El Ballet de la Ópera Eslovena se estrena en Madrid con nuevo director, Renato Zanella

Ballet de la Ópera Eslovena  Cristina Marinero

El Ballet de la Ópera Eslovena presenta el espectáculo Wind en los Veranos de la Villa                            (c) Lukasz Michalaz

Patio de Conde Duque. Madrid, 11 de agosto. El pasado 25 de junio, la República de Eslovenia celebró 30 años de su independencia, proclamada tras la guerra más breve, de solo diez días, de las ocurridas en la antigua Yugoslavia en los años 90. Sí, recuerdan bien, de 1991 a 2001 se desarrolló la tercera guerra de los Balcanes por la que se independizaron las repúblicas que formaban la antigua Yugoslavia. Fue el conflicto bélico más cruento en suelo europeo desde la II Guerra Mundial…

Este apunte nos sirve para situar en el mapa y en la reciente historia a este país adherido a la Unión Europea en 2004 y que adoptó el euro como moneda tres años después, territorio que siempre formó parte de los reinos e imperios de Centroeuropa, de religión católica y protestante.

Para conmemorar el citado 30º aniversario de su independencia, los actos en la capital, Liubliana,  también incluyeron danza. Renato Zanella (Verona, 1961) es, desde enero de este todavía incierto 2021, el nuevo director del Ballet del Teatro Nacional de la Opera Eslovenia-Liubliana  y creó para los primeros bailarines Nina Noč y Lukas Zuschlag un paso a dos sobre la composición V Noči (En la noche), del compositor esloveno Fran Gerbič, en esa gala.  Seguimos viendo, de nuevo, cómo en la mayoría de los países europeos la danza tiene su sitio importante en las conmemoraciones de Estado…

Nina Noč y Lukas Zuschlag, primeros bailarines del Ballet de la Ópera Eslovena                                     (c) Lukasz Michalaz

El exbailarín, coreógrafo y director fue discípulo de la prestigiosa maestra Rossella Hightower, en su centro de Cannes, y bailarín en el famoso Ballet de Stuttgart (Alemania), en los años ochenta.  Zanella ha aterrizado en la dirección de la compañía de ballet de Liubliana tras haber dirigido el Ballet Nacional de Grecia y otras formaciones, pero su nombre es reconocido en el mundo desde que fue director del Ballet de la Opera de Viena, de 1995 a 2005.

Para esta compañía creó las dos coreografías que la compañía eslovena ha traído al escenario de Veranos de la Villa, estrenándose en la ciudad con tres actuaciones del  11 al 13 de agosto, y que han unido bajo el título Wind. Esta presentación del Ballet del Teatro Nacional de Opera Eslovenia-Liubliana se realiza también coincidiendo con la presidencia del país en el Consejo de la Unión Europea.

En la primera parte del programa se vio el Concierto para piano n.º 5 en mi bemol mayor, op. 73, de Ludwig van Beethoven, ballet de corte neoclásico, estilo que define la creatividad de Renato Zanella. En él conviven las dinámicas partes de conjunto, a cargo de diez parejas, con los líricos pasos a dos, entre los que destaca el interpretado por los citados Nina Noč y Lukas Zuschlag, ella, bailarina de infinitas extensiones de piernas que el coreógrafo aprovecha para dibujar una coreografía repleta de arabesques y portés en los que las extremidades se extienden en el espacio.

Estrenado en el año 2000, en el ecuador de su década con la compañía austriaca, lo acaba de incorporar al repertorio del ballet esloveno en estos siete meses que lleva como director, como también es el caso de Strauss’ Dreams.

Con música de Strauss hijo y de Mahler, cada vals y pieza de esta creación bien podrían formar parte del tradicional concierto de año nuevo de Viena, evento en el que ha participado el coreógrafo, y reluce por su chispeante vitalidad, el continuo movimiento que permiten los valses y la apariencia distendida de las variaciones que interpretan los bailarines. Pero, al final, recibimos la sorpresa de que, como colofón, Zanella nos hace regresar a la intimidad, y el lirismo del paso a dos se impone, ya que ha coreografiado para sus estrellas el  Adagietto de la Sinfonía No. 5, de Mahler. Como sucede cuando comienza en la sinfonía de la que forma parte como cuarto movimiento, llega a esta coreografía como un oasis de calma después de toda la “fiesta” y superficialidad de la celebración multitudinaria.

Se aprecia que la contratación de Zanella por parte del ballet estatal de Eslovenia tiene una misión muy concreta y es elevar el nivel de la compañía, llevarla hacia terrenos neoclásicos que se muestren a través de la creatividad del director-coreógrafo, así como de otros creadores contemporáneos y piezas del repertorio que nutran de calidad a la compañía. Si bien se nota en los artistas una base técnica marcada por lo sólido de la escuela, también se palpa el camino que le queda todavía a este conjunto para encaramarse a un estrato superior. Todo acaba de empezar, y en tiempos inciertos como estamos, pero estamos seguros que Renato Zanella hará un trabajo hacia la excelencia que, esperamos, podamos ver en próximas citas en Madrid.