Un acercamiento al mito María Callas donde música y teatro van de la mano, en un entorno desprovisto de grandilocuencias escenográficas que invita a la intimidad, la Sala Verde de los Teatros del Canal. Esta es la apuesta de Albert Boadella con su nueva obra titulada Diva. Diva, los últimos días del mito María Callas
El dramaturgo y director nos traslada al hogar parisino de María Callas, donde la diva vive confinada en compañía de Ferruccio, su mayordomo, pianista, confidente y en definitiva, la única persona que, a estas alturas, le aguanta sus desvaríos. El texto da pistas para suponer que estamos en 1976, un año después de la muerte de Aristóteles Onassis y un año antes de la muerte de la cantante griega. A partir de ahí, Boadella echa al vuelo su imaginación para crear una serie de situaciones rocambolescas en torno a la diva, como cuando Ferruccio le confiesa que la ama, quizá la gran sorpresa de la obra. Esta resulta algo lineal y por momentos demasiado críptica para aquellos espectadores que, escasos de de conocimientos callistas, ni captan referencias ni logran dar sentido a numerosas frases. Además, la dramaturgia hace un alarde innecesario de poliglotismo, pues María y Ferruccio hablan, además de castellano, griego, italiano e inglés y, a Toy (el perro de la Diva) le hablan en francés, de modo que es conveniente haber pasado por la Escuela de idiomas antes de ir a ver la función.
En cambio, los dos artistas sobre el escenario están estupendos. La soprano María Rey-Joly nos muestra a una mujer vulnerable, vencida por la vida y entregada a su pasado. El tenor Antoni Comas se desdobla magistralmente como Ferruccio y Aristóteles Onassis, por imposición de su ama, y logra conmover hasta a las butacas cuando canta Il mondo. La música de las arias que canta la Callas fue grabada por la Real Filharmonia de Galicia bajo la dirección de Manuel Coves y Rey-Joly luce bien en todas ellas, especialmente en el “Ave María” del Otello de Verdi y con “Sola, perduta, abbandonata” de Manon Lescaut de Puccini. Comas canta acompañándose al piano con diversas voces, todas suyas, y con todas da en el clavo en cada momento de la obra. A pesar de que la dirección de actores les lleva al límite de su capacidad en una obra llena de clichés que raya por momentos en la parodia, son sin duda los intérpretes quienes salvan este nuevo proyecto de Boadella. El sobresaliente diseño de sonido de Pedro Lastra también es de gran ayuda en esta obra lírica-teatral. Diva, los últimos días del mito María Callas
El desamor, el desencanto y la incapacidad de entender lo que pasaba a su alrededor llevaron a Maria Callas, la Diva, a vivir enclaustrada en su casa los últimos años de su vida. Boadella se la imagina como una persona caprichosa y superficial, lo cual es tan válido como imaginarse lo opuesto. En cualquier caso es una figura, la Callas, que atrae al público, como queda patente en una taquilla con las entradas agotadas para todas las funciones de este mes y que va a ofrecer una prórroga de ocho funciones en febrero, de momento.
Federico Figueroa