Por Carlos Javier López Sánchez
Las tradiciones, cuando están imbricadas en el ADN del público, son inmunes a los mayores desastres, y persisten ante cualquier circunstancia. El ¨Messiah¨ de Handel ha estado ausente en Lincoln Center durante varios años; por el COVID, primero, y por las obras del nuevo auditorio de la New York Philharmonic. Durante ese tiempo, el oratorio cumbre del compositor alemán ha estado presente en Nueva York, pero su ausencia en esa atalaya de la música culta que es el Lincoln Center su ponía un hueco que habría de llenarse tarde o temprano.
La dichosa ocasión llega por fin en estas fechas, en las que la Filarmónica de Nueva York acompaña al competente y académico coro de la Handel and Haydn Society, junto a una cuadrilla de jóvenes cantantes, Sherezade Panthaki (soprano), Reginal Mobley (contratenor), Leif Aruhn-Solén (tenor), Jonathon Adams (barítono). Los tres últimos ven sus voces resonar por vez primera junto a la Filarmónica.
La voz del tenor sueco Leif Aruhn-Solén es clara y liviana, con un agradable color y resonancias metálicas en el centro del registro. Su línea de canto es intencionada y canta con voluntad y en estilo. El agudo es más bien corto, con tendencia al falsete. Tanto la pequeñez del instrumento de Aruhn-Solén como su falta de imaginación en el adorno van en su contra, en una intervención correcta pero circunstancial.
El barítono de Edmonton Jonathon Adams es un especialista en música antigua. Muy sugerente en los adornos, con interesantes dinámicas y cambios cromáticos, el artista demostró conocer bien la obra. La emisión tiene ese punto aéreo y hueco de muchas voces graves especializadas en el repertorio barroco.
El contratenor Reginal Mobley se mostró cómodo en el contrapunto y en la media voz, con una línea estilizada y noble. Algo especulativo en los ataques y en el canto di sbalzo, es una voz también estrecha, con etéreos acentos, más estetizantes que estéticos. Mobley brilló de una manera especial en su aria He was despised.
La soprano india Sherezade Panthaki cantó de manera cálida y propositiva, con una línea delicada e irrefutable en la afinación. Algo discreta en las agilidades, más por cautela que por falta de técnica, regaló una versión magnífica del Rejoice greatly.
Lo mejor de este Messiah en su regreso al Lincoln Center fue la conjunción entre los músicos y el coro, de la mano de un impecable Masaaki Suzuki. A la tersura e impecable precisión del coro de a Handel and Haydn Society, superpuso un ritmo elegíaco y una cadencia elegante y fresca. Con gesto magnánimo y certero, el japonés sabe dejar respirar a la orquesta, resaltar el texto en los pasajes clave, y potenciar la brillantez del coro sin sobreexplotar las prestaciones acústicas que ofrece la caja del nuevo auditorio. Suzuki Solo la pifió en la pifa, que sonó algo huérfana de brillo y espíritu.
Hay que comentar aquí los desternillantes comentarios del programa acerca de lo difícil que es conciliar la música de Handel con las prácticas esclavistas de la Royal African Company y la South Sea Company, de las que el compositor fue accionista durante un tiempo. Juzgar el ¨Messiah¨, o cualquier otra obra del arte universal, con la engañosa superioridad moral que da la perspectiva histórica no es ni inteligente ni navideño. Así como el presunto negrero duerme en la oscuridad del féretro, su música sigue alumbrando el futuro generación tras generación, hermanando a todos en un solo canto.
Por todo ello es bueno que el ¨Messiah¨ de Handel haya vuelto a escucharse en el Lincoln Center de Nueva York.
David Geffen Hall del Lincoln Center de Nueva York, a 15 de diciembre de 2022. Messiah, oratorio en inglés de Georg Friedrich Händel, con un texto bíblico recopilado por Charles Jennens.
Orquesta Filarmónica de Nueva York. Dirección Musical: Masaaki Suzuki. Sherezade Panthaki (soprano), Reginal Mobley (contratenor), Leif Aruhn-Solén (tenor), Jonathon Adams (barítono). Coro de la Handel and Haydn Society. Patrick Lee (chelo), Timothy Cobb (contrabajo), Kim Laskowski (fagot), Matthew Muckey (trompeta), Ketn Tritle (órgano), Paolo Bordignon (clave).
