Entrevista al director de escena Federico Figueroa

Una vida entre ópera y zarzuela                                                                          Entrevista director escena Federico Figueroa

El corresponsal de Opera World en Milán, Bernardo Gaitán, entrevistó (28 de febrero de 2024) vía videollamada al director de escena y dramaturgo Federico Figueroa, durante un descanso de los ensayos para la puesta en escena de la zarzuela Veneno es de amor la envidia en el Auditorio Nacional de Música de Madrid, en la que conversó con él sobre la lírica en general y Figueroa ofreció su punto de vista como gestor cultural (actualmente es director artístico del Festival Medinaceli Lírico), difusor de la zarzuela (es fundador y director del Estudio de Zarzuela) y director de escena en Europa y América.

Federico Figueroa, director de escena y dramaturgo / Foto: Manuel Macías

Federico, muchas gracias por tu tiempo.

Todo lo contrario, gracias a ti.

Antes de entrar de lleno al tema de la zarzuela, ¿tú cómo entraste en el mundo de la dirección de escena? Porque normalmente cuando se es joven se dice: “quiero ser cantante” o “quiero ser director de orquesta”, pero casi nadie dice: “yo quiero ser director de escena”. Entrevista director escena Federico Figueroa

Yo nací en Chiapas (México), en un pueblo que se llama Cintalapa, que en el año 2024 y con cerca de 40 mil habitantes ¡no tiene un teatro!, con esto te das una idea del páramo cultural de donde vengo. Tuve la mala, o buena, suerte de tener un problema cardiovascular en mi niñez, por lo que no podía hacer las cosas «normales» que hacían los niños, como jugar al fútbol, corretear o trepar a los árboles. Para entretenerme tenía que leer más que la media. En mi adolescencia, ya viviendo en la capital de Chiapas (Tuxtla Gutiérrez) comencé a tomar clases de teatro y como no tengo un gran talento como actor, mis profesores me recomendaron dedicarme a la dirección. Cambié así mi perspectiva sobre el tema.

Ya en Ciudad de México -un panorama completamente diferente al de Chiapas- me topé con una compañía de zarzuela, en la que fui ayudante del ayudante. Empecé lentamente a hacer algunas pequeñas producciones hasta 1997, año en que me trasladé a vivir a España. Al llegar a un país donde no conocía a nadie, tuve que volver a empezar desde cero, ser ayudante y asistente en donde me llamaran, hasta 2003. En el proceso me formé aquí y allá, ya enfocado en cuestiones artísticas, en Düsseldorf y en Amberes. Fue en el 2004, en un festival veraniego en Gijón cuando dirigí mi primera ópera, Lucia di Lammermoor. Esa ópera es la que realmente me abrió la posibilidad de dedicarme a esto totalmente. Entrevista director escena Federico Figueroa

Una escena de «Lucia di Lammermoor», con Alejandro Roy en el Teatro Jovellanos de Gijón (2004) / Foto: Pier Kramer

¿Cuáles fueron las dificultades que encontraste, para desarrollar tu carrera artística, al llegar a un país donde, aunque se hable el mismo idioma, hay diferencias culturales respecto a tu lugar de origen?

