Entrevista al cantante Samuel Mariño

Entrevista Samuel Mariño Por Daniel Lara

«En el escenario hay lugar para todos»

Después de su rutilante paso por el Auditorio Nacional de Música el mes pasado, Daniel Lara conversó con el polifacético sopranista venezolano Samuel Mariño quien nos cuenta acerca de sus inicios, las dificultades para llevar adelante una carrera con su cuerda, su próximo concierto en Madrid, en los Teatros del Canal, acompañado por la Orchestre Royal de L’Opéra de Versalles, y los planes futuros, del que se perfila como una de las estrellas mas fulgurantes de lírica futura.

Samuel Mariño, contratenor / Foto: Diana Gómez
Samuel Mariño, contratenor / Foto: Diana Gómez

¿Cómo fue su infancia en su Venezuela natal?

Yo he sido un niño muy activo. Desde pequeño hice muchas actividades porque mis padres era profesores universitarios y estaban muy ocupados, Así fue como practiqué beisbol, karate, natación, pintura, piano, ballet… La música siempre estuvo entre mis actividades favoritas. No podría explicarte la razón, pero yo muchas veces me aburrida de alguna actividad y cambiaba por una nueva. Sin embargo, con relación a la música, yo he sido muy constante. En mi preadolescencia estudié piano y también hice ballet hasta los 18 años, cuando me fui de Venezuela. Me encanta la danza clásica y bailar…

¿Y por qué entonces el canto y no la danza?

(risas) Yo quería bailar y hacer una carrera como bailarín. Cuando terminé el colegio, mi madre insistió mucho con el canto: que ella veía que me gustaba mucho, que esa era mi pasión y que lo intentara por ella… lo que llaman comúnmente “manipulación materna”.  Por esa época, yo ya había dejado de estudiar piano, pero integraba varios coros del sistema y formaba parte la reputada Schola Cantorum de Venezuela. 

¿Había tenido algún contacto con el canto lirico?

Bueno, en diferentes ocasiones, con los coros de los que te hablé, hicimos producciones liricas. Sin embargo, no hay que olvidar que Venezuela no es, como otros países como Argentina, Chile o Perú donde la cultura de la ópera está muy presente. En Venezuela hay más preponderancia por lo orquestal que por lo lírico. Allí existen muchas más orquestas que teatros de ópera. Como para entonces yo no había cambiado mi voz, porque mi laringe no había bajado completamente, lo que hacía que mi voz fuese muy aguda y me recomendaban incluso operaciones. Fue en una consulta donde uno de los médicos comentó que podía cantar ópera y que mi tipo de voz era perfecto para el repertorio barroco.  A partir de allí, me puse a buscar en internet y fue así como aterricé en un video de Cecilia Bartoli donde cantaba el aria “Agitata da due venti” de La Griselda de Vivaldi, y así fue como empecé a tener contacto con un mundo que desconocía hasta entonces.

¿Cómo decidió buscar formación académica?

(risas) ¡yo no decidí! Fue mi madre la que decidió nuevamente (risas). Gracias al ballet, yo aprendí a ser muy disciplinado.  Recuerdo que yo tenía clases a las 7 de la mañana, me paraba a las 5 para empezar a entrenar a las 6, porque tenía que llegar a la clase ya con el cuerpo caliente. Para mí el canto, aunque hoy en día pienso de un modo diferente, era muy llevadero como ocupación. Yo no veía mucho esfuerzo en el hecho de ser cantante y quizás por eso, no me interesaba como profesión. Pero mi mamá insistió que debía intentarlo… y ¡las madres siempre saben…! (risas) Entrevista Samuel Mariño

Samuel Mariño, contratenor / Foto: Diana Gómez

Y entonces…

Tomé clases de canto en Venezuela, luego algunos de mis mentores me dijeron que tenia que ir a estudiar a Europa, pero los precios para estudiar allí eran imposibles. Yo no podía pagar los aranceles siderales que cobraran escuelas como la Royal Academy de Londres o la Academia de Música de Basilea. El factor económico fue determinante a la hora de decidir donde buscar preparación académica y esto me llevó a inscribirme finalmente en el Conservatorio Paris.

Una vez allí, ¿fue difícil dar con el profesor adecuado para su cuerda?

Cambié muchísimos profesores. No es fácil encontrar profesores que te ayuden a educar la voz de un sopranista… Para el repertorio de contratenor más alto, más de mezzosoprano es mas fácil. Por ejemplo, me ponían a cantar la parte del alto del “Stabat Mater” de Pergolesi cuando yo estaba más para cantar la parte de la soprano. Mi voz, o mejor dicho “la voz” identifica mucho quien eres, de donde vienes, y todo lo que conlleva. Mi voz identifica mucho quien soy yo como persona. Y muchas veces, las personalidades no se llevan bien o no son compatibles o las percepciones de la dirección hacia donde hay que ir son diferentes y esto hizo que debía cambiar de profesores y probar cosas diferentes.  En el conservatorio de Paris estudié con Nicole Fallien, quien fue la profesora de Philippe Jaroussky, y luego una amiga venezolana me sugirió contactar con la soprano Barbara Bonney a quien conocía por sus grabaciones y admiraba muchísimo. Le escribí, fui a verla a Salzburgo donde ella enseñaba y fue así como se convirtió en mi profesora de canto.

