THOMAS ADÈS: “The Tempest”. Simon Keenlyside, Audrey Luna, Alan Oke, Isabel Leonard, Alek Shrader, William Burden, Toby Spence, Kevin Burdette, Iestyn Davies, Christopher Feigum, John del Carlo. Coro, Orquesta y Ballet del Metropolitan Opera House. Dirección musical: Thomas Adès. Dirección escénica: Robert Lepage. Decorados: Jasmine Catudal. Vestuario: Kym Barrett. Vídeo: David Leclerc. Coreografía: Crystal Pite. Grabación en vivo: Nueva York, Metropolitan Opera House, 10-XI-2012. Deutsche Grammophon 073 4932 (1 DVD).
Nacido en Londres el 1 de marzo de 1971, Thomas Adès es uno de los más destacados compositores británicos de hoy, cuya obra aún es, por desgracia, poco conocida entre nosotros. Tras su formación en el prestigioso King’s College de Cambridge, estudió piano en la Guildhall School of Music and Drama de la capital inglesa. Entre 1993 y 1995 fue compositor residente de la Orquesta Hallé de Manchester, y su consagración internacional llegó en septiembre de 2002, cuando Sir Simon Rattle eligió su obra “Asyla” para su concierto de presentación con la Filarmónica de Berlín. A ésta le siguió su segunda ópera, “The Tempest” (La Tempestad), en febrero de 2004. Al año siguiente presentó su “Concierto para violín y orquesta” en los BBC Proms, y en 2007 su segunda partitura para Simon Rattle, “Tevot”, un encargo de la Filarmónica de Berlín y el Carnegie Hall de Nueva York. En la actualidad es director artístico del Festival de Aldeburgh, como sucesor de Benjamin Britten y Murray Perahia.
Thomas Adès ha sentido desde siempre una gran atracción por la escena, como ya demostró en su primer trabajo teatral, “Powder Her Face”, una ópera de cámara en dos actos, con libreto de Philip Henscher, cuyo título podríamos traducir por “Empolvando su rostro”. Nació por encargo del Teatro Almeida de Londres para el Festival de Cheltenham, donde se estrenó el 1 de julio de 1995 bajo la dirección de Brad Cohen y la soprano Jill Gomez como protagonista. El tema gira en torno a la «duquesa sucia» («Dirty Duchess») Margaret Argyll, cuyas hazañas sexuales fueron motivo de escándalo y cotilleo en 1963 durante su proceso de divorcio. La ópera es explícita en su lenguaje y detalles. Las críticas fueron buenas en general, pero la ópera se hizo tristemente célebre por la representación musical de una felación, y hasta la emisora de radio británica Classic FM la consideró inadecuada para transmitirla. A pesar de ello, el Channel 4 inglés realizó una película para televisión que fue ofrecida en las Navidades de 1999. La música combina influencias que van desde Alban Berg, Igor Stravinsky y Benjamin Britten hasta Kurt Weill y los tangos de Astor Piazzolla de modo ingenioso y extremadamente personal. El reconocido crítico Alex Ross escribió: “Los recursos armónicos de Adès poseen un poderoso impacto teatral y un reiterado sentido de la belleza”.
Tras el éxito de “Powder Her Face”, la Royal Opera House, Covent Garden encargó una nueva ópera a Adès a finales de la década de los noventa, ya con un potencial canoro y orquestal en toda regla. El compositor empezó a trabajar sobre una versión poética de la masacre de Jonestown, ocurrida en Guyana en 1978, pero consideró imposible ponerle música. Finalmente, el texto que necesitaba surgió de una colaboración con la libretista australiana Meredith Oakes, a partir de “The Tempest” (La Tempestad), la enigmática obra de teatro final de William Shakespeare -que, por cierto, serviría también de base al espléndido ‘pasticcio’ sobre música barroca de Haendel, Vivaldi, Rameau, Purcell y otros elaborado por Jeremy Sams, “The Enchanted Island” (La isla encantada), que actualmente se encuentra en el repertorio del Metropolitan Opera House, el teatro que la comisionó-.
La nueva ópera surgió en coproducción con el Teatro de la Ópera de Copenhague y la Ópera Nacional del Rin en Estrasburgo, y tuvo un clamoroso estreno en Londres el 10 de febrero de 2004, bajo la batuta del compositor y con un reparto que incluía, entre otros, a Simon Keenlyside, Cindia Siedèn, Ian Bostridge, Gwynne Howell, Lawrence Zazzo y Christopher Maltman, entre otros (la obra requiere un amplísimo elenco, además de un extenso contingente coral e instrumental), siendo desde entonces representada en varios teatros con el mismo éxito. A los EE.UU. llegó a la Ópera de Santa Fe el 29 de julio de 2006, dirigida musicalmente por Alan Gilbert, con Rod Gilfry, Toby Spence, el veterano Chris Merritt como Alonso, rey de Nápoles (papel que había estrenado en la capital británica el malogrado Philip Langridge) y la citada soprano de coloratura sueca Cindia Siedèn, que hizo del estratosférico papel de Ariel uno de sus principales caballos de batalla.
El Metropolitan de Nueva York la presentó en noviembre de 2012, con el propio Thomas Adès en el foso (quien, en el documental que se acompaña, resulta absolutamente encantador y muy colaborador con todos los músicos y los cantantes a la hora de explicarles una escritura bastante compleja en todos los aspectos, pero sin duda absolutamente eficaz) y una espectacular producción del canadiense Robert Lepage, quien utiliza todos los trucos de su imaginario escénico en un montaje realmente mágico y muy ingenioso, que convierte la isla shakesperiana en una sala de ópera tan emblemática como La Scala de Milán, estableciendo con ello un fascinante juego de teatro dentro del teatro.
Y con un reparto de lujo, en el que hay que citar en primerísimo lugar a Simon Keenlyside como Próspero. El barítono inglés ha incorporado al desterrado duque de Milán en casi todas las ocasiones, lo que se traduce en un absoluto dominio del nada fácil papel, en el que puede desplegar (tanto como en Wozzeck, Pelléas, el Hamlet de Thomas u otras de sus muchas especialidades) sus altas cualidades como actor-cantante y moderno intérprete. La soprano norteamericana Audrey Luna está deliciosa como Ariel, y parece disfrutar enormemente de las acrobacias tanto vocales como físicas del espíritu del aire, al que el regista hace lucirse sobremanera subida a una gran lámpara. Magníficos también Alan Oke en el “salvaje” Calibán, Isabel Leonard y Alek Shrader en la pareja de enamorados, Miranda y Ferdinando (hijos de los respectivos rivales), y el ascendente contratenor inglés Iestyn Davies –que esta misma temporada ha sido un excelente Oberón del Sueño de una noche de verano de Britten también aquí- como el bufón Trínculo, así como el tenor Toby Spence en Antonio, el usurpador hermano del protagonista (que también encarnó en su creación londinense). En suma, una ópera de nuestros días absolutamente disfrutable.
Rafael Banús Irusta