Entrevista a Alejandro del Cerro: «La lírica es trabajo en equipo»

Federico Figueroa ha realizado una entrevista a Alejandro del Cerro (Santander, 1983).

El tenor Alejandro del Cerro Entrevista a Alejandro del cerro                                                                 (C) Carlos Villarejo

¿Cómo llegaste al mundo de la música y del canto, en particular?

 Me gustaba cantar desde niño pero no tenía eso como meta. Mis padres, como veían que me gustaba la música, me inscribieron en una academia para aprender piano. Tenía unos 13 años, ya no era tan joven como otros niños que empezaban desde cero, pero tras dos años me presenté a las pruebas del conservatorio, en Santander, y fui aceptado e hice el elemental de piano. Antes de entrar al grado medio, mi profesora de piano me animó a probar con la profesora de canto y allá fui. Yo escuché lo que hacían los alumnos y ella me dijo que me estudiara una partitura, recuerdo muy bien que era “Las morillas de Jaén”. Me dijo que volviera en una semana. Yo, que nunca había cantado lírico, pensé que lo mejor era imitar a los cantantes de los discos. Después de la prueba, la profesora me dijo que debía presentarme a canto. Y a mí el piano ya empezaba a parecerme muy difícil, así que le hice caso y fui aceptado. Además de las clases en el conservatorio, tomé clases privadas con Montserrat Obeso, que fue quien mejor me guio en aquella etapa. Terminé el conservatorio en Santander y con una beca de la Fundación Botín me trasladé a Madrid para ingresar en la Escuela Superior de Canto (ESCM), donde tuve como maestra a Pilar Pérez Íñigo. Al finalizar, continué estudiando con Juan Lomba, que es mi profesor y, algo así como mi faro, hasta la actualidad.

Y en aquella primera prueba de canto, ¿a quiénes intentaste imitar?

 En mi familia no hay músicos profesionales, pero sí les gusta escuchar zarzuelas y óperas. En casa había discos de Alfredo Kraus, Plácido Domingo y Motserrat Caballé. En casa de mi abuela, aficionada a la zarzuela, me pasaba tardes con ella escuchando discos. Esos cantantes fueron mis referentes en aquel momento.

Alejandro del Cerro como Javier en Luisa Fernanda, Teatro de la Zarzuela.

Cuando terminas la carrera, en Madrid, ¿cómo haces la transición al mundo profesional?

 Yo entré en la escuela de canto como número uno y terminé con el Premio de Honor Fin de Carrera. Muchos compañeros y algunos profesores me decían que estaba “hecho” y que debería buscarme un agente. Pero la vida real es otra. Desde el primer año de mi estancia en la ESCM, en el verano, empecé a trabajar como coro en los espectáculos de Paco Matilla, de Ópera Cómica de Madrid. Esas experiencias me hicieron contactar con la realidad de la profesión. Matilla confió en mí y me animó a interpretar pequeños personajes. A pesar de que estaba aún “un poco verde”, veía algo especial en mí. Durante los estudios, sea en el conservatorio o en la ESCM, los cantantes viven en una burbuja, y cuando los terminan y salen a la “vida real”, a menudo se produce un choque.

¿Los concursos son escaparates para los jóvenes cantantes? ¿Pueden encontrar un agente artístico en un concurso?

Cualquier concurso es un escaparate para los jóvenes cantantes. Siempre puede haber alguien interesante entre el público o el jurado… En los más importantes (Viñas, Operalia, etc.) hay muchos directores de casting y agentes que pueden escuchar a los aspirantes y eso ya es muy provechoso para su carrera. Además, está la cuestión de la bolsa económica de los premios. Dicho esto, conseguir agente a través de un concurso es poco probable.

¿Cómo conseguiste entrar en una agencia de representación artística?

Yo conocí a mi representante a través de Óliver Díaz. Trabajé con él varias veces en la compañía Opera Cómica de Madrid, y un día me dijo que debía tener un agente para crecer artísticamente. Me presentó a Concha Alhambra, hice una audición para ella y desde entonces trabajamos juntos.

¿Es una relación puramente comercial la que se establece entre cantante y agencia?

Evidentemente es una relación comercial, pero no podemos olvidar que somos artistas y somos personas. Es importantísimo que se establezca una relación de confianza donde se pueda hablar de lo que cada uno necesita y de lo que siente, donde fluya la información con normalidad y donde el cantante, en este caso yo, tenga la última palabra en la elección del repertorio.

La evolución de tu carrera profesional ha ido paso a paso. ¿Esto se debe a tu personalidad? 

 Creo que es por mi educación; mis padres me enseñaron que si asumía un reto es porque había base para realizarlo. Yo no tengo una voz, digamos, natural. La he construido con trabajo y técnica. Y en ese proceso, era necesario saber en qué momento vocal estaba, a qué podía enfrentarme y a qué no. Siempre he tenido claro que, si me subo a un escenario, no es para sufrir, lo cual me ha llevado a buscar, a analizar si la partitura que tenía entre las manos era para mí… Es un trabajo de autoconocimiento día a día.

