Emoción y belleza españolas en la gala del Real en el Carnegie Hall

                                        gala Real Carnegie Hall Por Carlos Javier López Sánchez

La primera gala del Teatro Real en Nueva York ha sido sin duda uno de los eventos culturales y sociales más importantes del año para la colonia española en la ciudad de los rascacielos. ga

La Orquesta del Teatro Real en el Carnegie Hall / Foto: © Chris Lee
La Orquesta del Teatro Real en el Carnegie Hall / Foto: © Chris Lee gala Real Carnegie Hall

la Real Carnegie Hall

Por la elección del escenario: la mítica e historiada sala Isaac Stern del Carnegie Hall, el olimpo musical donde se han coronado los mejores de siempre, el vórtice entre Central Park y Broadway de la gloria musical internacional. También por la fecha: los 25 años de la reinauguración del Teatro Real, el inicio del Mes Nacional de la Herencia Hispana de Estados Unidos y el 40º aniversario del hermanamiento de Madrid con Nueva York. 

Por los asistentes: empezando por la reina Sofía y autoridades de la política madrileña como el alcalde Martínez Almeida, dirigentes del Teatro Real como Gregorio Marañón y Joan Matabosch, representantes de instituciones culturales españolas en Nueva York, y una selecta y nutrida representación de los españoles más influyentes en Manhattan. En efecto, fue una noche puramente española en el Carnegie Hall, en el escenario y en la sala, donde quién más y quien menos trataba de hacerse un selfi con algún famoso o charlar con alguno de los múltiples directivos de las empresas españolas que patrocinaron el evento. gala Real Carnegie Hall

También por la elección del repertorio que interpretó la orquesta del Real a cargo de Juanjo Mena. El programa se abría y se cerraba con el Sombrero de Tres Picos de Manuel de Falla. Las Noches en los jardines de España con Javier Perianes al piano y la suite Iberia antes del descanso; y zarzuela tras la pausa, de la mano de la soprano zaragozana Sabina Puértolas. Música española interpretada por la más importante compañía de ópera de España no es nada sorprendente. Lo que sorprende no es la aparición del repertorio español en la Séptima Avenida, si no su ausencia en la plaza de Oriente, donde llevan años sin catar las mieles de estos compositores. De la ópera española ni hablamos, pues esta sigue ausente tanto aquí como allá. Tampoco hubo ningún guiño a compositores hispanoamericanos, lo que supone otra oportunidad perdida para estrechar lazos entre la multitudinaria comunidad hispanohablante neoyorkina. Pero acaso todo ello no habría cabido en un concierto ya bien nutrido, que además comenzó muy tarde, a las ocho y media de la noche del jueves, lo que alejó a una gran parte de la afición local y vació muchas butacas tras el descanso. Los responsables del Real anuncian nuevas apariciones de la compañía en América, lo que hará posible tal vez la exploración de otros repertorios, otros espectadores y horarios más decentes. 

De izquierda a derecha: José Luis Martínez-Almeida (alcalde de Madrid) Gregorio Marañón (presidente del Teatro Real), Su Majestad la Reina Sofía y Santiago Cabanas Ansorena (embajador de España en EEUU) / Foto: © Chris Lee
De izquierda a derecha: José Luis Martínez-Almeida (alcalde de Madrid) Gregorio Marañón (presidente del Teatro Real), Su Majestad la Reina Sofía y Santiago Cabanas Ansorena (embajador de España en EEUU) / Foto: © Chris Lee

Juanjo Mena se mostró activo durante todo el concierto. En los compases iniciales de Falla supo mantenerse respetuoso al estilo y rescató con habilidad a la orquesta de sus titubeos iniciales. Y es que el escenario del Carnegie Hall impone y los profesores de la Sinfónica de Madrid parecían apocados por la sala o tal vez víctimas del jet-lag. Mena subía y bajaba del podio de un salto, bailaba durante las frases más rítmicas, y hasta perdió la batuta que terminó en el suelo. gala Real Carnegie Hall 

En Noches en los jardines de España, seguimos con Falla, la orquesta empezó a regalar más detalles de belleza cromática, precisión y cuidado en los acentos. Javier Perianes, sobrado en su encargo, se alió con Mena y entrambos llevaron en volandas a la orquesta. Así como Mena exploraba la partitura en profundidad, sin pasar detalles por alto, mascando los silencios, Perianes construía su expresivo discurso sobre el sólido suelo orquestal. Escuchamos en el teclado la emoción contenida y el pellizco dramático de un artista que vive y respira esta música. Acaso faltó una poco de ligazón entre movimientos, y sobraron los aplausos entre secciones de un público tan encantado como halagador. La suite Iberia, que seguía en el programa antes del descanso, no destacó por su brillantez. La orquesta no terminó de tomar la altura que la obra merece, y algunos desbarajustes en los vientos desconcertaron al conjunto, que languideció a través de la obra, con momentos de brillantez orquestal que aparecían tan solo como destellos aislados. 

