Der Rosenkavalier: brillante broche de oro a la Semana Strauss de Berlín

Escena de Der Rosenkavalier en Berlín
Escena de Der Rosenkavalier en Berlín

Termina la Semana Strauss con esta obra maestra de su autor, que ofrecía como principal atractivo la presencia de Anja Harteros en la parte de la Mariscala. Lamentablemente, la soprano alemana no ha acudido a la cita (¿y van?), como me ocurriera hace un par de semanas en Munich. Confieso que entraba en el teatro con malas sensaciones, porque para mí la Mariscala es el personaje más importante de esta ópera y considero a Anja Harteros como la mejor intérprete de este complicado rol. Pese a todo, la representación se ha saldado con un triunfo, a mi parecer excesivo.

La producción escénica lleva la firma de Götz Friedrich, cuyos trabajos han sido una constante en las últimas décadas en la Deutsche Oper, caracterizadas siempre por el buen gusto y su línea tradicional. No es una excepción esta producción de Rosenkavalier, que se estrenara en Febrero de 1993 y ha llega a la cifra de 75 representaciones. La producción es muy clásica, pudiendo decirse que es un homenaje a los nostálgicos, trasladando la acción a los años 20, si bien la Presentación de la Rosa se hace con vestuario del siglo XVIII. La escenografía lleva la firma de Gottfried Pilz, ofreciendo un gran espacio en el primer acto, que separa la habitación de la Mariscala de vestidor por una gran cortina, cuyas aperturas y cierres resultan un tanto molestas y nada aportan. En el segundo acto estamos en una rica mansión llena de lámparas, que arrancó aplausos al levantarse el telón, como si estuviéramos en Estado Unidos. Lo menos conseguido es el tercer acto, como suele ocurrir tantas veces. Se lleva la acción a una especie de cabaret, situándose el lugar del encuentro amoroso de Mariandel y Ochs en el escenario, que no parece lo más adecuado para un encuentro íntimo. El vestuario resulta rico en lo referente a la Mariscala y es también obra de Gottfried Pilz. La iluminación no está a la misma altura y se debe a Duane Schuler. La dirección de escena no tiene nada de particular que no se haya visto en tantas ocasiones. Me pareció que Götz Friedrich intenta ir por caminos un tanto burdos en lo que se refiere al movimiento de los sirvientes de Ochs, que más que patanes son ridículos. También en el último acto su dirección pretende más buscar carcajadas que sonrisas.

Al frente de la dirección musical estuvo Ulf Schirmer, el actual director musical de la Ópera de Leipzig, y maestro muy avezado en este repertorio. Su dirección me resultó buena en general, yendo de menos a más a lo largo de la representación. No fue particularmente convincente en la primera parte del Acto I, mejorando en el acompañamiento al Monólogo de la Marschallin y su dúo con Octavian. Hubo algunos momentos en que el volumen orquestal parecía excesivo, teniendo en cuenta que las voces en el escenario no eran excepcionales. En conjunto ha sido una buena lectura de Rosenkavalier y nuevamente la Orquesta de la Deutsche Oper ha mostrado su gran estado de forma actual.

Como digo más arriba, Anja Harteros canceló su presencia como Marschallin y no es fácil buscar una sustitución adecuada para ella en este personaje. Así lo debieron de entender los muchos espectadores que ofrecían entradas a la puerta del teatro. La sustitución recayó en la soprano alemana Michaela Kaune, que ha cantado el personaje en muchas ocasiones, incluso en este mismo teatro. No diré que es una Marschallin excepcional, pero sí que es una intérprete de todo respeto. Para ser una gran Mariscala le falta mayor amplitud a su instrumento y mayor nobleza, pero su interpretación fue muy convincente, aunque hubiera momentos en el tercer acto en que quedaba algo tapada por el volumen orquestal. En resumen, una sustitución afortunada, aunque no me hiciera olvidar, ni mucho menos, a Anja Harteros.

La mezzo soprano Daniela Sindram fue una buena intérprete de Octavian, no particularmente brillante, pero sí musical y adecuada. No es culpa suya que fuera poco creíble la composición escénica del dúo Mariscala-Octavian, ya que su edad era muy similar. Me resultó más convincente como Octavian que como Mariandel.

Escena de Der Rosenkavalier en Berlín
Escena de Der Rosenkavalier en Berlín

En cambio no me resultó convincente la actuación de Albert Pesendorfer como Ochs. No es el bajo que requiere el personaje, sino más bien un bajo barítono, con un timbre un tanto impersonal. Las notas bajas a las que tiene hacer frente el Barón Ochs fueron prácticamente inaudibles en su caso. Como actor lo hizo bien, sin especial relieve.

La soprano australiana Siobhan Stagg fue una adecuada Sophie, con un centro atractivo y buena desenvoltura escénica. En las notas más altas hay una cierta acidez en su timbre. Es joven y puede hacer carrera. Buena la actuación del barítono Michael Kupfer-Radecky en la parte de Faninal, adecuado vocal y escénicamente.

Lo hicieron bien los dos intrigantes italianos, que eran el tenor Patrick Vogel (Valzacchi) y Stephanie Lauricella (Annina). El Tenor Italiano era Matthew Newlin, que tuvo que luchar con la endiablada tesitura de su aria, viéndosele forzado.

Sonoro el Comisario de Policía de Seth Carico. Peter Maus fue el incombustible Mayordomo de la Mariscala, mientras que Jörg Schörner lo era de Faninal.

La Deutsche Oper estaba prácticamente llena, con algunos huecos dejados por los que decidieron no asistir a la representación por la comentada cancelación de Anja Harteros. El público se mostró sumamente complacido con el resultado de la representación, con muestras de entusiasmo para las 3 protagonistas femeninas y para Ulf Schirmer.

La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 4 horas y 35 minutos, incluyendo dos largos intermedios. Duración musical de 3 horas y 17 minutos. Ocho minutos de aplausos

El precio de la localidad más cara era de 95 euros, habiendo butacas de platea al precio de 54 euros. La entrada más barata costaba 30 euros. Una simple operación matemática dice que por 270 euros se ha podido asistir en butaca de platea a las cinco óperas de Richard Strauss. Quien tenga oídos para oír, que oiga.

José M. Irurzun