Llegué a España sin muchas expectativas y me atrapó. He probado a vivir en otros países europeos y, aunque al principio pensaba que era chovinismo hispano, ahora lo digo abiertamente: aquí es donde se vive bien. Cuando aterricé en Madrid, yo ya tenía una carrera universitaria (soy ingeniero industrial), hecha un tanto por inercia. En Madrid estudié durante tres años arquitectura, la aparqué y más tarde terminé la carrera, así que también soy arquitecto. Pero en 2004, decir que deseaba dirigir zarzuela causaba espanto en ciertos sectores: ¡un hispanoamericano con acento muy evidente era casi como un chiste! Hasta 2010 solo me podía plantear adentrarme en la ópera. Sin embargo, ese año empecé a dirigir con regularidad zarzuelas en Colombia, y a partir de entonces mi carrera  tomó otro rumbo. Empezaron a llegar las primeras invitaciones para dirigir zarzuelas en Cuba, Costa Rica, Estados Unidos y Andorra, por ejemplo. Nunca di un paso atrás en el empeño. La resiliencia es parte de mi carácter y busqué, hasta que encontré, la fórmula para hacer realidad mi camino. Por ejemplo un estudio de zarzuela. Y este verano voy por la cuarta edición y llevando el concepto a otras ciudades de España. Además tuve la suerte de poder explorar, con pasión, la zarzuela barroca, en donde también me he hecho un hueco. De esta manera, y gracias a compañías privadas (Materlírica) e instituciones universitarias (Universidad Autónoma de Madrid, Florida International University, Universidad de Castilla-La Mancha), pude dirigir zarzuela en España y participar en coloquios profesionales. El año pasado debuté en el festival dedicado a la zarzuela en La Solana con Doña Francisquita. Y estamos a un pasito del estreno de Veneno es de amor la envidia en el Auditorio Nacional de Música de Madrid. A lo largo de la década anterior han cambiado, para bien, las cosas. Se nota, en la lírica por lo menos, que hay una mayor inclusión y apertura hacia este género en todos los sentidos.

Pasando a una parte un poco más técnica, ¿cuál es la diferencia entre trabajar ópera francesa o lírica italiana respecto a la zarzuela? En sentido estricto, ambos géneros son teatro musical.

La ópera más conocida raramente se expresa solo con la palabra. Generalmente va acompañada de un soporte musical. La zarzuela tiene una parte sin música que es esencial. Y esa parte, el texto hablado, demanda factores que algunos cantantes no logran desarrollar o simplemente no tienen o no les interesa. Para empezar, necesita una voz hablada que sea agradable, que corra y llene la sala igual que si estuviera cantando. Si el texto es en verso, y se decide respetarlo, este es otro gran obstáculo para profesionales que solo se han enfocado a cantar y a moverse por el escenario con poca profundidad en el personaje que está interpretando. El texto hablado requiere de una mayor matización, lo cual contribuye sobremanera a perfilar el personaje. En la ópera, con el soporte musical en todo momento, los personajes suelen quedarse en monolíticos más o menos coloreados. La zarzuela es teatro musical exigente, y existen formas muy parecidas en otras tradiciones culturales, como la opereta francesa o vienesa, el singspiel alemán y algunos ejemplos de ópera bufa napolitana, como Don Checcho del compositor Nicola De Giosa, activo en la mitad del XIX. Pero la zarzuela sí pudo «crecer» por la amplitud geográfica de la cultura hispana. Y cada una de estas zonas aportó ingredientes en su construcción para hacerla un poco suya. He trabajado en zarzuelas de autores colombianos (Romance esclavo), mexicanos (Chin Chun Chan), cubanos (Cecilia ValdésMaría la O) y actualmente tengo sobre la mesa una de autores costarricenses. Abundan los títulos en cada país. Y no te cuento del amplio patrimonio del teatro musical hispano del siglo XVII y aún más del XVIII, como la zarzuela Jasón del compositor italiano, afincado en España, Gaetano Brunetti. He colaborado en la puesta en escena de esa obra de 1768 y te aseguro que es una delicia comparable a obras líricas de Haydn.

Todos conocemos títulos como La verbena de la Paloma, Luisa Fernanda o La tabernera del puerto que son títulos relativamente recientes, pero la zarzuela del período barroco sigue siendo bastante desconocida hoy en día. ¿Por qué?

Esto se puede achacar a varios motivos, desde históricos hasta políticos, pasando por factores que tienen que ver con el tejido cultural en España. Desde luego, a lo largo de la historia no ha habido una visión de conjunto a la hora de exhibir el género, ni institucional ni comercialmente. Este surgió a mediados del XVII, partiendo de textos de los más grandes dramaturgos de la época, como Calderón de la Barca y Lope de Vega. Y como todo arte, ha tenido influencia de lo que acontecía a su alrededor, pero siempre manteniendo el acento hispano. De este tema, hoy puede encontrarse, afortunadamente, información de personas doctísimas en la materia. Entrevista director escena Federico Figueroa

Federico Figueroa en un ensayo de «Veneno es de amor la envidia» / Foto: Luis Camacho

Hace unos meses me comentaste que el Gobierno de España declaró a la zarzuela Patrimonio cultural inmaterial y se espera que en París obtenga el reconocimiento de manera universal. ¿Crees que esto ayudará a darle mayor presencia en el mundo lírico?

