Entrevista a Bruna Baglioni Por Bernardo Gaitán
Bernardo Gaitán ha entrevistado en Milán a la gran mezzosoprano Bruna Baglioni, a quien La Scala recientemente homenajeó por toda su exitosa carrera.
A temprana edad como estudiante de canto usted participó en diversos concursos. Entre los más importantes recordamos el Concorso dei Due Mondi en Spoleto. ¿Qué recuerda más de esta etapa de su formación?
No había de otra en ese entonces; se tenía que hacer audición y concursar. Antes existían muchas becas para estudiantes, se audicionaba en el teatro de la ópera como yo lo hice, ganando una en la categoría de ‘principiante’. Al cabo de 3 meses el mismo jurado te escuchaba de nuevo y si aún merecías seguir estudiando te autorizaban otro periodo, de lo contrario te la quitaban. Luego de un año se renovaba para otro más. Había otra categoría llamada ‘Voces listas para debutar’ y también la hice, con la que participé en el concurso de Spoleto en la categoría joven. Me llamaron del Festival dei Due Mondi para hacer el Boris Godunov y de ahí salté a la fama porque escribieron de mí todos los periódicos. Luego de hacer una gira en Trieste y Venecia se organizó otra para el maestro Gavazzeni quien me llevó con él a la Scala. Mi trampolín fue sin duda el Festival dei Due Mondi. Ahí conocí también al maestro Gian Carlo Menotti e incluso fui a comer con el maestro Nino Rota. Fue una cosa maravillosa para una joven afortunada como yo. ¡A la fortuna no hay que dejarla escapar nunca!
Usted me comentó una cosa muy interesante, que antes los teatros iban a los pueblitos a escuchar a los estudiantes a sus escuelas y a concursos regionales, no existía el discurso de las agencias de representación…
¡Arruinaron todo! Con el Boris efectivamente llegué a la Scala, luego me ofrecieron en la Jenufa ser la mamá de Magda Olivero, siempre roles secundarios. Hablaban de mi voz, pero no me daban un papel protagónico. Yo iba a audicionar a todos lados; una vez en Bologna me prometieron Werther, donde conocí a Piero Rattalino, quien a su vez me organizó una audición con Francesco Molinari Pradelli y terminé haciendo La Favorita con Luciano Pavarotti y Renato Bruson. Tuvo tanto éxito que la repitieron en la Scala conservando a Pavarotti en el elenco e incluyeron a Piero Cappuccilli y Fiorenza Cossotto.
Su talento llegó hasta oídos del célebre director Gianandrea Gavazzeni, quien la invitó a participar en esa producción de Boris Godunov en La Scala en 1973. ¿Cómo fue colaborar con un legendario artista como él?
Ya había trabajado con Molinari Pradelli ¡que tenía un carácter fuerte! Gavazzeni fue muy lindo. Yo he sido siempre una persona estudiosa, me presenté siempre lista. El compromiso del artista es prepararse siempre muy bien musicalmente, es muy importante. Si hay un dieciseisavo ¡se debe cantar dieciseisavo!, si hay un punto ¡se tiene que respetar el punto! Cuando el artista es preciso, el director te escoge siempre, independientemente del color de la voz.
Muy joven hizo algo que pocos cantantes en el mundo habrían hecho, rechazó a su primera Carmen. ¿Por qué lo hizo y qué consecuencias le trajo?
¡Ahora me arrepiento tanto! (Ríe) En Módena me ofrecieron el rol y lo rechacé porque creo que Carmen no sea un punto de partida. Para ese entonces el artista debe estar completo, debe dar todo en el escenario, no solo cantar. Estoy arrepentida de lo que hice, porque hubiera podido hacerla perfectamente, pero soy muy escrupulosa. Estando haciendo siempre Verdi y roles de princesa, la Carmen hubiera sido un rol interesante.
¿Cuál es su relación con el Teatro alla Scala, donde además de su debut con el Boris realizó Norma, Un ballo in maschera, Luisa Miller, Jenufa o Cavalleria rusticana? Y no solo eso, hace poco organizaron un hermoso homenaje para usted.
Ninguna. En un teatro los directores artísticos cambian, los superintendentes se van y por consecuencia las relaciones se terminan. Se debe decir que al inicio de mi carrera no había agencias, luego que aparecieron lo transformaron todo.
¿Transformaron o arruinaron?
Prefiero no opinar. Pero es bien sabido que las agencias venden ‘paquetes’ actualmente. Quieren en un teatro un tenor, pero vienen incluidos un barítono y una mezzo, mientras que antes no era así.
Sin lugar a dudas el papel de Amneris de Aida la hizo famosa en todo el mundo. ¿Cuál es su historia y su relación tanto personal como musical con este personaje?
Actualmente dicen que soy la Amneris por antonomasia, pero obviamente no soy yo quien lo dice sino el público. Yo puedo decir que mientras cantaba este rol entraba cada vez más en el personaje. Las primeras veces que se canta un rol hay muchos problemas, pero me empeñé en resolverlos todos hasta interpretarlo de la mejor manera posible; desarrollarlo como cantante, como mujer, como artista. Seguramente esto me llevó hasta donde estoy, aunado a que es una de las óperas que más se canta en el mundo. Todos los años de mi carrera hice mínimo unas 30 funciones como Amneris.