Mencionó que tu voz tiene mucho de tu personalidad, ¿cómo la definiría?

Hace cinco anos atrás, seguramente te hubiese dicho: fresca y rebelde. En este momento, ya con treinta años, siento que mi voz ahora es más estable y disciplinada.

Seguramente tampoco fue fácil encontrar un repertorio donde su voz se sintiese cómoda…

Fue difícil, pero yo soy muy curioso, me gusta mucho investigar y aprender de todo, así que en el Conservatorio tuve acceso a manuscritos, tratados de canto y asistí a magistrales donde conocí gente interesada en ahondar en el repertorio de soprano castrato, que es el que yo canto y así pude armar mi repertorio. También por mi edad y cuidando la salud de mi voz me interesa mucho incursionar en el repertorio mozartiano y en el liederístico.

Le interesan los compositores de la segunda mitad del siglo XX y XXI como Britten, Adès o Benjamin…

Si por supuesto. Es una obligación para todos los músicos que interpretemos y divulguemos repertorios más actuales si es que queremos mantener esta música viva.

¿Cuándo se produjo su debut profesional en una ópera en escena?

Yo debuté profesionalmente en el 2018 en el Festival Händel de Halle, interpretando un rol de soprano castrato en la ópera Berenice.

¿Prefiere la ópera en escena o los recitales?

A mi me encanta la ópera en escena, aunque algunas veces prefiero los conciertos porque permiten una mayor libertad artística. En la ópera escenificada todo es más rígido. Los cantantes cantamos sobre emociones humanas, como el amor, la tristeza, la rabia, etc. las emociones no tienen género. No son ni masculinas ni femeninas…. ¿Por qué entonces no podría cantar Lucia o Donna Anna o cosas así en escena? Las podría cantar en un concierto si quisiese. Espero que la ópera cambie en el futuro en ese aspecto.

En esta línea… ¿qué personajes le gustaría cantar?

No sueño con ningún personaje en particular. A me gusta, si…. mucho Fidelio de Beethoven. He cantado mucho la cantata Ah! Pérfido! en concierto y me ha encantado cantar esta música. Para mí lo importante a la hora de elegir un rol es que la ópera donde se encuentra cuente una buena historia. 

Samuel Mariño, contratenor / Foto: Diana Gómez

¿Cómo es su relación con los directores de escena?

No tengo mayores problemas. Si, he renunciado a algunas producciones porque comenzados los ensayos me he dado cuenta de que no me querían allí.Yo siempre me hago escuchar, pero también escucho. Los directores de escena son artistas y me interesa mucho saber qué es lo que quieren ofrecer “artísticamente” al público.

¿Por qué piensa que los sopranistas resultan tan atractivos para el público actual?

Yo creo que es un tema de moda, algo nuevo quizás para un determinado tipo de público. Yo puedo decir al respecto que en mis conciertos yo trato de ofrecerle a la gente una experiencia que vaya más allá de la música y eso puede verse incluso en el modo en que me visto. Busco dejar claro que en el escenario hay lugar para todos, seas como seas y pienses como pienses.

Interesantes consideraciones a tener en cuenta para su próximo concierto del 20 de marzo en el teatro del Canal. ¿Cómo preparó ese concierto?

A mi gusta comenzar con piezas largas que son como mini óperas, por eso abrimos el concierto con el motete “Saeviat tellus inter rigores” de Händel, después propongo un viaje diferente a través del barroco con piezas dramáticas de Vivaldi, Scarlatti, Hasse… aunque también habrá lugar para piezas más ligueras. ¡qué no todo puede ser dramático! También he incluido una pieza de Gluck, el famoso “Che faro senza Euridice”, del Orfeo, que no es ni barroco ni clásico pero que me gusta mucho cantar. Seguramente la gente se lo va a pasar muy bien. 

¿Cuáles son sus planes futuros?

La temporada pasada fui a todas partes. Estuve dando conciertos en Argentina, en Corea, en Japón, en Australia, en Canadá… Esta temporada le he pedido a mi agente que concentrase mi actividad en Europa. La temporada próxima volveré a hacer y deshacer valijas porque tengo muchos compromisos alrededor del mundo. Tengo previsto alrededor de quince conciertos en Australia y otros tantos en Corea. En lo que respecta a la ópera, participaré en el festival de Göttingen en un muy atractivo pasticcio barroco titulado “Sarrasine” concebido sobre textos de Honoré de Balzac hablando sobre sexualidad y donde yo interpretaré a un personaje, Zambinella, que no se sabe a ciencia cierta si es hombre o mujer.

¿Cómo es su vida cuando no está cantando?

Tengo poco tiempo libre. Viajo mucho y como no soy Taylor Swift que viaja en jet privado, trato en general de tener una conciencia ecología y viajar en tren cuando puedo. La verdad, tengo pocos momentos de ocio… (reflexivo) quizás por eso, como nunca estoy en casa, cuando estoy de regreso disfruto mucho limpiando. (carcajadas).

En nombre de Opera World agradezco el tiempo que nos ha concedido para esta entrevista.