El Parsifal del bicentenario en el Covent Garden

El Parsifal del bicentenario en el Covent Garden
Escena del Parsifal del bicentenario en el Covent Garden

Con motivo del bicentenario del nacimiento de Richard Wagner se creó esta producción, editada por Warner Classics, que nos ofrece la última obra del genial compositor alemán, dándole un toque moderno a nivel visual y al que vamos a llamar el Parsifal del bicentenario.

Musicalmente la obra de Wagner es magistral, de una riqueza tímbrica enorme, de una originalidad armónica total, en la línea de la evolución que el compositor llevó a lo largo de toda su vida y que le han dado a su música una personalidad propia, única. El concepto de la ópera como obra de arte total, que ocasionó que Wagner se ocupara de todos los parámetros operísticos y que, en mi opinión, le da ventaja al Wagner compositor sobre el Wagner dramaturgo, tiene en Parsifal el último ejemplo que nos brindó el alemán, con esa búsqueda de fluidez y continuidad en las escenas y en la música que hacen de su última ópera una de sus obras cumbre.

Este Parsifal del bicentenario cuenta con la batuta de Antonio Pappano, cuyo buen trabajo debe ser destacado al llevar con gran eficacia y brillantez a la Orchestra Royal Opera y al elenco de cantantes; el impresionante y complicado papel de la orquesta tiene un gran resultado en el Parsifal del bicentenario por el buen hacer y musicalidad de Pappano y los músicos, obteniendo el resultado brillante, majestuoso pero también lírico y sutil que posee la obra, con una muy buena intervención de todas las familias instrumentales. Del mismo modo hay que alabar el buen trabajo del Royal Opera Chorus dirigido por Renato Balsadonna el cual, en sus distintas intervenciones, tanto las de las voces masculinas como las de las femeninas y las pocas ocasiones en las que ambas cantan juntas, es muy eficaz, constituyéndose como uno de los puntos destacados del Parsifal del bicentenario; voces compactas, solventes, que interpretan eficazmente en los solemnes momentos en los que están junto al Grial, y en los que las doncellas-flores tratan de seducir al protagonista.

Con respecto a los solistas del Parsifal del bicentenario, es buena la aportación de los miembros del coro con papeles secundarios; muy buena la intervención del veterano bajo Robert Lloyd en el breve papel de Titurel, luciendo su gran voz grave y su musicalidad en este solemne personaje. Muy bien también Willard W. White en el papel del malvado Klingsor, con una voz potente, redonda, además de ser convincente en escena. Muy buena también la aportación de Gerald Finley como Amfortas quien, además de su buena voz aporta a su participación una gran capacidad teatral, transmitiendo desde su voz y desde su teatralidad el sufrimiento del personaje con mucha eficacia. Una de las grandes figuras del Parsifal del bicentenario es René Pape, espectacular en sus intervenciones como Gurnemanz, con una voz magnífica, espectacular por su brillantez, su eficacia, su musicalidad; podemos calificar como excelente la aportación de este cantante durante toda la representación. También muy buena es la aportación de Angela Denoke interpretando a Kundry, eficaz, convincente en todo momento, luciendo una gran voz y haciendo gala de su musicalidad; tanto en los momentos enérgicos como en los más líricos y delicados su aportación al Parsifal del bicentenario es muy destacada. El Parsifal del Bicentenario es encarnado por Simon O´Neill, cuya aportación como tenor heroico en el personaje protagonista es también eficaz, muy correcto en todo momento, es capaz de transmitir la fuerza dramática que requiere su papel, con musicalidad, con una voz eficaz y convincente además de hacer una muy buena aportación en lo teatral.

Acerca de la escenografía de Stephen Langridge hay que decir que está muy bien trabajada pues se puede percibir claramente que están cuidados todos los detalles de la misma, sin embargo, en opinión del firmante, no es apropiada para una obra como Parsifal. La visión moderna del Parsifal del bicentenario tiene detalles que no me convencen, por ejemplo, el hecho de que un castillo parezca un sanatorio actual, que los caballeros del Grial estén trajeados, sustituir el Grial primero por un niño y luego por un joven apenas sin ropa (por mucho que pretenda simbolizar a Cristo), las desagradables caretas de Kundry, el aspecto de terrorista de algún personaje como Parsifal en la primera escena del último acto o algún caballero del Gria,l creo que deslucen mucho la obra de Wagner. No creo que sea criticable siempre el hecho de situar una ópera en época actual, pero hay veces en las que funciona bien y otras que perjudica al argumento. Creo de verdad que la majestuosidad y solemnidad, la fantasía que tiene la obra se ven mermadas con una escenografía próxima al Expresionismo y que presenta la actualidad, no la época medieval propia del argumento, e insisto en que es una lástima puesto que se percibe claramente que está muy trabajada. Otro problema que tiene esta versión del Parsifal del bicentenario es no traer subtítulos en español, uno de los idiomas más hablados en el mundo. Pero quedémonos con lo positivo que es el altísimo nivel musical de este Parsifal del bicentenario en la humilde opinión de un servidor.

Emilio Lacárcel Vílchez