignoles en lo musical y Ted Huffman en lo escénico.

En la amplia historia de la ópera siempre han convivido las dos mascaras del teatro antiguo, el drama y la comedia, si bien los puristas han ensalzado más la primera reservando la segunda en un segundo escalón necesario y justificado en la medida en que la inspiración musical ha salvado el arte de la sonrisa de dramaturgos con más o menos numen creativo. Pero la verdad es que desde dentro del escenario todos saben que es más difícil arrancar una sonrisa que una lágrima. Hacer reír, reflexionar desde la ironía es más complejo que mostrar la desgracia y miseria del ser humano con dolor.

De ahí que esta ópera de Poulenc que nos ocupa sea una pequeña joya de menos de una hora de duración en que la denuncia, la vida conyugal, el feminismo, la guerra, el sexo y la crisis de la natalidad se traten con humor pero sin perder de vista la acidez de la denuncia y con una música que homenajea la mejor tradición operista francesa desde la melodía de Massenet a la picardía y frescura de Offenbach, pasando por la omnipresencia de la danza que viene de los mejores compositores barrocos galos hasta el cuidado orquestal del Berlioz y el minimalismo de Satie, el music-hall que inspiraría a sus contemporáneos, etc…

Esta ópera bufa en un prologo y dos actos tuvo que esperar su estreno en 1947 a que acabara una guerra mundial, la segunda, y se basa en la obra homónima subrealista del poeta Apollinaire que fue consecuencia de los desastres de la primera donde el mismo escritor luchó, de ahí que la guerra y la llamada a la natalidad aparezca como un tema recurrente como se canta en diversos momentos: “Ecoutez, ô Français, les leçons de la guerre, et fait es des enfants, vous qui n’en faisiez guerre ».

Y otro de los temas que ya marcan tendencia desde la primera aparición de la protagonista Thérèse / Tirésias es su defensa de la igual de derechos entre sexos: “Je suis féministe
et je ne reconnais pas l’autorité de l’homme ».

Más allá de lo sorprendente, vigente y actual de la temática y de su humor pasamos ahora a dar cuenta de la versión que vimos en la Sala Martí i Soler con un aforo que si bien no lo llenaba hay que reconocer que las risas y el entusiasmo del final compensaron los asientos vacíos que en próximas funciones deseamos que se ocupen ante una propuesta tan divertida como adecuada.

Poulenc centra sus tres óperas alrededor de la mujer, siguiendo la estela de otros tantos operistas, de aquí que en la que nos ocupa comenzaremos a hablar de Larisa Stefan, cuya

Thérèse fue muy in crecendo desde su aparición en la escena de cambio de género hasta alcanzar unas cotas muy notables en el dúo final “Qu’importe viens” y salvando todas las dificultades de una tesitura exigente, con agilidades incluidas.

El marido del barítono Joel Williams resistió en un papel largo y lleno de matices tanto en la parte actoral como en una parte vocal compleja , destacando la escena del segundo acto “Ah! c’est fou les joies de la paternité” y en el dúo con Le Gendarme de Oleh Lebedyev y el otro gran dúo con Le journaliste de Joao Pedro Cabral.

Les Mamelles de Tirésias. Foto: Mikel Ponce
Les Mamelles de Tirésias. Foto: Mikel Ponce

Otros de los momentos más conseguidos fueron el dúo de Presto (Omar Lara) y Lacouf (Elías Ongay) “Avec vous vieux Lacouf j’ai perdu au zanzi” y la genialidad de Gonzalo Manglano  como Le Fils en el dúo “Mon cher papa si vous voulez savoir enfin” del segundo acto con el marido.

Igual podríamos alabar el trabajo individual y colectivo de los otros miembros de este cast de doce intérpretes cantantes que por su versatilidad canora y escénica merecieron un sincero aplauso del público.

Respecto a la puesta en escena estuvo llena de momentos y gags divertidos si bien se detectaron dos aspectos que se fueron superando a lo largo de la actuación, uno primero la frialdad del inicio y lo segundo una dirección de escena absolutamente milimetrada por una coreografía de movimientos que a veces rompía la naturalidad.

Una escenografía simple pero funcional con un gran mueble multiusos llenó de sugerencias  el espacio junto con un vestuario realista y elegante de los años 50 y una correcta iluminación conformó un espectáculo del cual les Arts se puede sentir orgullosos de poder exportar a sus otros tres coproductores europeos.

Es una suerte para el público de Valencia poseer esta iniciativa y este equipo gestor del Centre de Perfeccionament que a lo largo de los años ha ofrecido tan buenos (y en muchas ocasiones novedosos) títulos con una calidad muy notable.

Si bien nos perdimos de poder escuchar la orquestación de Poulenc, por el contrario tuvimos el privilegio de asistir a la transcripción para dos pianos que hizo Britten de esta partitura genialmente interpretada  por Jorge Gimenez y un Roger Vignoles que además de tocar el piano se ocupó de los efectos de percusión y de dirigir a los cantastes desde el foso.

El Primer Poulenc de Les Arts ha sido además de una buena elección un éxito que esperemos que pronto se vea ratificado con la ópera grande de este mismo compositor Les Dialogues des Carmélites.

Me gustaría acabar esta reseña con el texto del cuple final lleno de la joie de vivre y de la libertad y tolerancia tan de Poulenc en su traducción al castellano:

“Escuchad, ¡oh, franceses! la lección de la guerra
y tened hijos, vosotros, que no hicistéis esa guerra.
Y si te pica, ráscate.Ama lo blanco y lo negro.
El amor es más divertido cuando cambia.
Es suficiente con sólo verlo”.

Robert Benito