
El sello Sony Classical nos invita a adentrarnos en el Gabriel Fauré más desconocido en este álbum discográfico titulado The Secret Fauré. Orchestral songs and suites, que cuenta con la Sinfonieorchester Basel bajo la dirección de Ivor Bolton, actual director musical del Teatro Real de Madrid.
En este disco se recoge un catálogo de obras orquestales inexploradas del compositor y organista francés, isla solitaria en la música de su tiempo y antecesor directo de la corriente impresionista. A excepción de la suite de Pelléas et Mélisande op. 80, música incidental para la tragedia de Maurice Maeterlinck, la obra más interpretada y divulgada de las que conforman este disco, el resto son partituras orquestales y vocales que no gozan actualmente de fama alguna y merecían por ello un redescubrimiento desde el rigor interpretativo. Es el caso de otras dos músicas incidentales, un género encargado con frecuencia al músico galo: Caligula op. 52, sobre el drama de Alejandro Dumas (padre) y Shilock op. 57, adaptación de Edmond de Haraucourt del shakesperiano El mercader de Venecia. Ambas piezas se llevan tan sólo un año de diferencia, de 1888 y 1889, respectivamente, por lo tanto coetáneas del popular Réquiem op. 48, y en ellas comprobamos la diversidad melódica, el refinamiento orquestal o la asombrosa paleta tímbrica definitorios del estilo de Fauré a través de los números musicales de cada suite.
En la primera contamos con la participación de las voces femeninas del Balthasar-Neumann-Choir, la ecléctica formación coral que exhala fragancias embriagadoras en sus participaciones: tanto en “L’hiver s’enfuit” como en el melodrama “De roses vermeilles” imprimen finura y delicadeza, tras el carácter ceremonial del Choeur des Heures (sensacional secuencia musical inicial que integran Fanfares, Marche y Choeur), así como contención en la parte final del drama: “César a fermé la paupière”. En la segunda, por su parte, es el tenor alemán Benjamin Bruns quien ofrece su hermosa voz de tintes muy líricos en dos números de carácter poético, Chanson y Madrigal, en una suite de seis números primorosamente orquestados, con los evocadores y programáticos Entreacto y Epithalame, así como un Nocturno a cargo de las cuerdas al que el propio compositor bautizó como claro de luna veneciano y que sigue la estela de tantísimos otros nocturnos en la historia de la música (¿y acaso no nos recuerda al mencionado Réquiem del propio Fauré?).
En este compacto también encontramos cuatro ejemplos de sus chansons, escogidos de diversos ciclos, orquestadas por el propio autor y por otros compositores como Louis Aubert o Henri Busser. Es aquí la joven soprano rusa Olga Peretyatko la que nos obsequia con su gratísimo instrumento carente de estridencias en “Les roses d’Ispahan”, “Soir”, “Clair de lune”, y la más célebre, “Après un rêve”, en las que, por medio de una exquisita prosodia y manejo de la fonética francesa, y de un elegante, sutil y sugerente fraseo, Peretyatko resalta más que dignamente toda la esencia evanescente y etérea de estas deliciosas canciones.
También se convoca en este Fauré secreto su única incursión en el terreno operístico con el poema lírico Penélope de 1912, del que se nos ofrece su preludio, de brumas y armonías netamente wagnerianas, y donde se vuelve a poner de manifiesto su meticulosidad como orquestador. Y como colofón, la suite de Pelléas et Mélisande posee el interés de contener, además de los cuatro números de rigor, -el melancólico y legendario Prélude, la descriptiva Fileuse, la encantadora Sicilienne con su inconfundible solo de flauta y la lúgubre La mort de Mélisande-, un fragmento traducido al inglés cantado de nuevo por una Peretyatko a media voz, la Mélisande’s Song, orquestada por Charles Koechlin en 1936, y cuya música proviene originariamente de la canción de Fauré “Crépuscule”.
El maestro Ivor Bolton y la Sinfonieorchester Basel sirven aquí lecturas muy idiomáticas, sin salirse de la introspección y seriedad asociadas a un autor como Fauré, y que, en ejemplos como la quietud y el reposo conferidos al Pelléas, contrastan con el mayor énfasis expresivo y lubricidad tímbrica de otras versiones. En definitiva, magnífica labor la desarrollada por todos los protagonistas de este disco para hacernos descubrir este repertorio en su mayoría casi inédito de uno de los mayores exponentes de la música francesa moderna. En suma, un disco para disfrutar y dejarse llevar por el encanto poético las armonías de Fauré, autor de una música destilada y esencial, despojada de todo elemento accesorio.
Germán García Tomás