Reconocida como una de las intérpretes más destacadas de su generación, acaba de dar dos recitales en Buenos Aires con una muy buena repercusión de público.
Cuando el público dejó la sala tuvimos unos minutos para conversar sobre música…
– En sus recitales ha interpretado autores europeos de diversos períodos, pero siempre guarda un espacio para los autores argentinos ¿A qué se debe esa presencia?
Me parece fundamental transitar también por los compositores de mi país. Disfruto y me identifico enormemente con aquellos autores universales, seguramente por esa razón, porque son universales y gracias a eso hablan un lenguaje que no tiene fronteras; han logrado llegar a elementos muy esenciales de lo musical. Con los autores argentinos, que son más cercanos en el tiempo además, ya que la música académica argentina se centra básicamente en los últimos 150 años, tenemos mucho para descubrir y somos nosotros, los intérpretes argentinos, los que tenemos mayor cercanía geográfica y cultural para comenzar a difundirlos. Hemos estudiado directamente con ellos o con discípulos de ellos, y eso nos da la posibilidad de «interpretarlos» más allá de la partitura, de interpretarlos también con los detalles no escritos de la música (que frecuentemente son más importantes que lo escrito) y que le da un plus a la ejecución.
– Cómo siente que es la respuesta del público frente al repertorio argentino?
En general se sorprenden bastante. A priori existen muchos preconceptos, muchos prejuicios. Los argentinos nos resistimos a creer que nuestra música académica puede tener un valor semejante a la de otras naciones con más historia en este campo. Y eso hace que se vaya a un concierto con la sensación de que la obra argentina va a ser necesariamente «menor». Eso en el mejor de los casos. Hay gente que directamente no va a escuchar un recital donde sólo haya compositores argentinos. Pero si fue, quedan muy sorprendidos de la calidad de las obras, del lenguaje, de la variedad, del virtuosismo y comienzan a lamentar no haberlas conocido antes.
En el caso del público extranjero que escucha obras argentinas (y que habitualmente es la primera vez que las escuchan) captan muy claramente ese lenguaje nacional. Detectan inmediatamente, a veces con más claridad que nosotros mismos, que la música argentina, aún la más influída por Europa, es distinta. Y les encanta.
– Suele tenerse el prejuicio de considerar que el repertorio argentino es de segunda línea frente al de otros orígenes Qué piensa Ud. al respecto desde el punto de vista estético y técnico?
Justamente completando lo anterior, el prejuicio no permite ver el inmenso caudal de talento que ha tenido y tiene la música argentina. Pretendemos encontrar estilos, criterios, formas de encarar la composición, la expresión, similares a lo conocido en la llamada música «clásica». Y si bien la música argentina tiene una gran influencia europea, no lo es. No es europea. Su búsqueda pasó y pasa por otro lado. Surgió y se nutrió de lo europeo pero también abrevó de otras influencias y finalmente adquirió una personalidad distintiva. Que se conoce poco.
– Encuentran los intérpretes nacionales espacios suficientes para desarrollarse? Qué límites presenta el circuito?
En el caso de los pianistas nos encontramos siempre con el mismo problema. Hay pocos pianos de jerarquía y eso limita la posibilidad de llegar al público con la calidad que un instrumento de nivel puede dar. Además de eso, muchas veces existe bastante resistencia a variar el repertorio, a incorporar nuevas obras y nuevos autores por temor a que el público no vaya, se «asuste» de obras que no conoce y que eso haga fracasar el concierto.
Por suerte quedan también espacios interesantes, muchos de ellos en lugares muy bellos, que continúan ofreciendo programaciones de calidad y que incluyen con toda naturalidad obras argentinas.
– Ud. acostumbra incluir entre sus presentaciones escenarios del Interior del país. Advierte diferencias con Buenos Aires respecto de la demanda y la recepción de la música académica?
La gente está muy ávida de escuchar artistas en vivo, que no siempre tienen la oportunidad de ver. Al mismo tiempo, es necesaria más difusión en nuestras provincias. Los medios de comunicación destinan una ínfima cantidad de tiempo a dar a conocer otros lenguajes musicales, menos comerciales, de manera que el público cada vez conoce menos, especialmente el público más joven.
Al mismo tiempo es fundamental promover y dar a conocer obras, autores, lenguajes de todos los tiempos. Tal vez el formato típico de recital ya vaya quedando caduco; hoy en día la gente necesita vincularse con el artista «de carne y hueso» y no le atrae tanto ver al pianista «mítico», intocable. Lo vivo en mis presentaciones, en muchas de las cuales hago algunos comentarios sobre las obras, los autores, comentarios que sirven para adentrarse con más elementos en el disfrute musical. Y el público lo agradece mucho, el nivel de concentración mejora enormemente.
– En sus próximos compromisos estarán presentes dos nombres mayores de la música: Beethoven y Liszt. Cuál es su mirada sobre dos autores tan frecuentados? Qué interés particular despiertan en Ud. las obras que ejecutará?
Para mí las obras tienen interés cuando existe una identificación con ellas, cuando las vivo, cuando me conectan con algún aspecto emocional. Y no necesariamente una bella melodía, una armonía sugerente o un ritmo impresionante. A veces una composición «árida» me genera un nivel alto de emoción. Es un poco misterioso, pero cuando uno «conecta» es cuando se da la magia. No es un proceso sólo intuitivo, el análisis suele mejorar el vínculo emocional con la partitura (eso sucede con el público también, cuanto más conoce más se vincula con la obra).
Las obras de Franz Liszt son muy pianísticas y muy complejas desde el punto de vista técnico. Pero lo más complejo es conectarse con ellas más allá de eso, es decir, conectarse con lo artístico, con la sensibilidad de este autor, tan interesado en el arte no sólo musical sino literario, plástico y poético, y que frecuentemente intenta relacionar todas esas artes EN la obra musical. Es un verdadero desafío lograrlo, pero da una enorme plenitud.
En el caso de Beethoven es un autor tan visceral, de tanta potencia y cerebro al mismo tiempo, que siempre es un placer tocarlo.
– Sabemos de su interés por la docencia tanto destinada a la formación de músicos como a la de formación de público. Cómo se complementan la intérprete con la docente?
En realidad cada vez más voy creyendo que están sumamente cercanos los dos aspectos. Si pensamos en el docente como «el que muestra», una parte de la interpretación es, en ese sentido, docente. A mí no me resulta, ni me resultó nunca difícil interrelacionar las dos funciones. Es muy gratificante y forma parte de mi personalidad estar atenta a cómo les llega al público o a mis alumnos lo que digo o interpreto al piano. Pero también es cierto que, en el arte, hay un componente de expresión individual que es necesario promover en uno mismo sin los condicionamientos del «qué dirán»…Ése es un verdadero desafío!
– Cuáles son los planes de María Laura Del Pozzo para el presente año?
Tengo varios conciertos en el interior de Argentina y en Buenos Aires también, con un repertorio variado que incluye, obviamente, obras argentinas pero también del repertorio universal.
Al mismo tiempo me hallo trabajando en la edición y lanzamiento de un CD y en la planificación de otro que, esperemos, se pueda concretar en breve.
Por último, estoy también abocada a la producción de un DVD de música académica argentina.