El Barbero de Sevilla. Rossini. Buenos Aires

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El Barbero de Sevilla fue la primer ópera completa que pudo verse en Buenos Aires en un ya lejano 1825, y desde entonces las aventuras de Figaro siguen haciendo las delicias de los melómanos… Más allá de la profunda influencia que Rossini ejerció sobre las primeras generaciones de músicos académicos de estas tierras, su obra maestra traspasó el ámbito erudito y se transformó en patrimonio de todos al punto que muchas de sus melodías se cuentan entre las que aún los neófitos reconocen como sinónimo de Ópera. Desde aquel remoto ayer hasta hoy no existe sala lírica del país en que el Barbero no haya hecho de las suyas y el Teatro Colón, desde luego, no podía ser la excepción… En sus más de cien años de vida el coliseo porteño recibió a las voces más reconocidas para encarnar a estos personajes en puestas que recorrieron todo el andarivel: desde lo tradicional, pasando por lo controvertido hasta lo escandaloso; y la música de Rossini resistió los embates conservando el favor de un público que en esta noche colmaba la inmensa sala del Teatro. Bodas-de-figaro.-B.-Aires9 Con esta ópera hacía su debut como regisseur el reconocido coreógrafo Mauricio Wainrot quien nos presentó una puesta anclada en los parámetros tradicionales. Prudente, no intentó reinterpretar más que lo que se desprende de la litaralidad del texto ciñéndose a una versión que acentuó el contenido buffo de la obra y despertó las risas francas del auditorio. Recalcó en su concepción que la acción tiene lugar en Sevilla, en esa Andalucía donde es aún palpable la influencia mora, en una época de carácter indefinido con elementos propios del majismo y otros de la gitanería flamenca con lo que intentó tender un puente de ayer a hoy, que resaltara la condición de clásico de la obra. Tal vez el único reparo que podría hacércele a su planteo es la superabundancia de bailes en escenas (el métier de Wainrot lo traicionó) que se sucedieron desde una innecesaria coreografía de la obertura hasta la presencia distractora y hasta agobiante de parejas de baile en pasajes en que el desarrollo dramático exigen intimidad, soledad y predominio de los solistas.

Esto y algún detalle aquí y allá que podríamos discutir (como ambientar el último cuadro en el exterior o cierto exceso morisco en algunos diseños) son los puntos más débiles de una puesta que, por lo demás no habrá aportado demasiada novedad ni transgresión pero se mostró efectiva habida cuenta de la respuesta del respetable público. Interesante, funcional y de buen gusto fue la escenografía, que a partir de un escenario único supo aprovechar el disco giratorio para variar los ambientes, y el vestuario, ambos de Graciela Galán. Muy efectiva resultaron la iluminación y proyecciones a cargo de Jorge Pastorino para completar los planteos escénicos. En la función a la que asistimos protagonizaron la ópera una mayoría de cantantes argentinos que demostraron, una vez más, de cuánto son capaces… y cuánto más se lograría si, alguna vez, las autoridades apostaran fuerte por nuestros artistas. Valga aclarar que de las cinco funciones programadas, tristemente, sólo una fue reservada para el elenco local. Antes de comenzar a analizar la labor de cada intérprete quiero recalcar el afortunado dominio de los recitativos que alcanzaron todos los miembros de este elenco cosa que resulta fundamental en una comedia, pues en ellos se encuentra la llave de la acción. En cada parlamento hicieron gala de expresividad e intención con lo que la letra cobró vida y verosimilitud. Bravo! Es un logro que debería ser tan natural… pero que no resulta tan frecuente como debiera… y por ello valga el destaque. Bodas-de-figaro.-B.-aires6

