Met Le Nozze di Figaro Por Carlos Javier López Sánchez
Pese a que la compañía del Lincoln Center de Nueva York ha conseguido poner sobre las tablas una interesante versión de Le Nozze di Figaro, la ausencia de grandes estrellas en los papeles principales y el acecho del omnipresente virus junto con el descenso del turismo hacen que no se ocupen todas las butacas. Met Le Nozze di Figaro
El Met recupera la puesta en escena del 2014, en la que el dramaturgo británico Richard Eyre traslada la acción a la Sevilla de los años 30. Un momento histórico en el que la fricción entre clases sociales de la segunda república española parece un eco sarcástico de la Europa prerrevolucionaria del S. XVIII. El escenario se nos aparece cubierto en su totalidad por una enorme celosía ondulada con grecas mozárabes, de evidentes reminiscencias al exotismo andaluz de Beaumarchais, como en un guiño semántico a la Sevilla más legendaria. Dispuesta a modo de jaula, de laberinto o acaso de jungla donde se mezclan las rencillas de clase, los secretos amorosos y las pasiones indisimuladas, la reja se convierte en un estímulo visual omnipresente que no molesta por su pertinencia, y que resulta por momentos irresistible por su inspirada sencillez. En el debe de la producción hay que destacar el descuidado tratamiento del complejo acto cuarto.
A los mandos de la orquesta encontramos de nuevo al italiano Daniele Rustioni, que regaló una versión de la partitura más bien convencional. Es cierto que la elegante música de Mozart tan sólo apunta algunas de las ideas sociales y políticas que sí están muy presentes en el libreto, pero Rustioni no llegó a conectar del todo con la propuesta escénica por su falta de pellizco y pasión. No obstante, el joven director milanés hizo que la Orquesta del Met sonara equilibrada y en estilo. Por otra parte, hay que lamentar la falta de intención en las intervenciones de un Jonathan Kelly anodino y cumplidor en el continuo, con la incomprensible aquiescencia de Rustioni.
La soprano inglesa Lucy Crowe dejó una Susana expresiva, con una línea canora aromática e inspirada y un timbre de agradable complejidad cromática. La Crowe no descuidó la zona grave de la tesitura, tan importante para lograr una Susana de profundidad dramática. Met Le Nozze di Figaro
La sufrida Condesa estuvo interpretada por Golda Schultz, que cantó su aria de entrada ‘Porgi Amor’ de manera sentida, empleándose en largos y delicados fiati, siempre segura y elegante. La soprano no tiene una voz acorde con el tamaño del Met. Seguramente, en otras salas más reducidas, la cuidadosa interpretación de Schultz hubiera encontrado mayor impacto y acomodo. Sea como fuere, la artista no se arrugó ante el reto, y destacó por un canto brillante y singular en todas sus intervenciones.
El bajo barítono checo Adam Plachetka interpretó un Conde de Almaviva energético y muy humano, sorprendentemente creíble en su papel de aristócrata español de los años 30, menos refinado y más visceral que el que se ve a menudo en producciones más clásicas. Plachetka tiene un instrumento a la altura del Met, que maneja con tino y atención al foso. El checo estuvo muy inspirado en los recitativos, y su magnética presencia atrajo sin esfuerzo la atención del público. Su aria del tercer acto ‘Vedrò mentre io sospiro’ fue un gran broche final a una tarde feliz para el artista.
A su vera, el Fígaro de Ryan McKinny nos pereció un tanto descafeinado por su ambigüedad dramática. La comicidad lírica del sirviente, que tan bien señala la música de Mozart, estuvo más bien ausente en la actuación de McKinny. Demasiado aristocrático y envarado, al punto que en ocasiones parecía haber intercambiado su rol con el del propio Plachetka. Con un timbre de atractiva belleza e irisaciones metálicas, McKinny ahueca un tanto en el agudo, pero sirve con gusto su parte.
Isabel Leonard reaparece en el Met con un Cherubino delicioso. Creíble y muy concentrada, la inteligente mezzo americana fue una de las solistas más destacadas de la noche, impecable tanto en lo vocal como en lo actoral. Su aria ‘Voi que sapete’ emocionó al público del Met con un cantar entregado e incontestable.
El Don Bartolo de Maurizio Muraro fue uno de los mayores lujos del reparto. El bajo italiano estuvo muy sólido con un espléndido registro grave, notas de rotunda belleza, corpóreas, oscuras y nocturnales, que son trabajadas por el artista con la sabiduría del buen artesano.
El tenor Giuseppe Filianoti interpretó a Don Basilio sin problemas. El calabrés conserva con celo la belleza de su timbre, que aún suena dulce y natural. La mezzo americana Elisabeth Bishop estuvo inspirada y afiladísima en los recitativos, con una dicción insuperable. Met Le Nozze di Figaro
Desde su debut como primer prisionero en Fidelio en 1993, el tenor Tony Stevenson está entre los 30 artistas que más ha pisado las tablas del Met en la historia. Su Curzio tiene ese aire añejo de los partiquinos de siempre. Por su parte, la soprano Erika Baikoff disfrutó interpretando a Barbarina con apreciable seguridad técnica.
Las Bodas de Fígaro en Nueva York suelen rimar con buen canto. Si, como es el caso, se le suma una producción inteligente y propositiva, el espectáculo está garantizado. Lástima que las circunstancias se empeñen en agrandar la distancia que media entre el espectador y la butaca. Met Le Nozze di Figaro
* * *
Metropolitan Opera de Nueva York, a 20 de enero de 2022. Le Nozze di Figaro, ópera en cuatro actos de Wolfgang Amadeus Mozart, con libreto de Lorenzo Da Ponte sobre la obra teatral La Folle Journée, ou Le Mariage de Figaro, de Pierre-Augustin Caron de Beaumarchais. Dirección Musical: Daniele Rustioni. Orquesta y coro de la Metropolitan Opera (director del coro: Donald Palumbo). Producción: Richard Eyre, Diseño escénico y Vestuario: Rob Howel, Iluminación: Paule Constable, Coreografía: Sara Erde. Reparto: Ryan McKinny (Figaro), Lucy Crowe (Susana), Maurizio Muraro (Dr. Bartolo), Elisabeth Bishop (Marcellina), Isabel Leonard (Cherubino), Adam Plachetka (Conde Almaviva), Giuseppe Filianoti (Don Basilio), Golda Schultz (Condesa Almaviva), Paul Corona (Antonio), Erika Baikoff (Barbarina), Tony Stevenson (Don Curzio). Jonathan C. Kelly (Fortepiano).