«Reflexionen como yo he hecho y trabajen para mejorar este Teatro» Carta de una abonada al Teatro Real.

Mª Teresa Fenandez, abonada del Teatro Real desde su reapertura en 1997, manifiesta su desacuerdo por la gestión de las representaciones en los últimos años, a través de correo electrónico que envió al mismo Teatro.

Aún no ha recibido respuesta. Y nos pone en conocimiento de dicho texto:

 

Estimados responsables del Teatro Real de Madrid,
Siguiendo las indicaciones del Servicio de Atención al Espectador,
dirijo a Ustedes estas líneas para aportar mi punto de vista sobre las
representaciones del Teatro Real y los abonos de la temporada general
de ópera.

Tengo abono general de este Teatro desde el año 1997 en que tras un
larguísimo periodo de silencio se reabrió al público. Me considero una
gran aficionada a la ópera, y año tras año, sin faltar a la cita, he
renovado mi compromiso con esta Institución. En estos últimos años en
que la crisis económica me ha golpeado como a otros muchos, y a pesar
de que la programación no me convencía plenamente, he continuado
abonada al que considero uno de los mejores teatros de Europa.

Sin embargo mi fidelidad no está exenta de enfado. Cual ha sido mi
sorpresa cuando este año y sin aviso previo, el Teatro Real ha pasado
al cobro el abono general a principios del mes de Abril, sin haber
finalizado ni siquiera la temporada en curso, y con seis meses de
adelanto sobre la temporada próxima. ¿Es esta la manera de que la
gente renueve su abono? ¿Ya no somos un Teatro de excelencia al que
resulta difícil abonarse? Señores, yo quiero continuar abonada desde
la satisfacción, no desde la aventura ni el secuestro.

Mi segundo disgusto lo debo al calendario. Me pregunto por qué que en
los últimos años los abonados de mi turno hemos tenido
representaciones en Julio, que es un mes donde muchos madrileños
abandonan la ciudad y se van de vacaciones, y por qué en meses como
Febrero o Marzo no nos toca ninguna. ¿No sería posible ajustar el
periodo de abono al año académico, o laboral y programar actividades
más efímeras en verano, para aquellos que vienen a la Capital o los
que se está iniciando en este arte? Tal vez algunos decidieran
abonarse, si es que aun pudieran abonarse en Septiembre.

Mi tercer desencuentro es consecuencia de la programación. Una vez
recogido mi abono en Junio, descubro que por tercera vez en cuatro
años vuelvo a tener la obra «Wozzeck», y dentro de las
representaciones en versión concierto, voy a tener mi tercer
«Parsifal». Mientras, los afortunados usuarios del abono reducido
estrenarán «Los pescadores de perlas». ¿Debería reducir yo también mi
abono en lugar de repetir y repetir obras? ¿Por qué los abonados de mi
turno hemos matado ya tres veces a la pobre Marie de Wozzeck y aun no
nos ha tocado «La finta giardinera», que se ha programado dos años
seguidos? ¿Es fatalidad, complot, o desacierto del programador?

Díganme Ustedes qué debo hacer para romper esta mala racha. Encuentro
injusto que catorce años de fidelidad a un abono se desluzcan
privándonos de las representaciones más novedosas o de reparto más
interesante, no sé si por la desatención de los responsables de
programación, o a la búsqueda de un nuevo aficionado que no acaba de
aparecer. No señores, los abonados del Teatro somos la mejor
publicidad del mundo cuando se nos trata adecuadamente, pero también
la más feroz de las críticas cuando se nos desprecia. Por ello les
pido que reflexionen como yo he hecho y trabajen para mejorar este
Teatro para el que deseo sin reservas el mejor futuro.

Quedo a la espera de sus comentarios. Atentamente,

Mª Teresa Fernández del Pozo