Elegante Zacharias y espectacular Bruckner con Juanjo Mena y la ONE en el Auditorio Nacional

Elegante Zacharias y espectacular Bruckner con Juanjo Mena y la ONE en el Auditorio Nacional
Elegante Zacharias y espectacular Bruckner con Juanjo Mena y la ONE en el Auditorio Nacional

El programa de la Orquesta Nacional número 12 del Ciclo Sinfónico probablemente haya sido uno de los acontecimientos de esta temporada con mayor afluencia de público al Auditorio Nacional en sus tres fechas, 5, 6 y 7 de febrero, tanto es así que Opera World tuvo que esperar al último concierto, el del domingo por la mañana, para poder asistir. El público abarrotaba la Sala Sinfónica para escuchar obras tremendamente atractivas, el Concierto para piano y orquesta número 24 de Mozart y la Sinfonía número 6 de Bruckner. Tanto el solista y el director son de los que más atraen al respetable: Christian Zacharias y Juanjo Mena son dos habituales del Auditorio Nacional y el público los respeta y los quiere. Ni ellos ni la Orquesta Nacional de España defraudaron.

Podía sorprender que un concierto para piano de Mozart ocupara por si solo toda la primera parte, pero el 24 es uno de los más extensos del compositor y además la segunda parte duraría casi una hora gracias a las inmensas proporciones de la sinfonía de Bruckner. Pese a su duración, en cierto modo el concierto pareció un aperitivo de la sinfonía. Mena dirigió una interpretación romántica en los ataques pero falta de sonido, lejos de las modernas lecturas historicistas que abogan por una gran variedad de articulaciones y que no huyen ni siquiera del sonido feo. La ONE pareció en todo momento una fiera enjaulada, pero por lo menos dejaron sitio al talento de Zacharias. No es este un intérprete dado a la exhibición, sino más bien un sacerdote al servicio de la música. Su interpretación del concierto no destacaba, por tanto, por el virtuosismo que se presupone a este tipo de música, sino por una reverencia al conjunto musical. El fraseo era lo más destacable en una lectura casi camerística pero que difícilmente casaba con lo que ocurría en la orquesta, más preocupada de no tocar forte (ni siquiera alcanzaron un gran sonido en los tutti) que de interactuar con el solista. Las cadencias que Zacharias interpretó habían sido compuestas por él, y en ese esfuerzo por integrar todo el discurso en el conjunto también tenían papel en estas cadencias la sección de viento de la orquesta, que respondía y dialogaba con el piano. Esto va en contra del concepto original de cadencia, el pasaje de lucimiento del solista, pero concuerda perfectamente con la línea de pensamiento que había seguido Zacharias en todo el concierto: la música por encima del grupo y el grupo por encima del individuo. Tras los merecidos aplausos tocó una propina inidentificada (miembros de la orquesta después me señalaron que era la tercera propina diferente que tocaba) y el humilde solista se retiró.

Elegante Zacharias y espectacular Bruckner con Juanjo Mena y la ONE en el Auditorio Nacional
Elegante Zacharias y espectacular Bruckner con Juanjo Mena y la ONE en el Auditorio Nacional

La sexta sinfonía de Bruckner no es una favorita de los auditorios y para mí era la primera vez que la escuchaba en vivo. Debo decir que no estaba emocionado, Bruckner no es mi compositor favorito y esta sinfonía no llama demasiado la atención, así que iba con escepticismo. Estaba completamente equivocado, la sinfonía fue apasionante. No quiero incurrir aquí en detalles musicológicos como la elección de tempi, articulaciones, planos sonoros y demás. Fue una grandísima experiencia que dejaba a un lado todos esos parámetros meramente mecánicos. Desde el inicio la orquesta se mostró dúctil y presta a responder cualquier designio de un Juanjo Mena que demostró que si sus decisiones habían provocado un Mozart algo plano ahora iban a causar un Bruckner arrollador. El sonido era denso cuando debía serlo, pero puro, con un lirismo increíble en el segundo movimiento. El final del concierto, con un cuarto movimiento brillante, encendió a un público que respondió a la experiencia con un aplauso atronador. Como decía al principio, no defraudaron.

Miguel Calleja Rodríguez

Los mejores alojamientos en Madrid