El Debussy crepuscular de Menahem Pressler

El Debussy crepuscular de Menahem Pressler
El Debussy crepuscular de Menahem Pressler

En ocasiones uno está seguro de hallarse ante un documento discográfico único, por la singularidad de su contenido. Y en otras por considerar de auténtico milagro la interpretación. Una mezcla de ambas impresiones es lo que acontece con este disco del sello Deutsche Grammophon protagonizado por quien fuera el alma del prestigioso Trio Beaux Arts desde 1953 hasta 2008, el pianista israelí de origen alemán Menahem Pressler, que con sus 93 venerables años se enfrascó en 2017 en la grabación de 10 piezas de Debussy, entre ellas cinco de su primer Libro de Preludios, junto a otras de Fauré y Ravel. El genial intérprete deja constancia de lo que han representado en su vida las obras compendiadas en este álbum en las entrañables notas de su propio puño y letra que lo acompañan, en las que repasa con gran profusión de detalles toda su trayectoria artística, manifestando la deuda que tiene con aquellos grandes pianistas y maestros que le enseñaron a interpretar adecuadamente la obra del compositor impresionista francés.

“Clair de Lune” de Pressler se suma, por tanto, a los diversos homenajes al músico de Saint-Germain-en-Laye que en la industria discográfica han aparecido durante este año del centenario de su fallecimiento, entre los que se hallan los de Daniel Barenboim, Maurizio Pollini y Stephen Hough. Es en efecto la célebre pieza de la Suite Bergamasque la que da título al compacto y que aparece tras lecturas primorosamente delicadas de la primera Arabesque y de Rêverie. La serenidad que confiere a “Clair de lune” es realmente impactante, por su capacidad para detener el tiempo en un ambiente de absoluta quietud y ensoñación. Ello lo consigue Pressler ralentizando al máximo el tempo, recreándose en los silencios, resaltando los timbres, con una ejecución mayor de lo habitual, que le llega a los seis minutos, y que sirve de perfecto prólogo a un severo y meditativo “The Little Shepherd” de Children’s Corner y a la pieza de carácter danzable La plus que lente, de esmerada articulación en sus progresiones armónicas.

Precisamente esa lentitud, tranquilidad y delicada pincelada tímbrica atraviesan el disco de principio de fin, pero el maestro Pressler es capaz, a través de sus aún prodigiosas facultades interpretativas, de dotar a cada pieza de un melos auténtico y único, en lecturas sumamente crepusculares, que no tienen nada que ver con las concepciones estéticas de ningún otro pianista. Los arrebatos e impulsos expresivos en la digitación que corresponderían a ejecutantes más bisoños aquí están atemperados, cuando no se sustituyen por un pianismo de toques mates pero siempre plagado de sutilezas, con un uso ejemplar del pedal. Parece como si la consciencia del propio intérprete le revelase que ha llegado al final del camino de lo que considera la interpretación ideal de estas preciadas obras en su carrera, pues sus lecturas tratan de seguir con la máxima fidelidad posible las indicaciones primigenias del compositor.

Así, en los preludios seleccionados, Danseuses de Delphes mantiene sus primeros y serenos acordes en staccato, el lento discurrir de Voiles se erige con el poderoso sostén de las notas pedales con las que la pieza nunca pierde apoyo ni seriedad, el aire de ausencia y abandono define a la casi musitada La fille aux cheveux de lin y la asombrosa e impactante versión de La cathédrale engloutie posee la tensión necesaria para conseguir el clímax y el contraclímax. El único punto lúdico y humorístico lo representa Minstrels, con su torpe avance, que Pressler parece exagerar a conciencia.

Mención aparte requiere la Barcarolle nº 6 de Fauré, en la que el pianista despliega, por medio de un discurso ligero y fluido, una majestuosa paleta de colores y texturas cromáticas, que se complementa con la riqueza sutil de detalles tímbricos en la pieza que cierra el disco, Oiseaux tristes de Ravel, un autor del que acompaña su Pavana para una infanta difunta, en la que el ritmo mantenido de forma impasible y parsimoniosa durante casi ocho minutos acompaña su discurso de énfasis dinámicos. Menahem Pressler dedica a Annabelle Weidenfeld, su gran apoyo y sostén durante muchos años, este álbum con el que, hoy, a sus 94 años, contribuye a inmortalizar aún más si cabe su propia leyenda pianística.

Germán García Tomás