Teatro Maestranza Bodas Fígaro Por Gonzalo Roldán Herencia
Tutto è disposto
El Teatro de la Maestranza de Sevilla puso en escena para cerrar este año operístico una producción de Las bodas de Fígaro de Wolfgang Amadeus Mozart, que viene respaldada por el éxito obtenido en el Teatro Real. Para la reposición sevillana se ha contado con un elenco de grandes voces, todas brillantes en sus roles, bajo la dirección musical de Corrado Rovaris y la dirección escénica de Emilio Sagi.
En esta producción resultan tremendamente oportunas las referencias a Sevilla dado el argumento de la ópera. La imponente arquitectura que alberga la acción, diseñada por Daniel Bianco, evoca un palacete andaluz, que por medio de grandes arcos y traviesas que se elevan esbeltas en cada estancia configuran el espacio escénico de los cuatro actos de la ópera bufa: la cámara nupcial de Fígaro y Susanna, la alcoba de la Condesa, el salón de celebraciones o el imponente belvedere del jardín en el acto final. En cada estancia se juega con los espacios sugeridos con gran habilidad, que amplían lo visible a nivel psicológico con el metaespacio argumental: a través de una arcada acristalada se divisa un patio trasero desde la estancia de Fígaro por el que entran y salen los personajes, o simplemente se convierten en testigos indirectos de los acontecimientos; el dormitorio de la Condesa alberga sendas puertas al gabinete y a la galería de servicio que se aprovechan para generar sospecha, más una puerta principal de acceso y dos ventanales al jardín convertidos en línea de fuga; la estancia de celebraciones se abre al fondo con otra arcada suntuosa hacia un espacio indefinido; y finalmente, una estufa de cristal en medio de un frondoso jardín lleno de hermosas enredaderas y plantas exóticas sirve como escenario de los juegos nocturnos y del banquete final. Teatro Maestranza Bodas Fígaro
Verdaderamente, el trabajo de Emilio Sagi es toda una obra de arte, que con aparente economía de medios resulta sumamente sugerente y efectivo. A ello ayuda la identificación social de los personajes por medio del vestuario, diseño de Renata Schussheim y adaptado por Anuschka Braun, así como un hábil juego de luces responsabilidad de Eduardo Bravo. Se une, además, la estupenda vis cómica de los cantantes y del cuerpo de baile y coro, que oportunamente entran y salen de escena gracias al trabajo coreográfico de Nuria Castejón.
Pero, si el trabajo escenográfico fue preciosista y hábilmente diseñado para la acción, sin duda el gran valor de esta producción fue la alta calidad vocal de sus protagonistas. Desde la primera escena se demuestra el magnífico elenco seleccionado, con los enredos descritos por Natalia Labourdette y Alessio Arduini como la pareja de criados Susanna y Fígaro, que en las vísperas de su boda traman cómo evitar los desmanes amorosos del conde y contentar a la condesa en su intento de recuperar el amor de su marido. Sendas voces, potentes y bien timbradas, destacaron en cada intervención, y dieron la oportuna réplica a los demás personajes. Particularmente valorada por la audiencia fue también la interpretación de Carmela Remigio como la Condesa de Almaviva, cuyas arias del segundo y cuarto acto fueron aplaudidas por su bello desarrollo melódico y su perfección en la ejecución de las agilidades y coloraturas que se le confían. A ella se unió la frescura y claridad de la voz de Cecilia Molinari como Cherubino, que fueron muy del agrado de la audiencia. Finalmente, completó el cuadro protagonista Vittorio Prato como Conde de Almaviva, un rol lleno de parlamentos y diálogos hábilmente desarrollados por el barítono. Igualmente acertados fueron los papeles secundarios, como Don Bartolo en la voz de Ricardo Seguel, potente y rotundo en cada intervención, o la de Amparo Navarro como Marcelina, cuya bondad interpretativa fue más allá de lo actoral, trasmutando su desarrollo canoro en una voz afectada debido a la edad del personaje. Además, pese a la brevedad de sus papeles, cabría citar a los cantantes Manuel de Diego, Juan Antonio Sanabria, Pablo López e Inés Ballesteros como los miembros del servicio Don Basilio, Don Curzio, el jardinero Antonio y Barbarina. Teatro Maestranza Bodas Fígaro
Una obra de tan trepidante acción, con numerosos diálogos corales y escenas de enredo, hace necesaria una precisa dirección musical que establezca el balance entre orquesta, voces solistas y coro. En este sentido, la labor de Corrado Rovaris fue preclara y muy efectista, con unos tempi dinámicos y una retórica musical muy a propósito de la trama mozartiana. A ello hay que unir la buena labor del Coro de la Maestranza, preparado por Íñigo Sampil, como servidumbre de los condes y cómplices de todo lo vivido en escena. El resultado final fue una obra amena en escena, divertida en lo actoral, bella en lo musical y sumamente atrayente en lo vocal que deleitó y embelesó al público asistente, y que despertó más de una sonrisa en una velada en la que tutto è stato disposto para recrear de forma espléndida esta chispeante ilusión de engaños y equívocos en la que “bien está lo que bien acaba”. Teatro Maestranza Bodas Fígaro
17 de diciembre de 2022, Sevilla (Teatro de la Maestranza). Le nozze di Fígaro, ópera bufa en cuatro actos de Wolfgang Amadeus Mozart (1786) con libreto de Lorenzo Da Ponte. Dirección Musical: Corrado Rovaris. Dirección Escénica: Emilio Sagi. Diseño de escenografía: Renata Schussheim/Anuschka Braun. Iluminación: Eduardo Bravo. Coreografía y asistente dirección escénica: Nuria Castejón. Solistas: Alessio Arduin, Natalia Labourdette, Carmela Remigio, Vittorio Prato, Cecilia Molinari, Ricardo Segué, Amparo Navarro, Manuel de Diego (Don Basilio), Juan Antonio Sanabria, Inés Ballesteros, Pablo López. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla y Coro del Teatro de la Maestranza (Íñigo Sampil, dirección). OW