El Trío Suk estampa carácter a sus versiones

El Trío Suk estampa carácter a sus versiones
El Trío Suk estampa carácter a sus versiones

El grupo checo ofreció en Castellón dos tríos cardinales, el «Archiduque» de Beethoven y el op. 65 de Dvorak

El trío Josep Suk ofreció en el Auditorio de Castellón un concierto de nivel en el que se aunaron calidad interpretativa y concepto musical con dos piezas capitales en el género: los tríos de «El archiduque» de Beethoven y el op.65 de Dvorak. Dos obras planteadas desde ópticas muy divergentes, pero significativas en su respectivo ideario, que evidenciaron el importante nivel de calidad musical de los tres componentes del terceto checo en cuanto a su dominio instrumental, sensibilidad, color y entidad sonora y sobre todo una dicción muy personalizada y para nada convencional.
En el conjunto el grupo poseía una amplia prestancia sonora y en las intervenciones personales brillaba la categoría instrumental individualizada del cello, el piano y el violín. No es extraño que el púbico (que por cierto sigue siendo muy escaso) premiase a los intérpretes al concluir el programa, con pródigas ovaciones que obtuvieron el consabido bis con la prácticamente ignota, pero bellísima, «Elegie» op. 23 de Josep Suk

La versión de la op. 97 de Beethoven fue especialmente jovial, haciendo los miembros del trío checo una lectura propia de un Beethoven casi juvenil, cuando en verdad la obra se escribe cuando el genial autor de «Fidelio» contaba con 40 años y estaba ya aquejado de la sordera que sería tan singular en su existencia y que precisamente llevó al desastre la primera audición de esta sugestiva partitura, porque Beethoven no oía las notas que interpretaba en el piano. No tenía el compositor motivos para ser tan jovial, sin embargo el que al final de su existencia escribe una sinfonía de amor a la humanidad, no podía dejarse vencer, al principio, por una sordera que tanto limitaba su labor musical. Es lo que explica la nobleza y la intensidad existencial de la pieza. Pues bien, ahí se acogió el Trío Suk para ofrecer una versión de un primer tiempo casi primaveral, un segundo de propósito bailable en su acentuado ritmo ternario, un tercero de seductor melodismo y el rondó conclusivo muy vital y contrastado con el hálito soñador del cantábile precedente.

El interesantísimo Trio op. 65 de Dvorak, es una de las referencias universales del género. Este comentarista siempre se ha interesado por la gestión de esta obra, que audiciona con frecuencia en las versiones del trío que nos ocupa, el Borodin o el Beaux Arts, y significa un triple condicionante en el compositor: el sentimiento de la muerte de su madre, la devoción por el nacionalismo musical checo y el anhelo por encontrar un postulado universal para su música. A este respecto, el terceto Suk planteó una lucha de estados de ánimo en los dos temas del primer tiempo, singularmente en el primero, con un enorme rango dinámico. Estableció muy bien  los encasillados rítmicos del Allegretto, con propósito de furiant y cuajó un Adagio elegíaco y sensitivo a un tiempo, dando pábulo a las nostálgicas melodías que revelan la inspiración del autor y en las que quien esto escribe siempre ha creído apreciar los afectos que sentía Dvorak por su madre fallecida poco antes de escribir esta obra. Enervante el último tiempo, con una reexposición tan clara como intensa del tema cardinal del primer tiempo que supuso en la audiencia un aliento esperanzado.

Antonio Gascó