Der rosenkavalier. R. Strauss. Munich

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Nationaltheater de Munich. 29 Julio 2014.
Hacía ahora 3 años de la última vez que asistí a un Rosenkavalier en Munich. Aquélla fue una ocasión memorable, al contar en el reparto con una Mariscala auténticamente prodigiosa, interpretada por Anja Harteros. En esta ocasión el resultado no ha estado a la misma altura, repitiendo producción y dirección musical, pero el reparto vocal no ha alcanzado la excelencia.
Una vez más se ofrecía la producción de Otto Schenk, que sigue siendo una auténtica garantía de belleza escénica, aparte de buen gusto. Esta producción se estrenó en este teatro en 1972, es decir hace ya 42 años. Desde entonces sus reposiciones nunca ha faltado a la cita en Munich, como tampoco lo han hecho las otras dos producciones que hizo Otto Schenk de Rosenkavalier para Viena y Dusseldorf, que son muy similares y siguen gozando de buena salud, a juzgar por sus continuas reposiciones escénicas.
La escenografía y el vestuario son obra de Jürgen Rose y ambos son tan espectaculares y bellos como cabe esperar de este artista. Una bellísima y un tanto recargada habitación de la Mariscala en el primer acto, una espectacular mansión de Faninal en el segundo, que arrancó aplausos espontáneos del público al levantarse el telón, mientras que el tercer acto pierde bastante en belleza y espectacularidad. En la dirección escénica de Otto Schenk no hay relecturas, sino buen gusto y puesta permanente al servicio del texto y de la partitura. Muchos considerarán que estas producciones están anticuadas, pero yo no comparto esa idea. Lo bello nunca queda anticuado. El día que retiren esta producción sería bueno que no la destruyeran y que se pudiera ver en algún museo de la ópera. Donde menos me ha convencido la dirección de Otto Schenk ha sido en el tercer acto, en el que todo el juego de las máscaras me ha parecido excesivamente infantil. En cualquier caso, una producción del agrado del público, con el que cada vez cuentan menos los directores de escena y de los propios teatros.
La dirección musical estuvo encomendada a Constantin Trinks, que lleva una carrera ascendente, siendo su presencia bastante habitual en los principales teatro de ópera alemanes en los últimos 3 años. Su dirección se ha caracterizado por la seguridad que ha demostrado en el podio, aunque los resultados me han parecido un tanto irregulares. He echado en falta matices, tan esenciales en esta ópera de Richard Strauss. De hecho, su lectura me ha parecido una copia de la que ofreció hace ahora 3 años. El primer acto, hasta la aparición de la pléyade de servidores y vendedores, me pareció excesivamente ruidoso, como también me lo pareció en algunos pasajes de los otros dos actos. Hubo otros momentos de calidad indudable, especialmente todo el acompañamiento orquestal en la segunda parte del primer acto, de una delicadeza indudable. Se echó en falta mayor emoción e inspiración en los momentos clave del último acto. Cuando el trío de mujeres y el dúo final no producen escalofríos en el espectador, la dirección musical queda corta. Y así fue. En resumen, me ha parecido una dirección prometedora, si evolucionara a mayores cotas de calidad, pero parece que estos 3 años no han servido para ello. Muy buena la prestación de la Bayerisches Staatsorchester, que parece llevar la música de Strauss en los genes.

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Alice Coote y Soile Isokoski
Der Rosenkavalier, es decir Octavian, fue interpretado por la mezzo soprano británica Alice Coote, que no me ha dejado una gran impresión. A mi parecer resulta inferior a Sophie Koch, que tantas veces ha cantado el personaje. La británica es una intérprete sensible, con una voz atractiva en el centro, pero con el grave problema de que el tercio agudo cambia una tanto de color y muestra estridencias claras. La sublime música de Richard Strauss exige una gran belleza vocal y Alice Coote se queda corta.
La soprano finlandesa Soile Isokoski fue la Marschallin y tuvo que luchar con el recuerdo de las grandes intérpretes del personaje. Su actuación me resultó un tanto irregular. Siempre ha sido una intérprete sensible y de buen gusto, lo que en principio le hace ser muy adecuada para cantar el personaje. Su mayor problema es que su voz se ha reducido en los últimos años y hoy queda corta de amplitud. Tuvo momentos notables, especialmente el dúo con Octavian que cierra el primer acto, en el que la soprano tradujo muy bien toda la emoción y la melancolía de la Mariscala. En cambio, el esperado monólogo que precede al mencionado dúo pasó un tanto desapercibido. En el maravilloso terceto del acto final exhibió buen gusto y musicalidad, pero se echó en falta mayor amplitud.
El bajo británico Peter Rose se ha convertido en el actual titular indiscutible del Barón Ochs. Su domino escénico es impresionante, a la altura de los grandes intérpretes de los últimos años, aunque vocalmente no está al mismo nivel que lo que los Kurt (Moll y Rydl) nos ofrecían en este personaje hace unos años.

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Martin Gantner, Peter Rose y Golda Schultz
Sorpresa muy agradable la actuación de la soprano Golda Schultz en la parte de Sophie. Esta soprano sudafricana estudió en la famosa Julliard School de Nueva York y lleva un par de años en la compañía de Munich. Su actuación fue lo mejor de todo el reparto, ofreciendo una preciosa voz de soprano ligera, con más cuerpo que lo que suele ser habitual en su cuerda. No tiene problemas para que su voz llegue al auditorio y es una notable cantante. Creo que oiremos mucho hablar de ella, si no se malogra.
Muy adecuado el Faninal del barítono Martin Gantner, auténtico especialista en el personaje. Salió muy airoso del trance de cantar el aria del cantante italiano el tenor coreano Yosep Kang, que exhibió una voz de calidad y superó las dificultades de la partitura.
El resto de personajes estuvo bien cubierto, comenzando por la pareja de intrigantes formada por Ulrich Ress (Valzacchi) y Heike Grötzinger (Annina). Ingrid Kaiserfeld repitió como Marianne y lo hizo bien, un tanto destimbrada por arriba.
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Golda Schultz y Alice Coote
Nuevamente, el Nacionaltheater ofrecía un lleno total, dedicando los espectadores una cálida recepción a los artistas, siendo las mayores ovaciones para Golda Schultz y Peter Rose, en este orden.
La representación comenzó con 5 minutos de retraso y tuvo una duración total de 4 horas y 33 minutos, incluyendo dos intermedios. Duración musical de 3 horas y 15 minutos, exactamente igual que hace 3 años. Nueve minutos de aplausos, los dos últimos un tanto arrastrados.
El precio de la localidad más cara era de 163 euros, habiendo butacas de patio por 142 y 117 euros, éstas las más laterales. En los primeros pisos las localidades oscilaban entre 91 y 64 euros, mientras que en los pisos más altos el precio era de 39 euros, que pasaban a 15 y 11 euros paras las de visibilidad muy reducida.
José M. Irurzun.