¡Usted cantó Aida en Egipto! ¿Hay alguna diferencia en interpretarlo allí en comparación con cualquier otro teatro del mundo? ¿Cómo recibieron los egipcios la música de Verdi?
¡Ah, maravilloso! Fue escrita para hacerse allí. En Luxor la hicimos varias veces, pero cuando cantamos sobre la tumba de la reina Hatshepsut… son cosas que se te graban en la mente. La primera vez que la interpretamos entre las pirámides no había nada en medio, solo el escenario entre las dos pirámides y la luna. Cuando salí a cantar el ensayo general me puse a llorar, pues es una experiencia superior a todo. La fortuna es que lo hicimos varias veces.
La ‘Principessa Eboli’ de Don Carlo es otro papel verdiano que la posicionó en los grandes teatros como la Arena di Verona, la Metropolitan Opera House, la Wiener Staatsoper o la Royal Opera House…
También Múnich, Berlín, Hamburgo y varios más. Personalmente no sabría cuál escoger, entre Eboli o Amneris. Son dos personajes totalmente diferentes.
Además de estos dos roles, ¿hay algún otro que signifique mucho para usted?
Pues me pedían sobre todo estos dos, luego Trovatore y Cavalleria. Pero por fortuna no tuve ningún problema en interpretar roles de todo tipo. Gracias a Dios mi voz ha sido dúctil. No tuve problemas tampoco en pasar de Verdi al belcanto pasando por el verismo, siempre he cantado con el mismo gusto todas las cosas.
Actualmente se dedica a la enseñanza del canto. ¿Qué cree que les falta a los jóvenes cantantes de hoy en comparación con los de su generación y qué tienen los chicos hoy que les faltó entonces?
¿Sabes qué digo en verdad? ¡Pobres chicos de hoy! Pobres, porque ya no hay personas que escojan voces para apoyarlas, todo es un business hoy. Los jóvenes deben ser escuchados; los teatros deben audicionar a los chicos. Yo diría que ya se terminó el belcanto alla italiana, pues los chicos no saben cómo hacerlo. Además está la parte económica, pues hasta para una simple audición se deben transportar, hospedar, alimentar. ¿Cómo se hace si alguno no se lo puede permitir? ¿De dónde sacan si no trabajan y no están haciendo nada? Antes, como te mencionaba, antes había becas de estudio, hoy se ha convertido en un trabajo de ricos: solo los que tienen dinero pueden estudiar canto. Quien no tenga posibles, aunque tenga mucho talento… ¡no sé cómo lo va a hacer!
O deben encontrar otro trabajo ajeno a la música…
¡Ojalá lo encontraran fácilmente! Eso también es difícil en estos tiempos.
¿Cuál fue el último papel que desempeñó formalmente en un teatro? ¿Qué sintió cuando vio caer el telón por última vez al otro lado del escenario?
La última vez fue porque un maestro me insistió por seis meses que cantara en público nuevamente, porque ya me había retirado de los escenarios. Tenía miedo de que la voz no fuera la misma de antes. Dejé los teatros cuando mi voz estaba aún como al inicio, sin défaillance ni defectos. Terminé todos mis contratos y dije: ¡basta, ya no quiero estar en los teatros! Pues las cosas habían cambiado. Luego el director de la ópera de Sassari insistió tanto, incluso me siguió hasta Atenas donde fuimos a ver a mi yerno que cantaba ahí, rogándome que cantara Ballo in maschera. Y tuve que ceder y hacerlo en 2016. Cuando en esa ocasión cayó el telón no sentí nada porque psicológicamente mi carrera ya estaba cerrada. Ahora soy una maestra de canto. Al inicio no quería hacerlo, la verdad, y ahora me apasiono y sufro con mis alumnos.
Como maestra ¿padeció mucho el periodo de la pandemia sin poder ver a sus alumnos en vivo?
No, porque sí nos vimos. Con un FlexiGlass pudimos seguir adelante con las lecciones. Alguno me pidió tomar clases por Skype, pero no me gusta; la voz no es la misma. Pero cuando los chicos me pidieron encontrar la forma de no perderlo todo, aunque fuese un consejo veloz… encontramos la solución.
Una tradición para concluir mis entrevistas es preguntar siempre: ¿cuál es el aria para otro registro que lamenta no se haya escrito para mezzosoprano y que le hubiera gustado interpretar a usted?
¡Esta pregunta es mala! (Ríe) Yo siempre que paso frente a una foto de Puccini le digo cosas no muy amables (Ríe). ¿Por qué no escribió nada lindo para mezzosoprano? Sí, está la Zia Principessa, pero no son roles importantes como los que le hizo al tenor o a la soprano. En realidad quisiera saber el porqué.
Más que una entrevista, fue una charla maravillosa Signora Baglioni. En nombre de todos los lectores de OperaWorld y personalmente le agradezco su tiempo y disposición.
Gracias a ustedes, fue un placer. Entrevista a Bruna Baglioni