Hay que ser creativo para interpretar la música de otros»
El artista granadino cierra la temporada del Teatro Real como director musical de ‘Il Postino’, la ópera que iba a cantar Plácido Domingo antes de ser hospitalizado.
G. Cappa
-Después de asumir la dirección de la Orquesta de St. Luke’s, ¿ha convertido Nueva York en su centro de operaciones o su carmen en el Albaicín sigue siendo su refugio?
-Vengo menos de lo que quisiera a Granada, pero cada vez que tengo un hueco, aunque sea pequeñito, vengo de cabeza. Tengo mi casa aquí, a mi familia. Me han nombrado embajador de Granada y es algo que me lo tomo muy en serio, es algo muy bonito porque ejerzo de granadino en todo el mundo.
-Cierra la decimosexta temporada del Teatro Real de Madrid con las cinco funciones de Il Postino. ¿Le quedan ya pocos escenarios míticos que pisar?
-Ya he actuado en el Teatro Real en otras ocasiones, pero iba a ser la primera vez que lo haría junto a Plácido Domingo, con el que más adelante voy a grabar un disco. A pesar de la tristeza de no poder trabajar ahora con él, es un privilegio hacerlo con el elenco de la obra. Estamos trabajando con ánimo y pasión. Me hace mucha ilusión volver a actuar en España, cerrando la temporada del Real.
-¿Cómo será ese disco con Plácido Domingo?
-Participará la Orquesta de la Comunidad Valenciana y estará dedicado a Verdi. Tengo mucha suerte, sobre todo ahora que la situación discográfica no es la más propicia, pero tengo multitud de proyectos de grabación. Estoy con Harmonia Mundi y Deutsche Grammophon, discográficas con las que tengo una relación muy estrecha. También hago colaboraciones puntuales con Sony, como en ese futuro disco con Plácido Domingo.
-¿Qué se acerca más a sus sueños de juventud, grabar con Deutsche Grammophon o dirigir a la Filamónica de Berlín, como hizo el pasado año?
-Son dos cosas complementarias, un sueño para cualquiera.
-Por edad, ¿Karajan ha sido su gran referente?
-Es un referente, sin duda, pero yo siempre he tenido muchas influencias, no sólo del gran repertorio sinfónico con Karajan como uno de los grandes referentes, también he crecido con la música antigua, con la polifonía coral, la ópera… Todos los grandes artistas de la historia que han grabado con Deutsche Grammophon son una especie de Olimpo al cual he tenido la suerte de acceder. Me nombraron embajador de la colección Archive, así que imagínese.
-¿Nunca tuvo un referente al que imitar de joven dirigiendo a una orquesta imaginaria con la regla del colegio?
-Siempre he sido de tener muchos referentes y de ser muy crítico a la hora de ver cómo y por qué alguien consigue un determinado sonido o un determinado resultado, saber qué es lo que funciona. Pero nunca he tenido un icono.
-Ha tenido la oportunidad de dirigir bastante música contemporánea, todo un logro siendo de Granada, donde a veces parece que el reloj de la música se paró en el XIX.
-En cualquier ciudad es un reto, siempre lo ha sido. El arte contemporáneo nunca ha tenido las puertas de la cultura oficial abiertas. En Granada, en general, aunque no haya una tradición fuerte en ese sentido, siempre ha habido espacios como el Teatro Alhambra, el ciclo del Centro Guerrero… Además, en la época de Josep Pons al frente de la Orquesta Ciudad de Granada (OCG) se hizo bastante música contemporánea con mucho sentido común. Lo interesante es, en el mismo programa, hacer música contemporánea y combinarla con un autor barroco, combinar la innovación con la tradición y el pasado. Hay que apostar por esto.
-¿Es más gratificante conocer ciudades trabajando que como turista en el sentido clásico?
-No estoy acostumbrado a hacer turismo. Normalmente, si tengo un día intermedio entre un proyecto y otro, me cuesta muchísimo hacer turismo. Yo viajo con mucha responsabilidad, mi visión es la de cualquier ciudadano que desempeña su trabajo y tiene su rutina, lo que pasa es que mi rutina es itinerante, hoy es en Nueva York y mañana en Tokio. Mi rutina es estar en el hotel, estudiar, no tengo la mentalidad de darme un paseo o ir a un museo si estoy en Berlín, prefiero sentirme ciudadano de la ciudad en la que esté, sentirme parte de la vida de esa ciudad…
-¿Es consciente de que cuando anunció que había firmado por la orquesta de Nueva York hubo en Granada una pequeña decepción porque todo el mundo creía que iba a tomar la batuta de la OCG?
-Es verdad que hubo alguna conversación, pero por mi parte no hubo confirmación ni ningún gesto que pudiera interpretarse como que iba a hacerlo. Hubo contactos porque es una orquesta muy importante en mi vida, la quiero muchísimo, pero en la época en la que llegó la propuesta de la OCG ya no podía ni plantearme dirigirla, sobre todo por falta de tiempo.
-¿Conoce a Andrea Marcon, el nuevo director artístico de la OCG?
-La orquesta necesita a una persona como él, alguien muy activo, con ganas de aprender también, alguien muy sensible. Es un artista de talla internacional que va sacar lo mejor de la OCG.