El descanso se alargó por la renuencia de parte del público más VIP a dejar los corrillos y la copa de cava a medio acabar. Apurado por el aplauso de los espectadores más formales, que regresaron a sus butacas cuando tocaba, Mena atacó con brío los compases de La vida breve. Apareció después sobre las tablas del Carnegie la soprano Sabina Puértolas. Sus frases iniciales de la Canción del Ruiseñor de la Doña Francisquita no resultaron muy prometedoras. La soprano parecía empequeñecerse al frente de la orquesta, y la voz ofrecía un agudo estrecho y engolado, un centro escaso y oscilante, así como una zona grave preocupantemente inaudible. Sin embargo, la artista no tardó en romper el embrujo del escenario. La garganta se fue relajando al superar con éxito las agilidades y siguió el resto del cuerpo. La Puértolas se mostró entonces como la cantante elegante y musical, de dulce y delicado timbre, segura de su técnica, impecable en la dicción y expresiva en la presentación. Sin embargo, la sorpresa vino tras las romanzas anunciadas en el programa. En respuesta a los entusiastas aplausos del Carnegie Hall en la noche de su estreno, y visiblemente emocionada, la soprano regaló como bis ´Carceleras´ de Las Hijas del Zebedeo de Chapí. Aquí la Puértolas supo adornarse con gracia, dirigiendo la orquesta con la garganta, precisa como el láser, pero también torera y entregada. La soprano se atrevió por fin a explorar su voz de pecho y el centro y la zona baja del registro se expandieron de inmediato como una flor nocturna, con un sonido terso, sólido y natural. El resultado fue el lógico: ovación en pie del Carnegie Hall y un momento sin duda inolvidable para la artista. 

Sabina Puértolas y, batuta en mano, Juanjo Mena en el Carnegie Hall / Foto: © Chris Lee
Sabina Puértolas y, batuta en mano, Juanjo Mena en el Carnegie Hall / Foto: © Chris Lee

La noche se cerró con la segunda Suite del Sombrero de Tres Picos. Aquí la Sinfónica de Madrid se redimió con profundidad y arte de las dudas del inicio de la velada. Volumen y pujanza en los vientos, precisión y ductilidad en las cuerdas. Había pasión y altura artísticas y los músicos tocaban sonriendo. Otra ovación en pie. Juanjo Mena sonreía al saber que aún quedaba el fin de fiesta. Las Bodas de Luis Alonso, qué si no. Para entonces, público y orquesta se sabían hermanados en la celebración de lo español, que a este lado del charco se siente acaso más profundo. Se escucharon tímidos oles y viva España musitados entre dientes. 

Quienes acudieron a la gala apremiados por un compromiso social, político o empresarial, con las expectativas justas del que atiende a una tarea tediosa, aunque ineludible, salieron del Carnegie Hall con el pecho lleno de calor patrio y el orgullo de que la música culta española no desmerece ni siquiera en Estados Unidos. Aquellos que llegaron al concierto tan solo con la curiosidad de la novedad, se marcharon con la grata sorpresa de unos artistas que supieron defender lo suyo pese al desfase horario y la presión escénica. Y quienes esperaban, en fin, una noche brillante de música española vieron sus aspiraciones cumplidas por una compañía que ha dejado buen sabor de boca en Nueva York. 

El Carnegie Hall no perdona, y en la próxima visita del Real el listón estará en lo más alto. Pero hasta entonces, felicitemos a la compañía en su exitoso debut americano. 


Carnegie Hall de Nueva York, a 15 de septiembre de 2022. A Celebration of Spanish Music, First Gala Concert of the Royal Opera of Madrid in New York City. Obras de Manuel de Falla, Isaac Albéniz, Amadeo Vives, Pablo Sorozábal, Federico Chueca, Manuel Nieto y Gerónimo Giménez.

Dirección musical: Juanjo Mena. Orquesta del Teatro Real (Sinfónica de Madrid). Javier Perianes, piano. Sabina Puértolas, soprano.                                                            OW