Marianela Núñez y Vadim Muntagirov protagonizan este ballet compuesto por Léo Delibes, obra de la fundadora de la compañía, Ninette de Valois, con coreografía basada en la de Lev Ivanov y Enrico Cecchetti
Cristina Marinero
No se lo pierdan, vayan a su cine favorito a verlo, porque hace, nada menos, que trece años desde la última vez que el Royal Ballet lo puso en escena en el escenario de Covent Garden.
Seguro que el director de la prestigiosa compañía británica, Kevin O’Hare, no va a dejar ahora que pase tanto tiempo para volver a reponerlo, porque Coppelia, es una joyita balletística cuyo estreno absoluto, en 1870, marcó el fin de la era romántica del Ballet de la Ópera de París. Además, Tchaikovsky consideraba la (¡maravillosa!) partitura de Léo Delibes todo un ejemplo de música para ballet y la usó como modelo para componer los suyos.
Presentada por última vez en Londres en 2006, esta producción recupera la versión de la fundadora del Royal Ballet, Ninette de Valois, realizada en 1954 sobre las coreografías de Lev Ivanov y Enrico Cechetti. A Arthur Saint-Léon, su coreógrafo original, se le considera el primero en teatralizar las danzas nacionales que aquí se integran, como las zardas de Hungría y la mazurca de Polonia. Además, Saint-León fue el sucesor de Jules Perrot como ballet master (título que debe traducirse por ‘coreógrafo’) en el Mariinsky de San Petersburgo, y a él le sucedió Marius Petipa, quien ya llevaba doce años en la compañía cuando llegó, por lo que el trabajo de estos artistas franceses en la última mitad del siglo XIX contribuyó a que Rusia tomara el testigo de París en el avance del ballet.
Marianela Núñez y Vadim Muntagirov, las dos estrellas del Royal Ballet que tantas pasiones despiertan por su grandeza y categoría, son los protagonistas de la función que se emite en directo desde la Royal Opera House en cines de todo el mundo, el martes 10 de diciembre. Junto a ellos, el bailarín de carácter del Royal Ballet que todos recuerdan por su personaje de Drosselmeyer en El cascanueces, Gary Avis, y otro de los artistas veteranos de la compañía londinense, y también repetidor coreográfico, Christopher Saunders. Todos vestidos y rodeados con los coloridos diseños del famoso caricaturista inglés, historiador de la arquitectura y escenógrafo, Osbert Lancaster, y el director Barry Wordsworth al frente de la orquesta.
Coppelia es un ballet-comedia cuya coreografía, de gran detallismo técnico, tiene también gran base en las danzas populares, balletizadas, eso sí. Para situarlo brevemente en ese auge de estilización del folklore, sobre todo el español y de los países del Este, decir que hacía pocos meses que Petipa había presentado en el Mariinsky su Don Quijote (1869), donde dejó plasmada la gran influencia en su coreografía del baile español aprendido durante sus años en Madrid como bailarín y ya incipiente coreógrafo.
El título de este ballet es el nombre de la muñeca creada por el constructor de juguetes Doctor Coppelius, tan real que el joven Franz, prometido de Swanilda, la protagonista, se ha enamorado de ella. Junto a sus amigas, Swanilda descubre que esa chica que lee absorta en el balcón de la casa del juguetero es una autómata y decide confrontar a ésta, su «rival», y vengarse del Doctor Coppelius, además de darle una lección a Franz. Subtitulada La muchacha con ojos de esmalte, su libreto, escrito por Charles Nuitter, está basado ligeramente en dos relatos del escritor que también sirvió de base para El cascanueces, E.T.A. Hoffman, El hombre de arena y La muñeca.
Además de los bailarines protagonistas, también participan, como amigas de Swanilda, las solistas Mica Bradbury, Isabella Gasparini, Hannah Grennell, Meaghan Grace Hinkis, Romany Pajdak y Leticia Stock. Mayara Magri, primera solista y una de las artistas que muy pronto -aventuramos- será primera figura, interpreta el papel de Muchacha Campesina. Curiosamente, Magri ganó el Prix de Lausanne en 2011 con su interpretación de la primera variación de Swanilda, vals con el que se inicia la acción del ballet.