‘El gato montés’ en Sevilla: De verismo, verdad y realidad

                                          El gato montés en Sevilla Por María Ogueta

Minutos antes del espectáculo. Teatro de la Maestranza de Sevilla. En frente, la Torre del Oro, y a su vera, la Plaza de toros de la Real Maestranza. La noche era conceptualmente taurina. La realidad estética sevillana, universalmente reconocida y admirada, acompaña a la perfección el encentro músico-teatral que se dio ayer sábado 19 de febrero con la representación de la ópera El gato montés, del maestro Manuel Penella. Una ópera que no es intelectualmente muy rica, ni musicalmente tan completa como otras óperas del verismo español, pero que encierra valor histórico desde el punto de vista de lo que representa en cuanto a la cultura del entretenimiento. Penella fue compositor, libretista, empresario, sastre, payaso, pintor, marinero… y, por encima de todo, un hombre de Teatro. El gato montés en Sevilla

El argumento es un «sota caballo y rey». Tres elementos (Gitana, Bandolero y Torero) al servicio de dos figuras geométricas (una triangular y otra de energía circular) que, a modo de logaritmo matemático, combinan el juego de la vida y la muerte en un baile folklórico encantador. Digamos que es un triángulo amoroso que gira en torno a un círculo vicioso de perdición. No hay buenos ni malos. Sólo humanidad pura y dura. No se trata de la típica trama de enredos, conspiraciones y asesinato. Esto es más simple y cruel. Porque nadie mata a nadie en verdad, y todos mueren víctimas de su Destino más aleccionador. Así como el diablo se encuentra en los pequeños detalles, aquí la Muerte se esconde continuamente en las palabras de los personajes.  Palabras llanas y simples, pero con una belleza dialectal que, a mi parecer, no se llegó a aprovechar del todo en la representación. El cantante/actor debería anteponer la intención y el acento de sus palabras a la línea musical, pues de no hacerlo así se sitúa en un estilo más propio de repertorios anteriores.

Juan Jesús Rodríguez (El gato montés) y Mariola Cantarero (Soleá) (c) Guillermo Mendo – Teatro de la Maestranza 2022

La propuesta estética fue deliciosa, llena de contenido, colorido, simbolismo y folklore rico en información artística. Fluyendo a un ritmo muy de agradecer. A pesar de ser una producción externa, del Teatro de Ópera de Tenerife, todo parecía hecho para la ocasión, y le sentaba como un guante a la noche sevillana. Raúl Vazquez (dirección de escena) y Carlos Santos (diseño de escenografía) presentaron una puesta ágil y muy certera. Situaron la acción dentro de una plataforma giratoria en el centro del escenario, rodeada de lo que representa los muros de los diferentes espacios escénicos. Y de fondo, un decorado más cambiante lleno de detalles de inspiración andaluza: el naranjo, la reja, la luna o la cabeza de toro que Vázquez deja aparecer en su justo momento para enfatizar ese significado simbólico triangular. Y así acompañar la visión trinitaria de la unión fatal de los protagonistas. El realista vestuario diseñado por Massimo Carlotto, de líneas y formas equilibradas, nos regaló una mascletá visual de elegancia y colorido, donde el rojo (desde el amoroso romántico al pasional sanguíneo) dejó claras sus intenciones de convertirse en uno de los protagonistas. El gato montés en Sevilla

En el apartado canoro y de danza, mi labor no puede resumirse a citar a los personajes principales y poco más. La obra es un caleidoscopio cultural bellísimamente engranado y ahí reside su interés. Entre el trío de solistas, el peso del triunfo se lo llevó, por derecho propio, Juan Jesús Rodríguez, un Gato elegante, vocalmente impecable, que derrochó sabiduría escénica y conexión con el texto. Desarrolló con arte y saber cada frase, perfectamente empastado con la orquesta. Que cantar este repertorio parezca simple y natural cuando hay que aunar potencia y control al servicio de la belleza que obliga la forma escénica no es nada fácil de conseguir, así que: ¡Bravo!

