Ana Nasarre y Marisa de Prada entrevistaron a la soprano Sabina Puértolas tras sus actuaciones en el Il turco in Italia en el Teatro Real y en la zarzuela Luisa Fernanda en el Teatro de la Zarzuela. Entrevista soprano Sabina Puértolas

“La carrera de un cantante lírico tiene una curva de aprendizaje muy larga, tanto a nivel técnico como artístico”
Sabina Puértolas, nació en Zaragoza, estudió en el Conservatorio de Pamplona, la Accademia Chigiana de Siena y la Accademia Verdiana de Busseto. Desde su debut en 2001 en el Teatro alla Scala de Milán como Oscar de Un ballo in maschera, dirigida por Riccardo Muti, ha cantado en los principales escenarios líricos nacionales e internacionales y ha interpretado multitud de roles como Fiorilla de Il turco in Italia, Servilia de La clemenza di Tito, Marie de La fille du régiment, la condesa de Folleville de Il viaggio a Reims, el rol principal de Manon, etc. En el ámbito de la música barroca ha colaborado con Jean-Christophe Spinosi, Alan Curtis y Chistophe Rousset. Recientemente participó en el concierto del Teatro Real en el Carnegie Hall (2022) y en la Gala de los International Opera Awards (2022). Entrevista soprano Sabina Puértolas
Reviva el momento cuando subió por primera a un escenario, ¿cómo se sintió?
La verdad es que ajustar la primera vez es un poco complicado porque subirte a una mesa siendo una niña, en plenas fiestas, a cantar una jota rodeada de gente ya es un escenario muy exigente. Después llegaron escenarios del colegio, con las monjas; conservatorios, la Scala de Milán, Londres, Madrid, Nueva York… Quizá los más grandes no son los que más te imponen. Cantar en Farlete (Zaragoza), a los pies de la Virgen de la Sabina, como hacía de niña y pude repetir hace no mucho tiempo, es toda una experiencia. El escenario es mi elemento y soy tremendamente feliz en él.
¿Y, esa exigencia de la que usted habla la percibió cuando tuvo que reemplazar a Lucy Crowe en la Royal Opera House en el papel de Gilda, con solo tres horas para ensayar y fue aclamada por la crítica? ¿Puede explicar sus emociones al final de la representación y cuando leyó las críticas tan extraordinarias?
Esta carrera te enseña, desde el principio, que una de las cosas más importantes es estar preparada porque una oportunidad como esa puede llegar de la noche a la mañana. A mí me pilló en el supermercado, mi marido estaba de viaje, me las apañé para dejar atendido a mi hijo, que entonces tenía 12 años, y a la mañana siguiente, muy temprano, estaba en el avión para cantar esa misma noche. No piensas, actúas y confías en tu técnica, tu capacidad y tu instinto. Puede que haya sido la Gilda con menos horas de ensayo de la historia. Tres horitas, maquillaje, peluquería, vestuario y a escena. La ovación final fue de tal calibre que acabé llorando como una Magdalena, de emoción y por tanta tensión acumulada. La función salió bien, y aprendí mucho. Nunca dejamos de aprender.
Cierto lo que dice y, en ese no dejar de aprender podemos hablar de su papel en la ópera Achille in Sciro de Corselli que está escrito originalmente para un castrato ¿qué dificultades encontró en ello?
Mi personaje, Teagene, es un joven príncipe que se comporta como tal. Como bien dice, fueron escritas para un castrato, y yo soy soprano lírico-ligera, igual que las arias de Achille, que interpretaba un contratenor, se escribieron originalmente para soprano. La dificultad en la escritura musical te exige un esfuerzo técnico y de estudio extra para poder hacer lo que parecía imposible, y me encanta conseguirlo. Mis últimas temporadas han sido un poco así, muy movidas, con muchos debuts de personajes muy diferentes que te obligan a explorar tu vocalidad, a meterte en los pliegues de tu instrumento y de tu experiencia como artista para que algo nuevo florezca.

Y, por supuesto a usted le “florecen” óperas, galas sinfónicas, música de cámara, grabaciones, etc. ¿qué es con lo que más disfruta y en qué se siente más cómoda?
Todo me gusta y todo tiene su punto. La ópera y la zarzuela te permite convertirte, por unas horas, casi en otra persona, y dar rienda suelta (siempre bajo las directrices del director o directora de escena, claro) a una vena teatral que, en mi caso, es muy acusada. En las galas y la música de cámara, con la orquesta o el ensemble sobre el escenario, la música te envuelve y puedes jugar de otra manera, en una comunicación más directa con el público. Y las grabaciones son un trabajo de orfebrería, muy exhaustivo, que te permite repetir hasta que queda perfecto. Mi primer disco como solista, Los cisnes en palacio, junto al pianista Rubén Fernández Aguirre y dedicado a canciones de Emilio Arrieta, con un estreno absoluto de Alberto García Demestres acaba de salir al mercado y es casi como un segundo hijo.
