Der Rosenkavalier. Strauss. Dusseldorf

Caballero-rosa.-Duseldorf

Dusseldorf Opernhaus. 1 de marzo de 2014.

Esta producción de Otto Schenk es una joya primorosamente guardada (y exhibida) por la Deutsche Oper am Rhein. Del creador escénico austriaco existen en activo tres diferentes propuestas de Der Rosenkavalier. Una es la famosísima de la Staatsoper de Viena, estrenada en 1968, y la otra la impactante de la Bayerische Staatsoper de Múnich de 1972. La que aquí nos ocupa fue estrenada en 1981 y en este año, 150 aniversario del nacimiento de Richard Strauss, atinadamente la compañía operística del Rin la ha subido al escenario. La belleza del planteamiento en general, la fidelidad al texto, la delicada creación de los diversos ambientes, el buen gusto en los detalles, y sobre todo, la magistral dirección de actores son aspectos comunes en los tres montajes. Sin embargo, en Dusseldorf el tamaño de la sala y del escenario hace que todo sea un poco más íntimo. Comparando con las citadas producciones de Viena y Múnich (ambas en formato audiovisual) con esta, la escenografía (Bert Kistner) es menos dispersa y centralizada y el vestuario (Gabriele Frey) quizá más cómodo. Se perciben las miradas de complicidad o animadversión entre los personajes, potenciando la retroalimentación con el público. Una maravilla visual o, mejor aún, “audiovisual” porque el factor musical estuvo a un nivel que nada podía envidiar a otros teatros de más renombre en el circuito europeo. Algún tempo demasiado lento en el primer acto podría discutirse, pero en general la dirección de Axel Kober fue estupenda y la prestación de la orquesta titular del teatro digna de elogios. El sonido redondo, con refinadas trasparencias en las cuerdas. La manera en que abordaron los valses memorable y el terceto final embriagador. La soprano Camilla Nylund fue una Mariscala con clase, matices y proverbial elegancia. Sabe cantar con un material que no es extraordinario y convence como actriz. Era artista invitada y el público aplaudió con estruendo su presencia al final del primer acto y de la representación. Al igual que a Lars Woldt por su Baron Ochs de genereso caudal sonoro y naturalidad escénica. El resto de personajes fueron interpretados por miembros del conjunto estable de artistas que no desmerecieron en la comparación con los invitados. La voz oscura de la mezzosoprano polaca Katarzyna Kuncio fue el vehículo perfecto para comunicar los sentimientos de Octavian. Anke Krabbe, con su musicalidad y belleza tímbrica dio realce al personaje de Sophie y Stephan Heidemann exhibió una elegante línea de canto como Faninal. La larga lista de personajes secundarios estuvieron defendidos con autoridad, destacando el tenor Jussi Myllys (un cantante) y la mezzosoprano Susan Maclean (Annina).

*Federico FIGUEROA.