Entrevista a Iván López Reynoso, director musical de «El Rey que rabió» en la Zarzuela

17 de junio de 2021, Madrid (TEATRO DE LA ZARZUELA)

El director musical Iván López Reynoso (Guanaguato, 1990) ha mantenido una entrevista con Federico Figueroa esta mañana, en el Teatro de la Zarzuela, en donde esta noche, a las 20:00 (horario de Madrid) bajará al foso para dirigir la función de El Rey que rabió que se transmitirá en directo a través de los canales de redes sociales del teatro madrileño.

Iván López Reynoso, director musical de «El Rey que rabió» en el Teatro de la Zarzuela  © FDoble

Eres de la generación Millennial, ese grupo de jóvenes que, según los sociólogos, nacieron entre 1981 y 1993, y tienen como rasgo distintivo la frustración. Yo, desde fuera, no veo frustración en tu carrera…

Yo veo una cuestión generacional muy marcada, sobre todo en los que nacieron un poco después que yo, me refiero a los que nacieron entre 1995-2000. Es una generación que nació con aparatos tecnológicos a la mano desde niños, como el internet y los videojuegos. Yo, con mis amigos, aún fui de los que salí al callejón a jugar, a correr, a gritar ¡a rasparnos las rodillas! Y ese “salto” a otra manera de vivir la niñez se dio muy rápido, con los avances de la tecnología. Yo, afortunadamente todavía viví en ese pasado inmediato donde casi todo lo hacíamos con calma, lo cocinábamos a fuego lento. Todo este preludio es para decirte que esta carrera profesional que elegí es una cocción a fuego lento, no es “fast food”. Me considero afortunado porque mi familia, mis padres y mi hermano, desde el primer momento en que yo dije, como una locura o una rareza, “quiero ser director de orquesta” en una familia donde no hay músicos (su padres son ambos ingenieros) se extrañaron pero buscaron la manera de rodearme y sumergirme en el mundo musical. Preguntaron y descubrieron, conmigo, que debía empezar por estudiar algún instrumento, solfeo, análisis de la música, etc. Así empecé clases de violín, con 4 años; clases de piano con 7 años y clases de canto con 15 años. Y es una formación continua porque un director cada día está aprendiendo algo para poder superarse como profesional. Yo no estoy frustrado, tengo asumido que esta carrera es paso a paso, sin prisa y a paso seguro.

Echando un vistazo a tu carrera, no creo que sea precisamente lenta pero sí has pasado por cada etapa. En 2007 haces tu debut absoluto al frente de una orquesta, teniendo unos 17 años. ¿Cómo recuerdas aquello?

Fue un concierto de estudiantes en el Conservatorio de la Rosas (en Morelia, México), donde yo estudié. Tuve que insistir mucho para que saliera adelante; el conservatorio tiene una infraestructura que podía hacerlo posible. Busqué, rasqué y logré formar con los estudiantes una orquesta de cámara y dimos varios conciertos. Del primero de ellos, en 2007, recuerdo el programa perfectamente: “La muerte de Åse” de Peer Gynt de Grieg, el Concierto en Fa menor para clave y orquesta de J. S. Bach y el Stabat Mater de Pergolesi.

Iván López Reynoso, director musical de «El Rey que rabió» en el Teatro de la Zarzuela  ©Jonathan Muró

Y un par de años después llegó tu debut como director de una ópera, ¿cuándo y dónde diste este paso?

Ese paso fue en Monterrey en febrero de 2010, yo tenía 19 años de edad, y fue con Le nozze di Figaro. En agosto de ese mismo año tuvimos funciones en el Centro Nacional de las Artes. Esas funciones fueron mi presentación, como director musical, en la Ciudad de México.

En febrero de 2014, en Ciudad de México, yo te conocí como profesional dirigiendo musicalmente una nueva producción de Die Zauberflöte de la Compañía Nacional de Ópera (CNO), en el Palacio de Bellas Artes.