El barítono Omar Carrión ha interpretado a Figaro en más de cien funciones, y en esta velada dio nueva muestra de su talento, componiendo un barbero fresco, chispeante, cantado con una voz de bello timbre, que corre con limpieza y sabe matizar de manera de servir al texto con intención, sin caer en excesos y guardando siempre la buena línea propia del bel canto. Dejó en claro cuánto ha buceado en este rol y cuánto lo conoce como para saber extraer de él todo el jugo. Su «Largo al factotum» fue saludado con una ovación que rugió el público premiando su labor, ovación que se repitió en los saludos finales. Luis Gaeta mostró su humor y su condición de gran artista logrando un divertido Don Bartolo sin apelar a la caricatura. Presencia, buena voz, un fiato a toda prueba puesto en evidencia en «A un Dottor della mia sorte» cantada sin amilanarse con la velocidad desbordante impuesta desde la batuta. Encontrarlo en escena fue un placer. La Rosina de la soprano Eliana Bayón se distinguió por su solvencia escénica y un timbre bello aunque un tanto propensa a los desbordes y con algunas dificultades en las coloraturas que no resultaron todo lo limpias que Rossini desearía. Sin embargo su personaje respiró gracia, juventud y condimentó con bellos matices sus escenas más logradas. Bodas-de-figaro.-B.-aires2

El tenor Iván Maier debutaba en esta sala con un rol que ya le hemos escuchado en otro teatro. Su Conde de Almaviva fue gentil y gracioso.  Su rendimiento fue de menor a mayor y tras dominar, suponemos, el nerviosismo del debut, pudo alcanzar sus puntos más altos. Comprometido, fue solvente en escena y lució una voz de tenor lírico ligero, por momentos al límite de sus posibilidades, con la que interpretó con empeño el temible rondó final que se incluyó en esta versión al utilizar la edición crítica de la partitura firmada por Alberto Zedda, (siguiendo la moda de recuperar partes que los propios autores, o la tradición, sustituyeron con el tiempo y reutilizaron en otras obras, en este caso en La Cenerentola). Como Don Basilio, el bajo Lucas Debevec Mayer, tuvo una lucida actuación. Su voz de grato timbre oscuro y buen caudal corrió sin problemas y sirvió al personaje pintado con inteligencia fuera del estereotipo del canónigo y más cercano a los intrigantes pintados con maestría por la literatura dieciochezca. Dúctil, cantó, actuó y divirtió. Bodas-de-figaro.-B.-aires3

La Berta de Patricia González resultó menos feliz en lo musical que en lo actoral. Muy solventes por su parte, Sebastián Sorarrain como Fiorello y Cristian De Marco como el Sargento. Vale la pena mencionar a Daniel Wendler quién creó con el personaje mudo del sirviente, momentos de comicidad poco frecuentes. El Coro Estable, dirigido por el Mtro. Miguel Martínez, tuvo una labor pareja y la Orquesta cumplió con una lectura que, salvo por las dinámicas un tanto extremas en los tempos, no se distnguó por demasiadas sutilezas bajo la batuta del Mtro.Miguel Ángel Gómez Martinez quien hizo gala de buen oficio. Una sala colmada saludó con cerrados aplausos una labor que salpicó de alegría el otoño porteño.

Il Barbiere di Siviglia Música de Gioacchino Rossini Libreto de Cesare Sterbini Elenco: Figaro….. Omar Carrión Don Bartolo….Luis Gaeta Rosina….Eliana Bayón Conde de Almaviva…. Iván Maier Don Basilio…. Lucas Debevec Mayer Berta…. Patricia González Fiorello… Sebastián Sorarrain Sargento…. Cristian De Marco Coro Estable del Teatro Colón de la Ciudad de Buenos Aires Dirección…. Mtro. Miguel Martínez Orquesta Estable del Teatro Colón de la Ciudad de Buenos Aires Director…. Mtro. Miguel Ángel Gómez Martínez Dirección de escena y Coreografía….. Mauricio Wainrot Escenografía y Vestuario… Graciela Galán Iluminación y proyecciones…. Jorge Pastorino Fotos… Prensa del Teatro Colón / Máximo Parpignoli Función del 3 de Mayo de 2014 Teatro Colón de la Ciudad de Buenos Aires, Argentina

 

Prof. Christian Lauria