El pequeño arlequín. Viena

Música, luz, fuego e imágenes en 3D configuran «El pequeño arlequín», la ópera bufa que La Fura dels Baus acaba de estrenar en Viena, su primer montaje para público infantil, basado en la obra del compositor vanguardista alemán Karlheinz Stockhausen.
Para la producción de «Der kleine Harlekin», la compañía catalana ha contado con la colaboración del dramaturgo Thomas Ulrich, quien adaptó varios pasajes de la ópera «Licht» de Stockhausen para contar «el ritual de iniciación de una niña arlequín con el mundo exterior».
Con esta obra, La Fura pone en escena un montaje en tres dimensiones, en el que los personajes reales y los virtuales se entremezclan y del que el público forma parte de la historia desde el principio, pues accede al patio de butacas desde el mismo escenario.
Además, y puesto que no se trata de una obra estática, con un guión verbalizado, la interpretación que cada espectador hace de la ópera es personal, por lo que, en última instancia, es el público el que acaba dando sentido al montaje que propone la compañía.
En «El pequeño arlequín», «el músico no está en el foso de la ópera sino que está siendo un personaje solista, los personajes hablan con música a la que los niños se sienten muy próximos, pues es la música de su siglo», explica Carles Padrissa, uno de los directores de La Fura, encargado de la dirección escénica.
La obra se divide en dos partes. La primera, más terrenal, se compone de música con lluvia, hojas, piedras, mientras que la segunda cuenta el viaje cósmico que hace la arlequín hacia las estrellas.
Una especie de «Alicia» de Lewis Carroll pero «mucho más libre y con personajes más abstractos».
«El pequeño arlequín» cuenta con los elementos identificativos de la marca Stockhausen: la contraposición de las fuerzas del bien y del mal, del yin y el yang, a través de la música cósmica, los planetas, la luz y el color.
«Se trata de un arte global que entra a nivel espiritual, una práctica pagana», agrega Padrissa.
Sobre el escenario, la acción recae sobre Merve Kazokoglu, a cargo del clarinete; Paul Hübner (trompeta), Stephen Menotti (trombón), Michael Tiefenbacher (sintetizador) y Simon Schellnegger (viola), todos ellos formados en la escuela Stockhausen de Colonia.
Y es que, según explicó el director escénico, no todo el mundo está capacitado para representar una ópera de Stockhausen: «Es un tipo de música especial que requiere trabajarse en la escuela Stockhausen, su legado se transmite de unas personas a otras».
Por otro lado, Padrissa destaca la importancia de acercar el trabajo de Stockhausen a los niños y de hacerlo, precisamente, en Viena.
«Este es un lugar donde se consume mucha cultura y donde hay una gran preparación, estos niños serán la semilla de esta música», afirma.
Aunque el libreto de Stockhausen incluye notas del mismo autor sobre qué tipo de luz, colores o símbolos deberían acompañar a su música, la Fura dels Baus hace una versión actualizada «con la tecnología de ahora y con nuestra imaginación».
«Para estar vivos, durante estos treinta años la Fura ha invitado a otros creadores para rejuvenecerse y que la energía no se vuelva cansada», explicó el director.
En el equipo de «Der kleine Harlekin» colaboran los especialistas Roland Olbeter (escenografía), Franç Aleu (Vídeo), Chu Uroz (vestuario), Thomas Bautenbacher (pirotecnia), Wolfgang Musil (sonido) y Reihnard Traub (Iluminación).
El espectáculo está producido por la Wiener Taschenoper, la Opernhaus de Graz, la ópera estatal de Baviera (Múnich) y el teatro musical Natalya Sats de Moscú.
Tras sus cinco representaciones de este fin de semana en el teatro Dschungel de Viena, la Fura dels Baus llevará la ópera a Graz, Múnich y Moscú, siempre en salas para niños.
«En esta época de crisis, resulta sano aceptar proyectos así, más pequeños, que cuestan una centésima parte del presupuesto de otras óperas que hemos preparado para la ópera de Baviera o la Scala de Milán», declaró el director.
Esta es la tercera obra de Stockhausen que adaptan los catalanes, quienes estrenaron «El Viaje de Michael» en Viena en 2008 y «Sonntag aus Licht» en Colonia tres años después.
Con «El pequeño arlequín», los artistas habrán representado alrededor de ocho horas del ciclo de óperas «Licht» del compositor alemán, que dura más de 29 horas.