Alejandro del Cerro como Lenki en Eugenio Oneguin (Festival Alden Biesen). Entrevista a Alejandro del Cerro

Los cantantes realizáis un trabajo constante. ¿Cómo es?

El cuerpo, la voz, va cambiando con el paso del tiempo y nosotros debemos estar atentos a estos cambios para saber elegir las partes con las que podemos obtener mejores resultados. Un profesor, un maestro de canto o couch, llámale como quieras, es necesario.

Un oído externo que te conozca, de confianza, es de gran ayuda para poder calibrar ese avance. En mi caso, cuando no estoy trabajando, recurro a mi profesor, Juan Lomba, para reajustar cosas, trabajar más a fondo, porque el trabajo diario que se puede hacer en casa es una cosa pero ir con otro profesional significa trabajar en detalle, con minuciosidad.

Y la autocrítica, en tu caso ¿es muy severa?

No me machaco ni me doy besos a mí mismo después de una función. Mi objetivo es disfrutar con mi trabajo,  y a continuación hacer una autocrítica seria de lo que he hecho. Asumiendo que no se puede estar al 100% en cada función, premiarse o flagelarse sin más no tiene sentido. Prefiero analizar el porqué de lo que pasa encima del escenario.

¿Qué personaje significó para tu carrera en España un avance significativo?

 Uno de esos fue sin duda Jorge (Marina) en el Teatro de la Zarzuela. Era mi debut en ese escenario y con un personaje protagonista. Después de la audición por la que fui contratado, en la segunda mitad de 2015 para las funciones de junio de 2017, pasé del “miedo” a una gran confianza en que lo haría muy bien, como así fue. Desde entonces he regresado para cantar personajes principales en Katiuska (Sergio), La tabernera del puerto (Leandro), Luisa Fernanda (Javier). El Teatro de la Zarzuela para mí ha sido un gran escaparate. En el Teatro Real he hecho hace pocas semanas el primer papel de tenor protagonista en Viva la Mamma (Guglielmo) después de cinco producciones en las que interpreté personajes secundarios cada vez más importantes (La traviata, I vespri siciliani, Parsifal, La favorite, Lucia di Lammermoor). En los teatros en los que he trabajado he dejado un buen sabor de boca, que no solo es hacer tu trabajo muy bien, sino una predisposición a trabajar en equipo durante el proceso de ensayos. El mundo ha cambiado y debemos ser conscientes de que la lírica es trabajo en equipo. Hoy no funciona el divismo.

¿Y en el extranjero, qué trabajos han dejado en ti ese buen sabor de boca?

El Lenski (Eugenio Oneguin) en el festival veraniego de Alden Biesen (Bélgica) en 2016, por el personaje en sí y por todo lo que aprendí en el largo proceso anterior a las 18 funciones que interpreté. Otro personaje que recuerdo como muy especial fue el de Leonardo de Cecilia Valdés que interpreté en el Teatro Colón de Bogotá en 2017.

Alejandro Valdés como Leonardo en Cecilia Valdés, Teatro Colón de Bogotá                                              (C) @andigomet

¿Qué compromisos profesionales tienes para la siguiente temporada?

En el Teatro de la Zarzuela interpretaré a Gustavo en una nueva producción de Los Gavilanes y después estaré en Entre Sevilla y Triana. La primera zarzuela será en el mes de octubre y la segunda en enero de 2022. Entremedias, tengo un Stabat Mater de Rossini con la Fundación March. Se trata de la primera versión y es una colaboración con el Coro de la RTVE. También volveré al Teatro Real con la ópera Siberia. La protagonista de esta ópera de Umberto Giordano será la soprano Sonya Yoncheva, con la quien colaboré en la Zarzuela hace un par de meses. Para finalizar la temporada estaré en el Auditorio Nacional como Narraboth dela ópera Salome. Estoy en espera de noticias del Teatro Colón de Buenos Aires, donde tenía que haber cantado Edgardo (Lucia di Lammermoor) pero por la pandemia fue pospuesto y la noticia que espero es conocer la nueva fecha. Es la producción que hice en la Ópera de Oviedo.

Ahora, con 37 años, ¿qué piensa de su voz y hacia dónde crees que puede evolucionar?

 Me encuentro en un momento vocal hermoso. Me considero un tenor lírico joven, porque tengo el centro “de natura”. Me han ofrecido varias veces cantar Don José (Carmen) y la respuesta ha sido “no”. Para llegar a eso, aún me falta recorrer otros personajes. Trabajar en Viva la Mamma me ha hecho ver posibilidades en este repertorio, en el bel canto de L’elisir d’amore o La donna del lago (Uberto), pero no en el de I Puritani (Arturo) o Don Paquale (Ernesto). Y me movería por esos personajes hasta Alfredo (La traviata) y Rodolfo de La bohème. De todos modos, es también el mercado, los teatros, los que condicionan qué roles terminarás cantando.

Alejandro del Cerro en La Malquerida, Teatros del Canal de Madrid      Entrevista a Alejandro del Cerro          (C) Javier Díaz

Muchas gracias, Alejandro, por esta grata conversación. El equipo de Opera World te desea muchos éxitos en tu carrera.

Madrid/Santander, 22 de junio de 2021.