‘El gato montés’: Antonio Gandía y Sandra Ferrández (c) Guillermo Mendo – Teatro de la Maestranza

Por su parte, el tenor krausiano Antonio Gandía nos regaló un Macareno muy inspirado. Con voz de bellísimo «squillo», de timbre poderoso en armónico agudo y color muy agradable. Mediterráneo puro y duro. Fue un placer escucharle. Entregado al personaje y enchufado al texto, con dicción clara, el público supo valorarlo y aplaudió con entusiasmo su función.

El papel de Soleá, interpretado por Mariola cantarero, tuvo sus más y sus menos. Soprano dotada de un bellísimo timbre, se vio en ocasiones limitada por las características de su rango instrumental. Eso influía a veces en sus expresiones corporales, que parece que acompañaban más a un gesto exagerado y fuera de estilo, que a un gesto más natural, exigido por un personaje tan complejo como lo es la Soleá.

Con respecto a las voces secundarias, cabe destacar el personaje del Padre Antón, genialmente interpretado por el barítono Simón Orfila. Me gustó todo lo que hizo. Voz estupenda, interpretación deliciosa y musicalidad entregada. No paraba de venirme a la cabeza el sacristán de la Tosca de Puccini. Fernando Campero (Hormigón) también sedujo con su elegante sonido y musicalidad. Muy aplaudida fue su escena junto a Julio Ramírez –un Caireles con dotes actorales muy interesantes– y Simón Orfila en el primer acto. Andrés Merino interpretó un Pezuño muy certero en su expresión corporal, facial y vocal. Bien timbrado y articulado. El gato montés en Sevilla

‘El gato montés’: Fernando Campero, Simón Orfila y Julio Ramírez (c) Guillermo Mendo – Teatro de la Maestranza

En cuanto a las voces femeninas, ellas no brillaron tanto armónico en hueso, y eso hizo que texto y fraseo musical a veces perdieran fuerza dramática y no pasara tanto esa tensión a través de la orquesta. Sandra Ferrández (la Gitana) cantó bien y bonito y María Rodríguez convenció con su Frasquita. Merece la pena mencionar la voz de Soraya Mencid (Pastorcillo), que cantó deliciosamente desde bambalinas una pieza pastoril al más puro estilo del Pastorello, otra vez Tosca. El gato montés en Sevilla

El Coro del Maestranza estuvo dinámico, sonoro y bien trabajado en su conjunto. Las aportaciones de las niñas y niños de la Escolanía de los Palacios también fueron valiosas, al igual que las coreografías de Alberto Ferrero, bien llevadas a cabo por su cuerpo de bailarines, y que hicieron que el festival de colorido y movimiento se conjugara satisfactoriamente.

Y por supuesto, esta rica colmena teatral no podría sostenerse sin una orquesta que lo ligara, como el mejor de los pegamentos. Y la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla estuvo a la altura bajo la atenta y cuidadosa batuta de Óliver Díaz, que tenía una labor muy  difícil y delicada como es sujetar la dirección vocal un tanto dispar en volumen. Esta realidad se da en ocasiones en producciones efímeras, donde el cast puede ir en favor de las necesidades del director, o por contra, puede hacer difícil la producción de dinámicas y la flexibilización del fraseo orquestal. Díaz supo capear el handicap brillantemente. Regaló a nuestros oídos colores amables, cálidos y brillantes en un equilibrio más que convincente. El gato montés en Sevilla

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Teatro de la Maestranza, 19 de febrero de 2022. El gato montés, ópera de Manuel Penella. Dirección Musical: Oliver Díaz. Dirección de escena: Raúl Vazquez. Escenografía: Carlos Santos. Vestuario: Massimo Carlotto. Iluminación: Eduardo Bravo. Coreografía: Alberto Ferrero. Elenco: Juan Jesús Rodríguez, Mariola Cantarero, Antonio Gandía, Simón Orfila, Fernando Campero, Sandra Ferrandez, María Rodriguez, Sara López de Haro, Julio Ramírez, Andrés Merino, Fran Gordillo, Soraya Méncid. Miembros de la Escolanía de los Palacios, Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Coro Teatro de la Maestranza, director Íñigo Sampil. Producción de la Ópera de Tenerife.

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