Tipos de aria Por Majo Pérez

Una lectora muy maja de Elche, tras leer el artículo Una psicóloga llamada ópera, me escribió pidiéndome más detalles sobre esta manera tan peculiar que tienen mis amigas de procesar las peripecias del destino. En concreto, quiere saber cuántos tipos de arias hay para ver cuáles podría aplicar a “su anodina existencia”. Aprovecho, pues, que anteayer estuve con mis amigas en el inicio de la temporada de la ópera de Oviedo, donde disfrutamos de lo lindo, para responder a esta petición. Pero antes de entrar en materia, necesito hacer un par de aclaraciones. En primer lugar, mis amigas me instan a que precise que ellas no solo son fans de la ópera, sino también de la zarzuela, y que lo mismo se marcan un aria di sorbetto que la romanza más castiza. En segundo lugar, que nadie se lleve a engaño: las aventuras no llaman a nuestra puerta y nos pillan en zapatillas de andar por casa. Las aventuras están ahí fuera y hay que ir a buscarlas. Así que, querida lectora, terminarás cantando tantos tipos de arias (y romanzas) como te propongas; basta con que abras tu mente y vayas más a menudo al teatro.
La clasificación de arias que ofreceré a continuación gracias a la inestimable ayuda de mis amigas no responde a criterios académicos ni es exhaustiva. Algunos tipos han surgido de la libre interpretación que hacemos del repertorio operístico y de nuestra fascinación por ciertas intérpretes, por lo que no queremos que ningún prócer de la musicología nos venga a dar aburridas lecciones al respecto. Ahí van:
Aria da capo: típica de la ópera de los siglos XVII y XVIII cuya estructura ternaria A-B-A’ permitía a los cantantes exhibir su virtuosismo vocal. Nos echamos un aria da capo cuando, en una situación desafiante o peliaguda, nos vamos creciendo y terminamos desplegando todo nuestro poderío. Aplíquese por ejemplo a esas noches en las que ligas con alguien que está aparentemente por encima de tus posibilidades y sin embargo termina subyugado a tus encantos.
Aria di bravura (o di carattere): es similar a la anterior, solo que con el aria di bravura se entra directamente a saco, desde la convicción de que tenemos la sartén por el mango y de que hemos nacido para triunfar.
Aria d’ombre: se recurre a ella en un momento de soledad y abandono en el que resurge el recuerdo de un ser desaparecido. Se suele reservar para esos momentos de nostalgia en los que nos acordamos de un ex o de un amor que no fue. A veces llegamos incluso a divisarlo volviendo una esquina o subiendo a un taxi.
Aria di imitazione: técnicamente, este tipo de aria toma como modelo el sonido que produce un animal o un objeto, a menudo el canto de los pájaros. Se puede usar en situaciones muy diversas, como por ejemplo para rellenar incómodos silencios, llamar la atención sobre nuestra persona o contrariamente, como versión lírica del “donde fueres, haz lo que vieres” si lo que necesitamos es mimetizarnos con el entorno.
Aria di baule: serie de arias que son del gusto del intérprete y que este puede interpretar aunque no pertenezcan a la ópera que se está representando. Nos marcamos un aria di baule cuando utilizamos nuestras armas de seducción para conseguir algo que no viene al caso, un caprichito.
Aria di pazzia: característica de las óperas belcantistas, aunque ya existía con anterioridad. Como su nombre indica, es un aria de locura, interpretada por el cantante cuando la situación le ha hecho perder los estribos. El aria di pazzia se canta para dar a entender a la otra persona que no aguantamos más, que hemos llegado al punto de no retorno.
Aria di sorbetto: propia de principios del siglo XIX en Italia e interpretada por un personaje secundario hacia el final del espectáculo, momento aprovechado por los vendedores de helados y sorbetes para ofrecer sus productos entre el público. Dado que son arias sin demasiada importancia para el argumento, mis amigas las usan para demostrar desinterés y zafarse de una situación que ya no les conviene.
Aria di damisela o arietta: se diferencia de la anterior en que esta sí es importante para la historia. Mis amigas la interpretan cuando quieren ligar en una discoteca y no pueden desvelar a sus pretendientes que son mujeres cultas, exitosas en sus trabajos y empoderadas. Para evitar la espantada o males mayores…, tienen que decirles que son dependientas de Mango. Sin embargo, cuando el pretendiente resulta ser un pez gordo, mis amigas no dudan en arrancarse con una romanza de las de “no tengo dinero para sacar el mantón de manila de la casa de empeño”.
Aria di sortita: contrariamente a lo que nos puede hacer creer su denominación, es el aria con el que un personaje principal hace su primera aparición en el escenario. Al finalizar, era frecuente que los grandes intérpretes hicieran mutis por el foro para intentar arrancar los aplausos del público. Vulgarmente, cantamos esta aria cuando nos hacemos rogar a fin de aguijonear el interés de nuestros admiradores.
Aria della lettera: es el contrapunto del aria di sortita. La entonamos cuando sucumbimos a la impaciencia y terminamos enviando un mensajito (entiéndase whatsapp) a alguien que nos prometió escribir y pasa el tiempo y no lo hace.
Aria di tempesta: estas arias trazan un paralelismo entre la violencia de las pasiones y la de los elementos naturales, dando lugar a vocalizaciones exacerbadas y cambios de registro. Ideales para reflejar el desgarro de un dilema, una pérdida o una desilusión.
Las variaciones de Giuditta Pasta: No se trata de una aria, sino de una manera de interpretar cualquier tipo de las arias anteriormente mencionadas. Cantar el aria “con las variaciones de Giuditta Pasta” significa que hemos tenido que saltarnos la partitura, esto es, poner en práctica un plan B porque la cosa se había puesto difícil.
Como ya he apuntado, a esta docena de arias podríamos añadir otras tantas. El repertorio barroco es especialmente rico en clasificaciones de esta naturaleza. Aria di passione, aria di speranza, aria di gelosia, aria di vendetta, aria di lamento, aria di sentimento son, entre otras, algunas denominaciones más que podemos encontrar. Y es que los amantes de la ópera sabemos que hay un aria para cada momento de la vida, por eso no podemos dejar de ir al teatro. De todos modos, mis amigas me mandan hacerles una última advertencia: no olviden que un cantante bien experimentado se lo canta todo: recitativo, aria y cabaletta. Yo debo dejarles ya, pues tengo que calentar la voz para mi próxima aventura.