Operahaz de Budapest. 31 Mayo 2014.
La Mujer Sin Sombra es una de las operas más difíciles de montar y pocas veces se puede salir con buen pie del reto de representarla, a menos que se trate de algunos de los grandes coliseos de ópera en el mundo. A las dificultades escénicas, al tratarse de una obra de corte fantástico, se unen grandísimas exigencias orquestales y, para terminar, hacen falta cinco cantantes muy importantes en los personajes principales y además que tengan voces de las que escasean tanto hoy en día. Ofrecer todo esto por una compañía de ópera, contando únicamente con sus medios propios es casi más una ilusión que una realidad. Sin embargo, en Budapest se ha conseguido el éxito. Los milagros todavía existen.
La producción se debe a Janos Szikora, que resuelve con imaginación las dificultades escénicas de la obra. La escenografía de Balasz Horesnyi consiste en un espacio único y desnudo para los tres actos, viniendo a representar una especie de sala de un observatorio astronómico, en forma circular, con dos columnas y un techo abierto. Para las distintas escenas utiliza la parte superior del escenario, donde se sitúan unas pantallas, en las que unas veces se proyectan imágenes en blanco y negro de lo que acontece en el escenario y otras, proyecciones alusivas a la trama. De esta manera se consigue dar una gran agilidad a los cambios de escena, ambientando debidamente la compleja trama. El vestuario de Kati Zoob no resulta muy convincente ni brillante. La dirección escénica me parece ingeniosa y bien desarrollada, con un buen trabajo en la dirección de actores, especialmente en lo que se refiere a las tres protagonistas femeninas.
La dirección musical estuvo en las manos del húngaro Peter Halasz, el actual director musical de la Ópera de Budapest. A sus 38 años Peter Halasz es toda una revelación en el podio. Es la primera vez que le veo dirigir y el resultado de su actuación me ha resultado impresionante. Pudo quizá faltar algo más de fantasía en el primer acto, pero en los dos últimos su dirección fue irreprochable. La Orquesta de la Óperahaz de Budapest tuvo una magnífica actuación, con una brillantez digna de elogio, sin que pudiera escuchar ni el más mínimo fallo. Destacaría la interpretación del maravilloso solo de violín que escribió Richard Strauss para el tercer acto de la ópera.
Esta ópera necesita 5 grandes solistas y es siempre un auténtico rompecabezas para cualquier teatro que quiere representarla, ya que las dificultades, especialmente en 4 de ellos, son extraordinarias. La Ópera de Budapest lo ha resuelto de manera muy brillante con artistas de la compañía y únicamente ha ofrecido un cantante invitado en la parte de Barak.
Eszter Sümegi fue una Kaiserin espectacular, la mejor de todo el reparto, en el que hubo mucho de bueno. No la había escuchado desde hacía casi 10 años, cuando ella estaba en la Ópera de Frankfurt, y la he encontrado en una gran forma vocal. El personaje de la Emperatriz es de lo más difícil que se ha escrito, ya que necesita un gran poderío, además de ser muy expuesta por arriba y hay que echar mano de agilidades. Vamos, un auténtico regalito. Pues bien, Eszter Süumegi lo resolvió perfectamente, cantando además de manera muy expresiva y llegando a emocionar a la audiencia.
La Tintorera, la mujer de Barak, es otro de los personajes imposibles de cantar. Hace falta una auténtica soprano wagneriana, una Brünnhilde o una Isolde, para hacer frente a las exigencias de la partitura. La también húngara Szilvia Ralik lo hizo muy bien. La voz no tiene un poderío extraordinario, pero corre estupendamente, acompañada de una figura atractiva y una notable facilidad escénica. Demostró grandes dosis de arrojo, haciendo frente siempre a las grandes dificultades vocales, quedando únicamente apretada en las notas más altas, en las que la afinación no era perfecta.
La tercera fémina en el reparto es la Nodriza, que fue interpretada por Ildiko Komlosi. También aquí estamos en un personaje erizado de dificultades, ya que se mueve casi entre la tesitura de una contralto y la de una soprano. Ildiko Komlosi ha sido una gran cantante, posiblemente la más conocida de Hungría tras la retirada de Eva Marton. Hoy su voz ha perdido frescura, pero la intérprete lo compensa con una actuación intachable y emocionante.
Heiko Trinsinger fue el único artista invitado y nos ofreció un convincente Barak. Este barítono alemán está enrolado en la Ópera de Essen y no es habitual verle fuera de dicha ciudad. Tiene una voz atractiva y homogénea y canta con gusto, expresando perfectamente los sentimientos y la bondad del personaje del tintorero Barak.
El Emperador fue interpretado por el tenor húngaro Istvan Kovacshazi, cuya actuación no tuvo el mismo relieve que la de sus colegas anteriores. La voz tiene amplitud y el timbre tiene cierto atractivo, pero le falta mayor soltura y mayores dosis de emoción en su canto. No es tampoco una parte fácil de cubrir y el húngaro lo hizo de forma satisfactoria.
Los personajes secundarios no estaban al mismo nivel, pero cumplieron bien. Erika Markovics lo hizo bien en la parte del Halcón. Sin mayor relieve el Mensajero de Keikobad, interpretado por Zsolt Haja. Ingrid Kertesi ofreció una voz de volumen reducido en el Guardián del Templo. Los hermanos de Barak cumplieron bien con su cometido. Eran Lajos Geiger (Tuerto), Ferenc Cserhalmi (Manco) e Istvan Horvath (Jorobado).
El teatro ofrecía una entrada de alrededor del 90%, con el patio de butacas prácticamente lleno. El público, que me parece más frío que en otras partes de Europa, ofreció una acogida entusiasta a los artistas, con sonoros bravos para Eszter Sümegi, Szilvia Ralik, Heiko Trinsinger e IldikoKomlosi, así como a Peter Halasz y su estupenda orquesta.
La representación comenzó nuevamente con 6 minutos de retraso y tuvo una duración de 3 horas y 47 minutos, incluyendo dos intermedios. Duración musical de 3 horas justas. Nueve minutos de entusiastas aplausos.
El precio de la localidad más cara era en esta ocasión de 50 euros, habiendo butacas de platea por 40 euros. La entrada más barata con visibilidad plena costaba 15 euros. Las había también por 5y 2 euros, con visibilidad limitada. ¿Hay quién dé más?
José M. Irurzun