No tengo duda. La zarzuela ha arrastrado en España, en el último medio siglo un problema de imagen, por cuestiones políticas y culturales. Esta declaración ayudará a limpiar esa imagen. Y poco a poco, es mi deseo, irá por el camino de la ópera, otro género de teatro con música, que hoy goza de muy buena salud porque ha avanzado conforme a la sociedad. Hoy podemos ver un Rigoletto como dicta el libreto o totalmente en contra de él, pero nadie se cuestiona que esa obra vale por sí misma, y el hecho de experimentar con ella es parte de su propia vigencia. A la zarzuela la ha costado renovarse a la par que la sociedad. La declaración de la UNESCO, que ya han conseguido el flamenco, el bolero y el canto lírico italiano entre otros muchos géneros musicales es, para mí, la gran meta a corto plazo para la zarzuela. Sería muy interesante que esta petición tuviera el apoyo gubernamental  de otros países, como Cuba, Colombia, Costa Rica, Venezuela o Filipinas, por citar solo algunos. En esos países se consumió (¡y se sigue consumiendo!) zarzuela y se crearon multitud de títulos.

Has trabajado en zarzuela barroca, clásica, género grande y chico del siglo XIX y XX… ¿Se está haciendo zarzuela contemporánea?

¡Claro! Yo creo que la zarzuela estaba un poco «secuestrada» por quienes solo la ven como un producto de una sociedad que ya no es. Si la hacemos con los ingredientes que tenemos a mano (cantantes líricos de hoy, que son muy buenos actores) y con argumentos de hoy la zarzuela seguirá sumando nuevas obras. Como viene ocurriendo con la ópera. En las décadas de los años 80, 90 y primera década del siglo XXI se crearon algunas obras que pasaron casi desapercibidas. Parece que eso está cambiando, al menos en el plano mediático, con los encargos del Teatro de la Zarzuela. El año pasado, en ese escenario, el mascarón de proa del género, se estrenaron Policías y ladrones Trato de favor. Amados u odiados, ambas obras han dejado huella entre el público y los creadores, con argumentos y música afines a nuestra contemporaneidad. Para mí,  la conclusión es que el género se está actualizando y que hay compositores interesados en volver a hacer zarzuela.

Una escena de la zarzuela "Apolo y Dafne" en Dallas (2023) / Foto: Freya Felgersen
Una escena de la zarzuela «Apolo y Dafne» en Dallas (2023) / Foto: Freya Felgersen

¿Crees que los programadores también están tendiendo puentes a otros puntos geográficos donde anidó la zarzuela? Por ejemplo, tú participaste recientemente en el estreno de La ruta de Don Quijote en Miami. ¿Cómo fue la experiencia de presentar una zarzuela en un país de habla inglesa?

Responderé primero a tu segunda pregunta. La experiencia en mi colaboración para el estreno de La ruta de Don Quijote fue estupenda. Fue una colaboración con la Universidad Internacional de Florida (FIU), liderada por el investigador y director musical Gustavo Sánchez. Se contó con un elenco de solistas originarios de, por lo menos, siete países hispanoparlantes (España, Colombia, Cuba, México, Honduras, Panamá, Perú y Venezuela). Yo hice una versión del libreto, adaptando el texto original de la obra, redactado alrededor de 1931 y con fecha de estreno anunciada en abril de 1932 (que no sucedió), en partes que decía un narrador (yo mismo) y otras interpretadas por los solistas, de tal forma que la obra tuviera un desarrollo dramático fácilmente entendible. Todo en español subtitulado al inglés (lo hablado y lo cantando) y respetando al máximo la idea del compositor, el alicantino Rafael Rodríguez Albert (1902-1979). El resultado fue un gran éxito y quizá pronto estemos hablando de esta obra, que merece toda la atención posible, en una versión escénica completa. De esto se desprende que la respuesta a la otra pregunta: sí, el interés por la zarzuela se está contagiando a otros lugares del mundo. Hay que estar atentos a este fenómeno.

