«El Rey que rabió» en la Zarzuela. Crítica al elenco alternativo.

Debido a los nombres que integraban el segundo reparto de la versión que el Teatro de la Zarzuela ha hecho de la obra de Ruperto Chapí  El Rey que rabió teníamos la esperanza de que el resultado de esta función fuera sumamente positiva. En realidad, este segundo reparto está justificado en los nombres del tenor Jorge Rodríguez-Norton y la soprano Sofía Esparza. El resto de intérpretes repite, con excepción del bajo Rubén Amoretti que tiene unas fechas mientras que las restantes programadas el papel de General es asumido por Miguel Sola. «El Rey que rabió» en la Zarzuela. Crítica al elenco alternativo.

Hecha esta pequeña introducción tenemos que referirnos a lo que considero un acierto: programar para fin de esta temporada tan atípica, una obra que tiene un indudable interés- me estoy refiriendo al aspecto musical- y que parece condensar muchas de las cualidades que, a lo largo de su carrera, jalonan la vida musical del xiquet de Villena. Siempre he comentado elogiosamente el que el Teatro de la Zarzuela apueste por obras que tengan verdadero interés, que recupere otras y que se salga de lo manido. Me gusta esa ambición que está dando resultados y que cuenta con el respaldo del público. Obras de interés musical, obras con reparto de categoría, con planteamientos adecuados, con sabia utilización de los medios y primando sobre todo la búsqueda de una calidad musical. Muchos de estos aspectos positivos hemos podido disfrutarlos en esta versión de la obra en tres actos, libreto de Miguel Ramos Carrión y Vital Aza y acertada e inspirada partitura de Ruperto Chapí.

El momento del ‘Nocturno’ en «El Rey que rabió» del Teatro de la Zarzuela.

El Rey que rabió es una zarzuela en tres actos, vale, pero no es tan simple poder clasificarla. ¿Zarzuela grande? O más bien opereta. Para el caso da lo mismo, es una obra que, sobre un libreto disparatado, en muchos momentos regocijante y siempre divertido, se ha creado una música de indudable calidad, aunque es cierto que no llega a la altura de otras obras de este compositor. Prefiero en este aspecto a La Tempestad, La Bruja, o Margarita la tornera. Pero la música surge con fluidez, es elegante, bien trazada, con una orquestación muy cuidada, con una riqueza melódica de indudable atractivo y que cuenta con apoyaturas armónicas que, si bien son tradicionales, también dejan entrever cierta audacia y cómo las corrientes musicales europeas no eran ajenas al conocimiento de Chapí. Muchos autores ven influencias de la opereta vienesa y, sobre todo, de la opereta francesa. Pero hay que reconocer que sin recurrir a criterios nacionalistas, la obra de Chapí tiene una robustez y una personalidad propia muy bien definida. Sea como fuere estamos ante una obra dotada de una música deliciosa, muy bien estructurada y sirviendo a su finalidad teatral. Sin ser la gran obra de Chapí sí se la puede considerar uno de sus muchos aciertos y que contó y sigue contando con el refrendo del público.

Y ¿cómo fue y cómo se desarrolló la representación en la tarde del domingo y a cargo del segundo reparto? Antes de entrar en esa materia tenemos que volver a las licencias tomadas en relación con lo escrito por el compositor. No es un tenor el personaje del rey. Ni Chapí lo concibió así sino que pensó en una tiple, lo que hoy calificamos como mezzo o como soprano dramática. Sin embargo hay versiones- por ejemplo la de Ataúlfo Argenta, donde la figura del Rey es interpretada por Pilar Lorengar a la que no se la puede calificar de mezzo precisamente. Pero esto sería anecdótico, lo cierto es que la obra se resiente con el cambio y me imagino que habrán sido muchos los problemas que haya tenido que solventar la dirección musical. Es cierto que en escena queda más creíble la presencia de un varón encarnando al rey, pero lo que gana en realismo escénico pierde en la concepción musical que está pensada y escrita de forma muy diferente. Tengo que remitirme al brillante artículo pre-representación que escribió en esta misma revista Federico Figueroa. Totalmente de acuerdo con su serio análisis. Ese artículo pienso que constituye un verdadero lujo, por su precisión y por los conocimientos vertidos en el mismo.

