Juventudes Musicales de Granada ha celebrado, en el auditorio del Centro MANUEL DE FALLA una efemérides muy especial: su concierto número mil. Una cifra redonda, contundente, una cifra que, por sí sola, habla de toda una historia en torno a la música. Mil conciertos. Envidiable efemérides, envidiable celebración que culmina toda una larga historia de sacrificio, de trabajo y, sobre todo, de un gran amor a la música. De una forma totalmente altruísta, desde el momento mismo de la fundación, hace más de sesenta años, cuando personas como Antonio de Haro, José Luis Castillo, Dámaso García Alonso, José Ruiz Palomino, Dómingo Sánchez Mesa Martín y Jesús López Cobos, entre otros, se embarcaron en la hermosa aventura de fundar la delegación granadina de Juventudes Musicales de España.
Los comienzos, como siempre, fueron difíciles, a veces heroicos. Pero con constancia, con entusiasmo, con verdadero afán de servicio fueron superándose las dificultades, y lo que empezaba como un embrión, un sueño de unos cuantos jóvenes entusiastas, iba adquiriendo carta de naturaleza. A aquella primera directiva encabezada por Antonio de Haro, siguieron una serie de equipos bajo el mando de José Luis Castillo y Dámaso García Alonso y que fueron especialmente fecundos en el trabajo. La dedicación a Juventudes Musicales por parte de García Alonso fue verdaderamente ejemplar creando un coro, un concurso internacional de piano, un grupo de teatro, una escuela de música, conferencias, actos divulgativos, viajes culturales. Y siempre como una constante los conciertos en los que se daba una especial atención a los jóvenes valores granadinos, andaluces y españoles, que han ido desfilando por las salas en las que se celebraban estos recitales. Muchos de los que fueron jóvenes protagonistas hoy son excelentes profesionales muy valorados en el mundo musical y recuerdan con agradecimiento y orgullo esas oportunidades que le fueron brindadas por la entusiasta sociedad.
Ahora se ha llegado a la cifra de los mil conciertos. Nada más y nada menos. Sería prolijo- y seguramente se nos pasarían por alto muchos- citar los nombres de los intérpretes más destacados que han desfilado por Juventudes Musicales de Granada. Todos ellos han sabido escribir con letras de oro la mejor historia de Juventudes en Granada. Y como no podía ser de otro modo, se ha celebrado el concierto número mil de una forma irreprochable, con la colaboración de la Orquesta Ciudad de Granada y con el Coro de la Ópera de Granada, nacido de la iniciativa de Juventudes, con el gran trabajo que han realizado Coral Morales y Pablo Gálvez, así como y donde hay que resaltar el buen trabajo de Andrés Juncos que ha contado con el buen hacer de Pablo Guerrero, Lucía Úbeda, Carmen Checa y Ana Gallegos. Todos ellos han colaborado para llevara cabo este concierto mil, estando en el podio el granadino Miguel Ángel Gómez Martínez.
No vamos a ser triunfalistas pero sí tenemos que hacer justicia al excelente resultado obtenido. La orquesta, muy motivada, ha sonado francamente bien, con seguridad, con musicalidad destacando algunos solistas como José Luis Estellés en el clarinete, Eduardo Martínez en oboe y Juan Carlos Chornet en la flauta. La orquesta ha sido disciplinada y Gómez Martínez ha sabido sacar lo mejor de ella, con un perfecto equilibrio entre el sonido de la orquesta y el del coro logrando de esta manera, un resultado que, en bastantes momentos, ha sido espectacular. No hay que olvidar que el granadino Gómez Martínez tiene un dilatado historial tanto en el podio de los conciertos sinfónicos como en el foso donde ha sabido cosechar numerosos éxitos. Esta veteranía, unida a su gran formación musical, ha sido decisiva a la hora de interpretar en una tarde noche en el que el auditorio Manuel de Falla dió cabida a uno de los momentos más entrañables de su ya dilatada historia. Seguridad, técnica, autoridad en el podio, conocimiento perfecto de las obras a interpretar haciendo gala, como siempre, de una excepcional memoria musical.
Programa lleno de atractivo, en el que solamente eché de menos alguna referencia a la aportación española a la música escénica. Pero vuelvo a repetir que el programa estuvo cargado de atractivo y con una indiscutible calidad. Era difícil pero fue perfectamente interpretado consiguiéndose de esa forma una velada llena de interés y de belleza. Bien pueden estar satisfechos todos los que han contribuído a rememorar el acontecimiento del concierto centenario. Desde el principio, cuando pudimos escuchar la vibrante obertura de la Flauta mágica, siguiendo una admirable interpretación del gran coro final del segundo acto de dicha ópera. Excelente versión orquestal de la obertura de Fidelio, de Beethoven y de nuevo el coro de voces graves supieron obtener ese intenso sentido dramático que tiene el coro de prisioneros de la ópera de Beethoven. Muy brillante fue también el inicio del cuarto acto de Carmen de Bizet, contando además con la participación del recobrado Coro Infantil de JJMM. Y antes el precioso interludio del tercer acto de la ópera de Bizet en afortunada versión de la OCG y de Gómez Martínez.
Segunda parte donde la orquesta se lució en las oberturas de La Cenerentola, de Rossini y de Cavallería rusticana, de Mascagni. Y de nuevo el coro actuó con eficacia, acierto y buen gusto en las interpretaciones del hermosísimo coro a boca cerrada de Madame Butterfly, de Puccini culminando su actuación con tres momentos corales de Verdi. No podía faltar el genio de Busetto en una gala que tenía la ópera como razón de ser. Cómo no el sugestivo Va Pensiero, de Nabucco y los de LA Traviata, los dos coros que se desarrollan en la fiesta de Flora di Bervois y que tienen un pretendido carácter español, pero que están llenos de belleza y frescura tanto melódica como rítmica.
Luego, fuera de programa unos regalos españoles, con el intermedio de La Boda de Luis Alonso, de Giménez, el coro del mantón de la China de La Verbena de la Paloma, de Bretón y para cerrar, una especialísima versión del Pequeño Tamborilero, con una fusión entre este villancico y algún momento del célebre Bolero de Ravel.
En fin, mil conciertos que en opinión del presidente de Juventudes Musicales de Granada, Rafael Ruiz de Pablos es una culminación pero al mismo tiempo lo podemos considerar el pistoletazo de salida de una nueva etapa que seguirá con el mismo espíritu de amor a la música y protección a los jóvenes intérpretes.
José Antonio Lacárcel