Y en relación con algunos directores de escena, ¿qué sensaciones le llegaron tras interpretar Les mamelles de Tirésias de Francesc Poulenc?
Fue una producción divertidísima, una de las maravillosas locuras de mi querido Emilio Sagi (una locura muy bien pensada y ejecutada, como él hace siempre), que te exige un punto más de seguridad para pasear por el escenario en ropa interior, medias, tacones, liguero… aunque no estaba tan expuesta físicamente como interpretando a Poppea, jajaja.
Para lograr esa fuerza mental que usted posee y lo demuestra en los campos musicales y distintos roles que nos ha comentado ¿cómo la consigue?
Al final, esta es nuestra profesión, con lo que nos ganamos el pan, igual que cualquier otra persona. Eso exige estar muy centrada en lo que tenemos que hacer no perder el foco y dar todo de nosotros cada día, en cada ensayo y en cada función. La carrera de un cantante lírico tiene una curva de aprendizaje muy larga, tanto a nivel técnico como artístico, y debes confiar en el proceso que te ha traído hasta aquí, tanto en el largo plazo como en el día a día de una producción. Confiar en tu trabajo y tener la mente fría, pero el corazón caliente. Mi familia es la brújula para eso, sin ellos no podría llegar a buen puerto.
¿Le es más difícil asumir roles poco conocidos como el que nos comenta de Teagene?
Conocido o no, en el fondo el proceso es un poco el mismo. Abres la partitura, te sumerges en ella ante el piano, estudias, profundizas en cada línea, en las palabras que encajan con la música, cantas… todo hasta pasarlo por tu propio tamiz, porque eres tú quien va a interpretar a ese personaje con tu voz, con tu cuerpo, no con los de otra persona. Quizá en roles menos transitados el público no sabe tanto qué esperar. Y puedes sorprenderle de otra manera. Cada uno ha de cantar siempre con su voz, con sus experiencias, buenas y malas, que utilizas para insuflar vida al personaje sobre el escenario y desnudarte emocionalmente en él. Tratar de parecerse a otros, correr demasiado o falsear nuestra voz para interpretar papeles que no están en ella es un error.
Usted ha cantado y canta en múltiples países, ¿existen diferencias en el tipo de público, que usted perciba, en función de la ciudad donde actúa? ¿Le influye de alguna manera en su actuación?
Nos alimentamos mucho del público, y es cierto que unos son menos ruidosos o entregados que otros, que aplauden más o menos ante el mismo momento de la misma función, pero no sabría decirle si es una cuestión geográfica, cambia incluso en diferentes funciones de un mismo título. Son energías diferentes, a veces te llevan en volandas y otras son más austeros, pero nosotros tratamos de darlo todo igualmente cada noche.
¿Podría contarnos una anécdota divertida que le haya ocurrido en un ensayo o en una función?
A veces pienso que las interioridades de nuestra profesión, lo que pasa detrás del telón y entre cajas, ha de quedarse ahí, para que, desde el punto de vista del espectador, no se pierda la magia. Pero, por ejemplo, en la última producción de L’elisir d’amore en el Teatro Real, que me pasaba media función en bañador y pareo, el tenor tenía que tirarme un cubo de agua… y a veces se le iba la mano y me dejaba literalmente empapada.
Usted dijo, hace un par de años, que su sueño estaba por llegar, ¿se ha cumplido ya?
Como a tantas otras personas, la pandemia supuso un punto y aparte. Tanto sufrimiento, tantas vidas perdidas, teatros cerrados, no poder trabajar, la incertidumbre de no saber cuándo podríamos regresar… te hace pensar y ver las cosas de otra manera. Sé, positivamente, que ahora disfruto más de cada día, de mi familia y de mi pasión por cantar. En el momento al que usted hace referencia estaba a punto de anunciarse mi debut en Nueva York, que finalmente llegó el pasado septiembre. La vida es generosa conmigo, y yo intento serlo con ella. Creo mucho en eso.
¿Tiene óperas contemporáneas pendientes de representar por primera vez?
Existen proyectos de ópera contemporánea en marcha que hay que ver y analizar, pero sí, me gustaría dar ese paso.
¿Cuáles son sus próximos compromisos?
La próxima temporada está muy marcada por el personaje de Manon, de Massenet, que desde el primer día me ha poseído por completo. Es como una droga musical y teatral de la que siempre quiero más, y que cantaré en varios teatros. Y también me reencontraré con Gilda, un rol que me acompañará siempre, y con Musetta y con todos los roles que están por venir. Entrevista soprano Sabina Puértolas
Muchas gracias, Sabina, por atender a OPERA WORLD y por sus interesantes respuestas. Le deseamos muchos éxitos para la próxima temporada, que seguiremos con atención.