Maestranza Pelléas et Mélisande Por Gonzalo Roldán
El Teatro de la Maestranza abre su primavera musical con la ópera Pelléas et Mélisande de Claude Debussy servida por un estupendo reparto y en una magnífica producción de la Staatsoper de Hamburgo. En esta ópera el compositor explora la capacidad expresiva de un texto lírico puesto al servicio de la partitura, una música claramente impresionista cargada de elementos simbólicos que se plasman no sólo en el paisaje sonoro sino también en los elementos escénicos.
El público de la Maestranza ha podido disfrutar de una ópera poco frecuente en los escenarios, pese a ser una referencia imprescindible del repertorio contemporáneo. Dividida en cinco actos articulados en doce cuadros, la acción transcurre a través de estampas estáticas, impresiones más psicológicas que dinámicas de los estados de ánimo y las situaciones en las que se ven envueltos los personajes. La historia narra un triángulo amoroso entre los hermanos Pelléas y Golaud y la mujer de este último, Mélisande. Sin embargo, la ambigüedad de los diálogos mantiene esta situación entre el deseo carnal y el amor platónico, dejando a ojos del espectador la decisión de si dichos sentimientos son liberados o si se mantienen en el mundo de una imaginada realidad.
El primer gran acierto de esta producción ha sido la escenografía, una magnífica labor creativa de Wolfgang Gussmann que el director de escena Willy Decker ha sabido explorar y revitalizar con gran eficacia para la Maestranza. Los cuadros, de un alto contenido icónico, están concebidos en torno a un espacio central, una fuente circular que muta con aparente economía de medios en múltiples espacios acordes con las necesidades narrativas. En el fondo una enorme mampara semicircular hace las veces de muros del castillo, belvedere, paisaje marino o de indefinido telón luminoso, confiriendo a la escenografía un carácter místico muy a propósito para la historia. Las escenas, conectadas por medio de interludios de carácter atemporal, se ven reforzadas por el espléndido uso de la luz y el color, obra de Hans Toelstede, que con una belleza plástica de múltiples matices cromáticos hace tangible el espacio emocional y contribuyen a crear una atmósfera onírica en torno a los personajes, atrapados sin solución en el devenir de sus destinos.
Este espacio se resuelve hábilmente con elementos escenográficos muy poderosos pese a su sencillez; el agua de la fuente-laguna-gruta marina, solo intuida, es un lugar común en la obra y una poderosa aliada del simbolismo emocional. La torre en la que habita Mélisande, supuesto escenario de su infidelidad con Pelléas, se alza robusta y sugerente frente al espectador, y el velo de la protagonista representa sus largos cabellos, pero también su atrayente belleza que subyuga la voluntad de los protagonistas masculinos. La escenografía se completa con algunas piezas de mobiliario, como los sillones novecentistas que representan el salón del trono, la pasarela de acceso a la gruta o la larga escalera por la que los hermanos descienden a lo más profundo de sus dominios y de sus almas.
En lo vocal, la calidad escénica se vio reforzada por un elenco de gran capacidad expresiva y bondad canora. El trío protagonista, formado por Edward Nelson como Pelléas, Mari Eriksmoen como Mélisande y Kyle Ketelsen en el rol de Golaud, realizó una magnífica labor en la construcción de los personajes. Por encima de la indiscutible calidad vocal de los tres cantantes, la carga emocional que le dieron a su interpretación contribuyó a hacer más creíble y dinámica la historia, de por sí lenta e intencionadamente estática. Con una perfecta dicción del francés y una potencia expresiva digna de reseñar, cada intervención fue de enorme corrección en el desarrollo vocal y en el contenido semántico.
Completan el cuadro de cantantes otros roles de menor importancia, pero igualmente espléndidos. El bajo Jeróme Varnier en el papel del rey Arkel fue rotundo en todas sus intervenciones, llenando la escena con un torrente vocal rico en armónicos y en expresividad. Por su parte, la mezzo Marina Pardo como la anciana Geneviève y la soprano Eleonora Deveze como el niño Yniold completaron el elenco argumental con gran eficacia. Maestranza Pelléas et Mélisande
Este reparto de excepcional calidad e idoneidad para la trama se vio reforzado por una interpretación de la parte orquestal igualmente buena. La Real Orquesta Sinfónica de Sevilla estuvo dirigida por el veterano Michel Plasson, buen conocedor de la música francesa. El director articuló una visión muy dentro de estilo de la partitura, dotando del peso adecuado a las melodías tímbricas, cuya carga simbólica es casi tan importante como la parte vocal. Asimismo, la interpretación de los interludios fue muy oportuna, confiriendo la necesaria solución de continuidad a los cuadros de cada acto y contribuyendo al fluir de la acción argumental. Maestranza Pelléas et Mélisande
En definitiva, se puede afirmar sin lugar a dudas que el Maestranza vivió una noche cargada de magia y de la mejor música, poniendo en escena un Pelléas et Mélisande que será difícil de olvidar. Maestranza Pelléas et Mélisande
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Teatro de la Maestranza de Sevilla, 26 de marzo de 2022. Pelléas et Mélisande de Claude Debussy (1902) con libreto del autor y de Maurice Maeterlinck. Dirección Musical: Michel Plasson. Dirección Escénica: Willy Decker. Responsable de puesta en escena: Stefan Heinrichs. Diseño de escenografía y vestuario: Hans Toelstede. Iluminación: Wolfgang Schünemann. Reparto: Edward Nelson (Pelléas), Mari Eriksmoen (Mélisande), Kyle Ketelsen (Golaud), Jeróme Varnier (Arkel), Eleonora Deveze (Yniold); Marina Pardo (Geneviève); Javier Castañeda (Médico/Pastor). Real Orquesta Sinfónica de Sevilla.
Maestranza Pelléas et Mélisande opera world