El rapto en el Serrallo en protesta contra Turquía

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Es posible que haya llegado a vuestros oídos: el pasado 1 de octubre, el director general de la Ópera y Ballet Estatales de Turquía, Selman Ada, imponía la normativa de acudir con el velo islámico al recinto, norma que afecta igualmente a las mujeres y a todo el personal de trabajo en el edificio.

Casi un mes después, la Ópera de Erfurt (Alemania), parecía que reaccionaba a esta imposición cargando de sentido político a la nueva versión de la ópera El Rapto en el Serrallo, en esta ocasión dirigida por Yekta Kara –directora artística de la Ópera Estatal en Estambul– contra la progresiva radicalización islámica del país.

A través de una escenografía kitsch y ostentosa, Kara nos ofrece una nueva versión de esta ópera, situada en Turquía, con claras reminiscencias a protestas recientes en diversos países. Ya en la Obertura, dos mujeres desnudas de cintura para arriba salen en protesta a escena, recordando claramente al colectivo Femen.

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En la versión estuvieron especialmente destacables los solistas Uwe Stickert en el papel de Belmonte y de Gregory Löbel en el papel de Osmin. Stickert destacó en sus tonos agudos, con una hermosa voz de tenor que fusionaba un estilo mozartiano con toques reminiscentes turcos.  Löbel por su parte tenía una voz rica en bajos. Las mujeres, Julia Neumann y Romy Petrick, en los roles de Konstanze y Blonde respectivamente, no estuvieron tan brillantes sin embargo. Ambas interpretaron su papel convincentemente, aunque vocalmente podrían haber estado más acertadas.

La directora Joana Mallwitz por su parte estuvo acertadísima, flexible, sabiendo sacar de los músicos y de la orquesta un gran sonido mozartiano, recalcando y deleitándose en las florituras arabescas.

En definitiva, un gran espectáculo. El público se prolongó en aplausos durante varios minutos al final de una representación que en general resultó muy satisfactoria.

 

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