En noviembre de 2012 dirigí una Gala de Ópera en nuestro emblemático Teatro de Bellas Artes. En 2013 me llamó a su despacho el director artístico de la CNO, Ramón Vargas, y me propuso dirigir Die Zauberflöte para la apertura de la siguiente temporada. Él tenía sobre su escritorio mucha información sobre mi carrera profesional y me había, digamos, “estudiado” desde la gala que ya mencioné, La bohème del Instituto Politécnico Nacional, Le Comte Ory en la Orquesta Filarmónica de Jalisco… Ramón me invitó a dirigir esas funciones que para mí fueron el espaldarazo que necesitaba, porque yo tenía 23 años y tenía que demostrar a los demás que estaba preparado para afrontar un título así en el escenario más prestigioso de nuestro país. Esta situación, todavía hoy, sigue ocurriendo. Muy frecuentemente piensan que soy “demasiado” joven para encarar ciertos compromisos y nuevamente me veo en la necesidad de demostrar que se puede ser un director musical joven y capaz. La edad y la capacidad no necesariamente van de la mano, la experiencia y la madurez, sí. Pero, ¿cómo va a adquirir experiencia un director joven si no tiene oportunidades para hacer su trabajo? En este sentido estoy muy agradecido a Ramón Vargas por su total confianza y los consejos que me dio. Yo estaba emocionado y nervioso. Preparé con minuciosidad aquella “Flauta” que fue un parteaguas para mi carrera.

En octubre de 2015 también tuve la oportunidad de asistir a una de las funciones, en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, de la ópera Viva la Mamma! Había pasado un año y medio desde Die Zabuberflöte y yo percibí a un director musical, a ti, que estaba entrando en la madurez. ¿Qué sucedió en esos 20 meses?

Mi carrera se ha dado con fluidez. Lo que sucedió en esos meses fue que estuve en el Festival de Pésaro (ROF), con el maestro Alberto Zedda. Él vio en mí lo que antes había visto Ramón Vargas, y lo que vieron en su momento Raúl Falcó y Octavio Sosa. Por eso me invitó a dirigir Il viaggio a Reims, pero no solo a dirigir, sino a estar con él durante todo el Festival de aquel año 2014. Yo fui a hacer la Academia Rossiniana y a estar junto a él en los ensayos de otros grandes directores como Carlo Rizzi, Michele Mariotti, Giacomo Sagripanti. Aprendí mucho de esos ensayos, pregunté tantas cosas al maestro Zedda que en broma y en serio me dijo que era el más “preguntón” de todos. Esos dos meses fueron de gran crecimiento y regresé los dos años siguientes para repetir la experiencia de la Academia. En 2016 recibí la invitación para volver a dirigir en el año siguiente, ya sin el maestro Zedda quien lamentablemente falleció en el mes de enero de 2017. En esta ocasión, dirigí un concierto con Ildar Abdrazakov. Tengo un vínculo estrecho con el ROF desde entonces, que se mantiene desde la llegada a la dirección de Ernesto Palacio. Después de esa primera experiencia hice un descanso de tres semanas para poder asimilar todo lo aprendido. En abril de 2015 dirigí la Tercera Sinfonía de Brahms en la Ciudad de México y los músicos me dijeron que era otro director, con menos prisa, con menos ansiedad, con mayor serenidad y madurez.

Iván López Reynoso, director musical de «El Rey que rabió» en el Teatro de la Zarzuela ©FDoble

¿Con 24 años eras consciente de que realmente podías convertirte en uno de los directores mexicanos más exitosos a nivel internacional?

Yo sabía que siempre viviría por y para la música, aunque no me planteaba cuándo llegaría a determinado teatro o compañía. En 2014 tenía muchas ganas e ilusiones pero siempre la cabeza fría, sabiendo que nadie es imprescindible y que hay muchos que pueden estar en tu posición. Al igual que yo, hay muchos directores de orquesta jóvenes, latinoamericanos. Con el paso de los años me di cuenta que esas prisas por ser el primer mexicano o el más joven en dirigir en determinado teatro no es lo que importa. Lo importante consiste en ser mejor director que ayer. Yo no puedo salir hoy a dirigir El Rey que rabió y conformarme con ser el mismo de ayer. Yo debo superarme cada día. Lo que hago hoy debe ser mejor que lo que hice hace dos meses. Todo es un proceso y no debemos saltarnos los pasos de ese proceso. Tengo 31 años y aprendí ya hace tiempo que no debo intentar saltarme los pasos, porque yendo por ese camino es donde puedo toparme con la frustración. Mi generación encuentra la frustración por ser una generación ávida por tenerlo todo ya, de arrasar por la vida. Hay que tener hambre por el éxito pero sin saltarse el proceso.