Presentaste también una nueva producción de Doña Francisquita -en el centenario de su creación- en un festival, la Semana de la Zarzuela de La Solana, donde el género vive su faceta más popular. Platícanos un poco sobre la importancia del festival y tu experiencia en el montaje.

La Solana es ejemplo de lo que puede hacer un festival bien gestionado. Es un pueblo de La Mancha, ni el más hermoso ni el más grande. Hace más de 40 años un grupo de personas, con una buena intención y mejor dirección, empezó a representar una zarzuela de manera amateurLa rosa del azafrán, el título más manchego del repertorio. Los creadores de esta obra, compositor y libretistas, se empaparon a fondo de La Mancha (tradiciones, folclore, su cultura en general) para recrearla y consiguieron un gran éxito desde el estreno de la obra, en 1930. La agrupación zarzuelera de La Solana, paso a paso, llevó su proyecto a otra dimensión. Pasó a ser considerada «fiesta de interés regional» y después «de interés nacional». Se fueron proponiendo, además de la tradicional Rosa del azafrán otros títulos, cada vez más profesionales hasta que aparecieron las compañías privadas, esas que han mantenido vivo al género en toda España, con producciones cada vez mejor realizadas y la presencia de algunos solistas de gran calado, como Pedro Lavirgen, Milagros Martín, Luis Cansino… Hoy en día el Festival de La Solana, conocida ya como «la Villa de la Zarzuela» ha traspasado fronteras. Los aficionados «zarzueleros» hispanoamericanos sueñan con él como si se tratara del Festival de Glyndebourne entre los aficionados «operísticos». En La Solana, en una semana de 10 días se representan cuatro o cinto títulos, más o menos los que se hacen en una temporada anual en el Teatro de la Zarzuela. En el 2023, la edición número 40, el «plato fuerte» fue Doña Francisquita y ser partícipe como director de escena de esta nueva producción fue un sueño realizado.

Al final de la representación de «Doña Francisquita» (2023) en La Solana / Foto: José Luis Hernández

¿Cuáles son tus planes para este 2024? ¿Qué proyectos tienes en puerta?

Ahora estoy por estrenar la zarzuela Veneno es de amor la envidia, una zarzuela barroca de Sebastián Durón en el Auditorio Nacional de Madrid. Se trata de un reestreno, pues tiene más de 300 años que no se presenta en escena. Y además puedo mencionar, porque ya están anunciadas públicamente, que hago la puesta en escena de Madama Butterfly en Lisboa y la cuarta edición del Estudio de Zarzuela en Torralba de Calatrava. Hay otros planes, entre los que están otra zarzuela y la posibilidad de concretar un Estudio de Zarzuela en colaboración con otro municipio en España, pero todavía no me dejan dar más detalles.

Para terminar la entrevista como marca mi tradición, cierro con la pregunta, ¿cuál es el aria o romanza de zarzuela que a ti como director de escena te gustaría cantar en el escenario? Entrevista director escena Federico Figueroa

Te confieso (ríe) que cantar no es lo mío, pero no soy nada vergonzoso y soñar es fácil. De zarzuela me encanta «De este apacible rincón», de Luisa Fernanda, por la belleza de su letra y melodía. Y de ópera depende del día, aunque casi siempre «canto», en la ducha, la cabaletta «Sempre libera» de La traviata.

Federico, muchas gracias por la interesante charla sobre la zarzuela y mucho éxito para tus futuros compromisos artísticos.

Muchas gracias a ti por tu tiempo. Entrevista director escena Federico Figueroa