Carlos J. López Rayward entrevista para OPERA WORLD a la soprano Serena Sáenz antes de su debut en Estados Unidos como Norina en la producción de Don Pasquale que se podrá ver en el mes de julio en el Festival de Napa Valley en California.
Puede haya algún lector despistado que aún no haya oído hablar de ti. Cuéntanos: ¿quién es Serena Sáenz?
Serena Sáenz es una chica de Barcelona que descubrió que le gustaba estar encima de un escenario. Al principio, soñó con ser bailarina, pero ciertas personas descubrieron su voz y la inspiraron para que siguiera el camino de la música clásica. Después me enamoré de la ópera, del drama que hay tras estas partituras. Así, con el paso de los años, encontré un nuevo sueño, que me está permitiendo vivir experiencias preciosas.
Y para alguien que no haya escuchado nunca tu voz, ¿cómo te describirías como cantante?
Diría que soy soprano lírico-coloratura, al menos ahí es donde suelen colocarme. Destacan de mí la brillantez de los agudos. Uno de mis roles fetiche es Lucia di Lammermoor, por ejemplo, con el que me siento súper cómoda. Pero también, en Flauta Mágica canto tanto Pamina como la Reina de la Noche. Así que tengo una voz bastante versátil. Aunque tengo buen registro agudo, me siento muy cómoda con la parte más lírica.
Ahora en el Festival de Napa Valley cantarás el papel de Norina. Es un papel que conoces bien y que ha sido muy importante en tu carrera. ¿Cómo te preparas para tu debut en Estados Unidos?
Norina es un personaje que me encanta porque puedo jugar mucho. A nivel de dramaturgia tiene mucha chicha. Hago de mala, de niña buena, de manipuladora. Don Pasquale es una comedia, y las sopranos lírico ligeras o de coloratura muchas veces interpretamos en estas óperas a la hija de, la princesa, a mujeres más lánguidas. Pero Norina es un personaje con mucha fuerza. Es ella la que lleva el hilo conductor de toda la ópera. Te da mucho más juego, actoralmente, pero también a nivel vocal puedo darle muchos colores a la voz. Cuando interpreto a Sofronia, que es la novicia y la niña buena y después, cuando sale la Norina de verdad, esos cambios están también en la voz, en los cambios que hago de color.
La producción que estamos haciendo en Napa Valley esta inspirada en el Miami de los años 80. Algo así omo un Miami Vice donde veréis una Norina muy atlética.
Qué chulo.
Sí, mi parte de bailarina está siempre queriendo salir y cuando los directores de escena me dan la oportunidad, me lanzo a ello. Así en mi primera aria y durante el dúo con Malatesta del primer acto estamos en un gimnasio haciendo ejercicio, cantando y con mucho movimiento en escena.
Además esta parte atlética también está en conexión con la vida de Serena Sáenz fuera de la ópera.
Sí, sí, bueno, mirad. Más allá del canto siempre me ha interesado el deporte y la nutrición. De hecho lo estudié después de mi carrera de canto. Me interesaba mucho saber anatómicamente cómo funciona el cuerpo, como repercute el deporte a la voz, y qué ejercicios pueden ayudar a los cantantes. Me dediqué a ayudar a amigos y a otros cantantes en ese aspecto pero tuve que aparcar esa faceta de entrenadora para centrarme en la ópera, que consume la mayor parte de mi tiempo.
¿Cómo cuidas tu voz y procuras que crezca en medio de tantos compromisos profesionales?
Procuro no ensayar mucho más de lo necesario. Tengo una agenda de proyectos continuos que no dejan mucho descanso entre medias. Así, entre concierto y concierto estudio de cabeza pero intento no cantar mucho para no quemar el instrumento. A nivel mental no paro (risas), pero a nivel vocal es bueno parar y cuidarte.
Esta es tu primera vez cantando tan lejos de tu casa en España. ¿Cómo llevas lo de viajar?
Esta es la primera ve que tengo un cambio horario de nueve horas, y la verdad es que los primeros días sí que me han costado un poquito. Incluso con mucho dolor de cabeza. Pero gracias a Dios el dormir me va bien. Intento dormir siempre en los aviones: me llevo mis almohaditas, me preparo mis tes calmantes. Y después yo tengo mi práctica espiritual que siempre me devuelve al sitio y me hace estar calmada y fuerte mentalmente.