¿Uno de esos pasos fue formar parte de un teatro de ópera donde se produce a una velocidad rápida pero siempre con un alto nivel de calidad?

Así es, durante dos años (2017-19) fui primer Kapellmeister en el Teatro Estatal de Brunswick (Brauschweig en alemán).

¿Qué representó para tu vida profesional esa experiencia?

Aprender a trabajar con mucha presión, a trabajar rápido y a ser versátil. En una misma semana tuve que dirigir Werther, Tosca, Hänsel und Gretel y la Novena de Beethoven. En ese teatro pude dirigir Don Carlo, Carmen, La Bohème e hice mi primera incursión en repertorio wagneriano (Der fliegende Holländer). Me trajo un crecimiento incuestionable en repertorio.

Y a día de hoy estás en el Teatro de la Zarzuela, haciendo un brillante espectáculo…

Yo desarrollé un amor por la zarzuela desde la primera vez que vi una función de Luisa Fernanda en Morelia (México) en 2005. Como director musical, en México, había hecho romanzas y dúos en galas. Nunca una zarzuela completa. Fue en el Teatro de la Zarzuela, en 2017, cuanto tuve un acercamiento importante con una gala memorable con Javier Camarena. Ahí fui consciente que debía empaparme de este repertorio. En Brunswick tuve la suerte de dirigir operetas, como Die lustige Witwe, y eso me dio experiencia en el manejo del texto cantado y el texto hablado. Este año he dirigido en Oviedo la zarzuela La Tempranica y la ópera La vida breve, que fue otro avance en estas lides. Me siento muy afortunado de estar aquí, en el Teatro de la Zarzuela y con este título, El Rey que rabió, del cual hoy se transmite en directo la función número 11 de las 14 programadas. Es un día especial porque sabemos que esta transmisión la ven miles de personas en diferentes puntos del planeta, lo cual alimenta la ilusión de continuar cultivando este género maravilloso. Como director principal invitado de la Oviedo Filarmonía haré por lo menos un título cada año mientras mi contrato allí esté vigente. Hay planes de volver a este teatro con otro título y yo estoy decidido a hacer zarzuela cuantas veces sea posible.

También eres director artístico de la Orquesta del Teatro de Bellas Artes en la Ciudad de México, que es la orquesta titular de la Compañía Nacional de Ópera pero también tiene una temporada sinfónica. ¿Te parece interesante programar zarzuela con ella?  

Pienso que deberíamos hacer algo en ese sentido. Soy muy afortunado de estar en el equipo de la Compañía Nacional de Ópera y trabajar con esta orquesta tan versátil; además de lo sinfónico también hacen la temporada de ballet. Es una orquesta que puede estar haciendo esta semana una ópera de Britten y la siguiente enfrentarse a la Segunda Sinfonía de Mahler. No descartamos hacer una gran obra del repertorio español, ya sea una zarzuela o una de las óperas españolas. Y también hacer ópera mexicana y latinoamericana. Tengo mucha ilusión en poder materializar estas ideas.

¿Qué nos puedes adelantar de compromisos o planes futuros?

Planes en marcha para la nueva temporada son mi debut en la Ópera de Zúrich, dirigiendo Il pirata, que es el preludio de un par de años muy bellinianos. Dirigiré en Pamplona un concierto, volveré a Oviedo, Sevilla y Pésaro. Debutaré en Luxemburgo. Los títulos operísticos nuevos para mí serán Norma, Falstaff, Fidelio y la mencionada Il Pirata.

Mucha suerte, maestro, para que se cumplan todos esos planes y muchas gracias por hacer un espacio el día de hoy para contestar a nuestras preguntas.