Partiendo de esta premisa diremos que el tenor, buen tenor, Jorge Rodríguez Norton, brilló a gran altura. A pesar de que la partitura resulta un tanto forzada en su nueva versión, lo cierto es que él no solo salió airoso, sino triunfador en lo que para mí es una difícil prueba. Voz muy bella de timbre, con una amplitud vocal de primera línea, se encuentra con un registro central muy musical y sus agudos poseen algo que yo considero importantísimo, la musicalidad que no se pierde en ningún momento. Fue la suya una interpretación feliz, derrochando buen gusto y profesionalidad y no está carente de cualidades interpretativas moviéndose con naturalidad en el escenario. Fue la suya una actuación muy importante.

En este segundo reparto el personaje de Rosa lo asumía la soprano navarra Sofía Esparza. Tiene una voz muy bonita, muy bien timbrada, canta con gusto, es segura muy segura en el registro agudo y en escena da perfectamente el personaje pues es muy atractiva y sabe actuar con buen gusto y con mucha elegancia. Bordó su papel, cantó con muchísimo gusto la más conocida de las romanzas de esta obra: “Mi tio se figura….” o mejor “Yo que siempre de los hombres me burlé”.  En los dúos y en cualquier momento demostró cualidades dramática más que estimables y puso su bella voz al servicio de un personaje verdaderamente atractivo. Creo que puede estar legítimamente satisfecha de su aportación al éxito de la obra. En la parte más satírica de la obra cumplieron adecuadamente su cometido Carlos Cosías, Igor Peral, José Julián Frontal y, sobre todo, Rubén Amoretti que puso su hermosa voz de bajo al servicio de un personaje que, muchas veces, es hilarante pero que siempre tiene un indudable interés musical. José Manuel Zapata dio vida al personaje más tontorrón de la trama: Jeremías y lo hizo de forma magistral por la comicidad que desprende toda su actuación. Discreto en la parte musical- no muy importante- pero graciosísimo, sin caer en la astracanada ni en el mal gusto, sino con una gracia y una finura que el público recompensó con una fuerte ovación. El resto de intérpretes cumplió aunque no me entusiasme la voz de Ruth González que hizo un paje – o una paje, la verdad no sé- un tanto excesivo/a.

El rey que rabió
Ruth González como El Paje en la nueva producción de «El Rey que rabió» en la Zarzuela. Crítica al elenco alternativo.

Iván López Reynoso dirigió con buen pulso, con seguridad y buscando siempre resaltar la belleza de la partitura, a una orquesta que tuvo momentos brillantes, como la lírica versión del hermoso nocturno, uno de los mayores aciertos de la obra. Respetuoso, muy respetuoso con los cantantes, supo aglutinar todos los esfuerzos y canalizarlos para el más óptimo resultado. El coro- con las mascarillas- cantó con la afinación y el buen gusto habituales, recogiendo merecidos aplausos su director  Antonio FauróBárbara Lluch dirigió con acierto y sin los excesos tantas veces puestos en las escenas de las obras líricas, aquí y en cualquier teatro del mundo. Tuvo gracia la dirección y tuvo algo muy importante, agilidad. El vestuario me pareció un tanto caricaturesco pero quedaba bien en el contexto de la obra.

En fin, una buena representación que no se hizo larga a pesar de que, por temas sanitarios, fuera toda de un tirón, sin ninguna concesión al descanso.

José Antonio Lacárcel.


Madrid. Teatro de la Zarzuela 6-VI-2021. El Rey que rabió. Música: Ruperto Chapí. Libreto: Miguel Ramos Carrión y Vital Aza. Jorge Rodríguez-Norton (El Rey), Sofía Esparza (Rosa), Rubén Amoretti (El General), José Julián Frontal (El Gobernador), Ígor Peral (El Intendente), Carlos Cosías (El Almirante) María José Suárez (María), José Manuel Zapata (Jeremías), Alberto Frías (Alberto Frías), Sandro Cordero (Juan), Pep Molina (El Alcalde), Ruth González (El Paje), Antonio Buendía (El Corneta) Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid. Director musical: Iván López Reynoso. Directora de escena: Bárbara Lluch. Escenógrafo: Juan Guillermo Nova. Figurinista: Clara Peluffo. Iluminación: Vinicio Cheli.