El sábado 25 de marzo, en la iglesia de las Mercedarias de Chueca, Aeterna Musica acogió, en su ciclo Barroca Aeterna, un excepcional paseo musical por la Europa de los siglos xvii y xviii, guiados por la gran interpretación de Sonia Gancedo, Víctor Sordo, Calia Álvarez y Asís Márquez.
Con el título «Escenas musicales en la Europa de la Razón» se celebró el sábado, 25 de marzo, un memorable concierto en la hermosa iglesia barroca de las Mercedarias Góngoras de Madrid, organizado por Aeterna Musica. Ya es significativo el número de conciertos celebrados en esta sede gracias a Aeterna Musica, que siempre ha mostrado su acierto en la elección de temas e intérpretes, de forma que logran una emocionante integración estética entre la belleza barroca de la iglesia y la hermosura de las piezas, mayoritariamente contemporáneas del edificio.
En este caso se trataba de cuatro virtuosos: Sonia Gancedo, una notable contralto, Victor Sordo, un excelente tenor, Celia Álvarez, magnífica intérprete de viola da gamba y Asís Márquez, exquisito clavecinista. Aunque el grupo que componen fue creado en 2016 (incluso de momento no parece tener nombre) todos sus componentes tienen ya una notable experiencia, en diversos ensembles musicales, en España y en Europa y por la calidad de los resultados parecería que llevan mucho más tiempo interpretando juntos.
Si hubiera que destacar un rasgo del concierto, además de la calidad, sería el de la variedad. En primer lugar, porque de los autores del programa algunos son muy conocidos (como Monteverdi, Bach o Haendel), mientras que otros en cambio (como Juan Hidalgo o Tomás de Torrejón) frecuentan mucho menos la programación de conciertos; además, proceden de diferentes países europeos, ya que las piezas se articulaban en cuatro escenas: «Venezia 1600», «Luteranismo en el Sacro Imperio Romano Germánico», «Tonos humanos en la España barroca», «An English oratory» y «Dans la cour française». La variedad se daba también en las combinaciones de voces e instrumentos y en el tipo de música. Así, los cuatro ofrecieron juntos «Pur ti miro» el dúo amoroso que, de forma muy atípica, cierra la ópera L’incoronazione di Poppea de Monteverdi y que habitualmente es interpretado por contralto y contratenor; «O schwerer Gang zum letzten Kampf und Streite!», excelso recitativo de la cantata de Bach Ewigkeit, du Donnerwort (¡Eternidad, atronadora palabra! BWV 60) para el vigésimo cuarto domingo después de la Trinidad; el encantador dúo para la Ascensión Cuando el bien que adoro, villancico para dos voces (normalmente dos sopranos) y continuo de Tomás de Torrejón y Velasco (1644-1728), un compositor de Villarrobledo que alcanzó gran éxito en el Nuevo Mundo, y el magnífico duo «Thou in thy mercy» del oratorio bíblico Israel in Egypt de George Frideric Haendel. En todas las obras se puso de manifiesto la gran calidad de los intérpretes, su versatilidad y su excelente conjunción.
Victor Sordo interpretó la elegante y recogida antífona «Nigra sum» del Vespro de la beata vergine, un texto del Cantar de los Cantares («Negra soy pero hermosa, hijas de Jerusalén. Por ello me amó el rey y me llevó a su alcoba»); La noche tenebrosa una hermosa y triste copla de amor, conservada en un cancionero, de Juan Hidalgo, compositor madrileño (1614-1685) que en 1645 llegó a ser encargado de toda la música de los espectáculos teatrales encargados por la Corte, y otro canto de tristezas de amor, pero en la elegante y estilizada atmósfera del barroco francés: «Bois épais redouble ton ombre» del Amadis, de Jean-Baptiste Lully. Se da la curiosidad de que el tema de este drama en dos actos, hoy escasamente representado, adaptación del Amadis de Gaula de Garci Rodríguez de Montalvo, fue elegido por el propio Luis XIV. El tenor demostró en todas las piezas, además de su variedad de registros, un dominio técnico que se unía a una gran dramaticidad en la interpretación y a un notorio dominio de los matices.
Sonia Gancedo dio muestras de su virtuosismo y sensibilidad tanto en la emocionante aria de La Pasión según san Juan de Bach «Von den Stricken meiner Sünden» («Para desatarme de los lazos de mis pecados, es mi Salvador atado. Y para curar la peste de mis vicios se deja Él herir»), como en la conocidísima y larga aria del Mesías de Haendel «He was despised» («Fue despreciado») que se refiere a la muerte y resurrección de Cristo, y en «O tranquille sommeil» aria del Persée de Lully puesta en boca de Mercurio para adormecer con un sueño encantador a la Medusa. También la contralto supo dominar los registros desde la hondura y dramatismo del canto religioso a la elegante liviandad de la ópera profana.
Asís Márquez interpretó en solitario una pieza de Bernardo Storace, un compositor italiano (h.1637-1707) de cuya vida apenas sabemos nada, salvo que fue vice-maestro de Capilla en Mesina. Se trataba del Aria sopra la spagnoletta un tema con variaciones, de progresiva (en algún caso endiablada) dificultad, que fue resuelto por el intérprete con gran exquisitez y dominio del instrumento.
Calia Álvarez interpretó a la viola da gamba el difícil «Preludio y Giga» de la Suite II para violoncello de Bach, una obra muy exigente, con la que muchos chelistas conocidos no se han atrevido. La interpretación fue soberbia, con un dominio excelente de los tempi y de las transiciones. Asimismo demostró su gran calidad (en este caso excelentemente acompañada por Asís Márquez) con las Folies d’Espagne de Marin Marais (1656-1728), un compositor parisino a cuya popularización contribuyó notablemente Jordi Savall. Se trata de un tema con variaciones, en algún caso muy complicadas, que fueron interpretadas con gran virtuosismo y excelencia en los detalles.
En suma, el público disfrutó enormemente de un variado recorrido musical por las formas religiosas y profanas de la música vocal e instrumental europea entre el siglo xvii y el comienzo del xviii, a cargo de intérpretes virtuosos y plenos de sensibilidad que supieron transmitir sentimientos de belleza en el hermosísimo marco de la iglesia barroca de las Mercedarias Góngoras.
Alberto Bernabé