Cuéntanos más de tu práctica. ¿Usas la meditación?
Mi práctica no es la meditación pura y dura, como la gente conoce. Es una práctica espiritual personal que envuelve un intercambio de energía, y necesita tiempo. Eso dura como unos 45 minutos.
Ya estás en California en medio de los ensayos para esta producción de Don Pasquale en Napa Valley que será al aire libre ¿Cómo te sientes en estas condiciones a diferencia de en un teatro cerrado?
La verdad es que como cantante lo afronto más tranquila porque la microfonía facilita mucho la proyección de la voz, que de otra manera requeriría forzar bastante. Canto más relajada.
Esa es la parte buena, pero ¿cuáles son los desafíos de cantar al aire libre?
Siempre pienso que se me va a meter un mosquito en la boca. (Risas)
Encima los mosquitos de California que son enormes…
Sí, o en un ojo… No, no, no sé. Estoy muy cómoda cantando al aire libre y me gustan realmente los desafíos y cantar ante un público nuevo. Adaptarse al ambiente e interpretar a tu personaje independientemente del momento, es algo que es parte del trabajo y para eso tenemos unos días de ensayos en el escenario. Para mí está siendo una experiencia distista que estoy disfrutando plenamente.
¿Qué le dirías a los más pedorros de la ópera como yo, que pensamos que los micrófonos en la ópera son casi un pecado?
Si tienes un buen técnico de sonido, no deberías notar los micrófonos. Aquí tenemos un equipo magnífico, así que casi ni te vas a enterar. (Risas)
Esperamos que esta sea la primera de muchas apariciones de Serena Sáenz en este país. ¿Puedes adelantar algún otro proyecto en el futuro en Estados Unidos?
Pues todavía no, la verdad. Mis compromisos me llevan a Europa los próximos meses con conciertos en Madrid y Barcelona, y óperas en Viena y Berlín.
¿En qué teatros te gustaría cantar más a menudo?
Para mí siempre es un placer cantar en casa. Cantar en el Liceu en Barcelona, cantar en el Teatro Real de Madrid. Porque la experiencia de un cantante de opera no son sólo las funciones. Nosotros estamos 6 semanas de ensayos. Ese tiempo fuera de casa en un sitio que no conoces y solo, siempre se hace más cuesta arriba que cuando estás con tu gente.
Por eso siempre que puedo me gusta trabajar cerca de casa, porque es donde me siento más arropada. Pero eso no quita que me encanta descubrir nuevos escenarios y por suerte no me faltan oportunidades, sobretodo en Europa. Y espero seguir cantando en lugares como Napa Valley.
Dicen que nadie es profeta en su tierra, pero a ti en Barcelona y en España en general, te quieren mucho.
En mi caso están abriéndome las puertas. Estoy muy agradecida.
¿Qué contestas a los que opinan que las sopranos líricas de coloratura de hoy suenan todas igual?
Uff! Que dejen de escuchar grabaciones antiguas y que le den una oportunidad a las voces nuevas. Todo el mundo compara y escuchas, Ah, la nueva Callas, es como Netrebko, es la nueva Caballé. No, Caballé hubo una en el mundo. Y su voz era única. Pues, la Sáenz va a ser única y va a ser muy distinta a Caballé. Yo creo que las comparaciones siempre son odiosas. Y ahí lo voy a dejar… (Risas)
Los concursos son una buena manera para los cantantes de darse a conocer. Tú has participado con éxito en muchos concursos de canto. ¿Cómo es esa experiencia para los que la vivís en primera persona?
Siempre he dicho que ir a ser juzgado no es agradable para nadie. Los concursos son importantes y los hacemos porque son una ventana para darse a conocer. Sin embargo, en mi caso en los concursos nunca estoy al 100%. Nunca soy la artista que considero que soy, porque el marco en el que se da todo no favorece la libre expresión del artista, ni permite la conexión con el público. Es un momento de presión constante.
De hecho me sorprende hasta que os salga la voz enmedio de esa presión.
Hay voces extraordinarias que no son capaces de hacer un concurso porque se quedan completamente cortados. Algunos compañeros con carrera artística me dicen, yo nunca fui capaz de hacer concursos porque es una presión que no podía soportar.