-¿Viajar por el mundo y ser uno de los directores más importante de la actualidad es compatible con preocupaciones como ir a la compra o pasar la ITV al coche?
-En mi rutina de vida tengo que tener toda la intendencia solucionada, todo tiene que funcionar muy bien. Tengo muchas cosas de las que preocuparme. Cuando estoy fuera tengo que tener todo planificado al milímetro, porque acabo un concierto por la noche y a la mañana siguiente tengo que tomar el avión para dirigir en otro país.
-¿Es tan ‘glamourosa’ la vida de un director de orquesta como puede parecer desde fuera?
-Ni mucho menos, tienes que madrugar muchísimo, no tienes horarios, careces de vida privada, tienes que estar muy cerca del auditorio y en el hotel de una manera muy austera y muy concentrado en los conciertos que tienes que dar.
-¿En qué momento de su carrera notó que ya estaba jugando la Champions de los directores?
-Tocar con la Filarmónica de Berlín es un hito para cualquier artista, de repente te das cuenta de que estás al frente de, quizás, la mejor orquesta del mundo. Pero no puedes relajarte y pensar que has llegado algo, porque a la mañana siguiente tienes que ir al ensayo con una responsabilidad muy importante. Nunca he tenido la sensación de haber llegado a ningún sitio, si lo piensas estás perdido, todavía me quedan muchas cosas por aprender. Esta no es una vida cómoda, no es como ganar la final de la Copa de Europa, que es un hecho que se queda ahí para la historia. Yo puedo estar satisfecho por haber tocado en salas importantes y haber dirigido a las mejores orquestas, pero nada más.
-Los aficionados todavía recuerdan que Pons escuchaba a Serrat en el coche. ¿Qué lleva usted en el iPad?
-No oigo mucha música aparte de la que escucho para aprender repertorios. Me gusta disfrutar de la música en directo, hoy toca Esperanza Spalding en Madrid y quiero ir a verla.
-¿No ha sentido aún la necesidad de componer una obra?
-Para nada, no tengo tiempo. No sé si esto cambiará a lo largo de mi vida, de momento me gusta meterme en la piel de otros, interpretar el alma de la música de un compositor es lo que me apasiona. No tengo impulso, fuerza ni espacio para crear algo totalmente personal.
-¿Puede ser que tiene un ego bastante controlado?
-No, ego hay que tener, pero simplemente no tengo un pulso creativo para componer, pero hay que ser creativo para interpretar la música de otros.
-¿Hay que perderle el respeto a los compositores para meterse en su piel?
-No, hay que respetarlos mucho, todo el tiempo, y lo que no hay que hacer es perderles el respeto cuando se gana en confianza. Aunque he hecho mucho Beethoven, Bach, Claudio Monteverdi o Stravinsky, cada vez que revisito una partitura me doy cuenta de lo poco que sabes y aprecias mejor la dimensión de los genios. No hay que tener miedo, pero sí respeto. Hay que ser valiente, arriesgarte.
-Vaya donde vaya recibe unas críticas fabulosas. ¿Tiene a sueldo al gremio de críticos?
-No, aunque reconozco que estoy acostumbrado a las buenas críticas, me tratan muy bien.
-¿Lee las críticas? La mayoría de los artistas lo niegan aunque sí las repasen a hurtadillas…
-Claro que las leo, siempre les doy un vistazo, no soy de esos que evitan leer las críticas a toda costa, si no son tan buenas también hay que leerlas con atención. Vivo siempre pensando en el repertorio, en lo que voy a programar en los próximos años…
-Acaba de actuar en Chicago junto a Marina Heredia interpretando a Falla. Es curioso que este tipo de conciertos no sean del todo habituales aquí.
-Lo hemos hecho en varias ciudades por el mundo y siempre que tengo la oportunidad de hacer Falla lo hago. En Granada nunca se ha cuidado de manera suficiente ni a los artistas ni al patrimonio, pero es una ciudad que seguirá dando figuras. Como en todas las ciudades bonitas hay que salir, ver otras cosas para no perder la perspectiva, hay que viajar para confrontar realidades.
-Aunque un cantaor no tenga la formación musical de un artista como Plácido Domingo, ¿lo suple con la intuición?
-Es otro tipo de lenguaje, pero lo importante es que el artista, ya sea flamenco o músico de jazz, respire y sienta lo que hace, que es lo que distingue a un buen artista.
-¿Qué rasgo como director le está llevando a ser uno de los grandes de la actualidad según la crítica?
-No puedo decirlo, sólo soy el mediador entre el creador y el público. Sólo me interesa que la música pase del compositor al espectador de la manera más pura posible. Es un trabajo muy difícil, hasta el último segundo no comprendes la dimensión completa de una gran obra de arte, requiere toda una vida de trabajo y de dedicación. Si yo hago que la música suene a Pablo me estaría equivocando, tiene que sonar a Bach o Bartók.
-¿Hay algún repertorio que tenga pendiente todavía?
-Respeto todo, pero tengo pendiente empezar a hacer Wagner, por ejemplo, un proyecto inminente. En una vida no se puede abarcar todo el repertorio.