Entonces, partiendo de esa base de que no nos gusta ir a ser juzgados, es verdad que los concursos son una gran oportunidad para los cantantes jóvenes. Yo siempre iba un poquito con el propósito de dar lo mejor de mí misma en ese día, sin compararme con nadie. Las comparaciones entre los participantes de un concurso son muy perjuciales para todos. Siempre lo he evitado. Yo hacía mi cosa; me iba y no quería escuchar a nadie. Pensaba que mi misión era dar lo mejor de mí en este momento porque es lo que se me permite, y que si pudiera dar más, lo hubiera dado.
Hay que empezar por concursos chiquitines para ir haciendo esa experiencia de actuar bajo presión. O sea, no se trata de ir al más grande de entrada. Los que tienes en frente no han pagado una entrada para disfrutar de tu arte, sino que están ahí, entre otras cosas, para identificar fallos y defectos, y compararte con el resto de parcipantes.
Perdona si continuamos con temas desagradables. ¿Qué te parecen las críticas de ópera?
Sí, las leo. No las busco, pero siempre hay compañeros o amigos que me las mandan.
¿Qué importancia tienen para ti?
Ni mucha ni poca. Es interesante ver tu actuación desde la perspectiva de una persona entendida. Lo que consideran de tu trabajo, cómo ven la evolución de tu voz, es muy útil.
Cuando leo alguna crítica muy despectiva o hiriente no puedo evitar pensar que hay otros motivos más allá de la objetividad (o subjetividad) de toda crítica. De todas formas, siempre hay que estar bien informado, tener perspectiva y escuchar lo que otros piensan de ti. O sea, no solo mi profesora de canto y mi madre van a decir cosas… (risas).
La primera vez que te escuché fue en un vídeo de Instagram en el que te vimos cantando desde tu casa durante la pandemia. ¿Qué importancia tienen para tí las redes sociales?
Pues mira, tengo tengo altos y bajos en redes. Me gustan porque es la mejor manera de llegar a gente repartida por el mundo que a lo mejor no tienen la oportunidad de ir a verte. Al principio lo hacía más como para mi familia y las amigas de de mi madre, que me decían, ay, publica esto que no puedo ir a Francia, que yo quiero ver qué haces… (Risas)
Pero también me doy cuenta de que estar en redes ayuda a cambiar la imagen snob o clasista que a veces tiene la ópera y dar visibilidad al cantante de ópera como una persona natural, el backstage, y decir que es un trabajo como otro y mostrarle al mundo lo que hacemos. Y si no podéis venir a ver una función, os acerco un pedacito a vuestra casa.
Pero como creadora de contenido, tengo mis altos o bajos porque hacerlo bien requiere mucho trabajo.
Es un trabajo añadido, claro.
Trabajo extra. Hay momentos en los que me siento como con mucha energía para poder llevarlo a cabo y hay otros que digo, mira lo siento, pero ahora tengo que centrarme en lo importante.
El mundo de la ópera parece empujar a los cantantes con más talento para que se convieran en estrellas muy rápido, malogrando muchas carreras. ¿Sientes esa presión?
Para nada, yo no siento presión de ningún tipo. Y al contrario, si vinieran propuestas que me parecieron demasiado prematuras, no tengo ningún problema de decir «no, gracias, es demasiado pronto». Me gustaría que mi carrera durara treinta años más. Y sé que hay que ir paso a paso, no quemando cartuchos antes de tiempo. Y después esa presión externa en mi caso no me llega. De mi agencia no viene porque son maravillosos y vamos a una; y los teatros cuando hacen sus ofertas soy yo la que tiene la última palabra.
Entonces yo no siento ninguna presión. Al contrario, cuando vienen propuestas, me alegro muchísimo, las agradezco y las encaro con ganas porque me apetece, y si hay algo que me parece un poquito precipitado, digo vamos a retrasarlo. Y todo el mundo está contento. Hay tener muy claro si quieres que tu trayectoria sea una carrera de fondo o de velocidad.
Desde Ópera World te damos las gracias por esta entrevista y deseamos que esa carrera de fondo sea tan larga como tú quieres y que OW esté ahí para celebrar tus éxitos.
Muchas gracias a vosotros.