Espectaculares Daniel Barenboim y Andreas Schafer en el Siegfried de Berlín

Espectaculares Daniel Barenboim y Andreas Schafer en el Siegfried de Berlín
Espectaculares Daniel Barenboim y Andreas Schafer en el Siegfried de Berlín. Foto:Monika Rittershaus

Sigue la Tetralogía wagneriana ofreciendo gran calidad musical, acompañada en esta ocasión por una espectacular prestación vocal por parte del protagonista y por una producción que no molesta.

Daniel Barenboim ha vuelto a ofrecer una brillante lectura de esta ópera de Wagner. Para mi gusto lo mejor fue el espectacular arranque del tercer acto, donde sacó un sonido impresionante de la Staatskapelle Berlín, y toda la escena de la Roca de Brünnhilde, que ha sido lo más inspirado de la representación. Casi al mismo nivel habría que poner el primer acto, que resultó muy brillante. En cambio, en el segundo acto volvió Barenboim a alargar los tiempos y el resultado fue el menos convincente de la ópera. No es fácil mantener el mismo nivel de excelencia a lo largo de las cuatro horas de música de Siegfried, pero Daniel Barenboim nos ha regalado una estupenda versión de la ópera.

Como en las entregas anteriores la producción escénica se debe al director de escena belga Guy Cassiers, que aquí vuelve a meter la danza en escena, aunque de manera más pasajera que lo que lo hiciera en Rheingold. La producción sigue siendo una colaboración de la Scala de Milán y la Staatsoper de Berlin, donde se estrenó en Octubre de 2012. La producción está dominada por proyecciones de video, como en las entregas anteriores, aunque en ésta en forma más acentuada. En el primer acto las proyecciones ofrecen profusión de bandadas de pájaros y numerosas espadas. En el segundo acto son unos árboles y un dragón, que más se adivina que realmente se ve. En el tercer acto, vamos a un paisaje desolado, que cuadra bastante bien con la Roca de Brünnhilde. La escenografía (Guy Cassiers, Enrico Bagnoli) no consiste sino en elementos de atrezzo. Unos cubos para el primer acto, unos árboles para el segundo y una especie de mausoleo para el tercero, que también es lo que mejor funciona. El vestuario (Tim Van Steenbergen) resulta adecuado, con trajes con cueros y plumas. La iluminación (Enrico Bagnoli) no saca el partido debido al ambiente nocturno.

En conjunto, resulta una producción poco atractiva, salvo en el acto III, en el que, al menos, se sale un tanto del ambiente oscuro de los anteriores. La incorporación de unos figurantes-bailarines con espadas no aporta nada en el segundo acto, ni tampoco la joven que representa al Pájaro del Bosque, personaje mudo perfectamente prescindible. A la escena de Erda le falta misterio y la forja de Notung se adivina, ya que no se ve. La dirección de actores no tiene mayor relieve. En conjunto, se puede decir que narra adecuadamente la trama y no molesta, salvo por los figurantes armados en el segundo acto.

El tenor austriaco Andreas Schager ha sido un Siegfried verdaderamente espectacular. La voz es poderosa como pocas, corre con gran facilidad por la sala y supera cualquier obstáculo orquestal que se le pueda poner por delante. Cuando le escuchaba cantar de aquella manera en el primer acto, me preguntaba si sería capaz de llegar así hasta el final. Pues, efectivamente, lo hizo y sin decaer en ningún momento. Una auténtica fuerza de la naturaleza. La voz no es particularmente bella, pero uno se queda impresionado ante la exhibición de facultades. Su canto es casi siempre de fuerza y me pregunto cuánto va a durar. De momento, ahí está y bueno sería que dure, pero tengo muchas dudas de que así sea. Hoy por hoy compite por el cetro de Siegfried con Stephen Gould (voz más bella) y con Stefan Vinke (de voz menos atractiva). De aquel tenor que cantara Rienzi en el Teatro Real hace 4 años al de hoy hay una diferencia enorme.

Espectaculares Daniel Barenboim y Andreas Schafer en el Siegfried de Berlín. Foto:Monika Rittershaus
Espectaculares Daniel Barenboim y Andreas Schafer en el Siegfried de Berlín. Foto:Monika Rittershaus

Brünnhilde volvió a ser la soprano sueca Irene Theorin, que volvió a dar una convincente interpretación, ofreciendo el canto de mayor calidad de toda la ópera en algunos momentos, aunque lo emborrone con unos agudos gritados, que parece que solamente hieren mis oídos, ya que el público o no se entera o no le importa.

Iain Paterson volvió a ser Wotan, ahora en la figura del Wanderer, volviendo a quedar un tanto corto en la zona baja, pero para mi gusto ha sido lo que mejor ha cantado en todo el ciclo.

Stephan Rügamer ha pasado de Loge en Rheingold a Mime en Siegfried. Vocalmente es superior a muchos de sus colegas en este personaje, pero no tiene la soltura escénica de algunos de ellos.

Jochen Schmeckenbecher volvió a repetir su convincente actuación como Alberich.

Anna Larsson repitió su actuación como Erda, demostrando que queda muy corta por abajo, al no ser la contralto que requiere el personaje. Falk Struckmann cumplió con su cometido en Fafner, sin mayor brillantez. Finalmente, el Pájaro del Bosque fue cantado en interno por la soprano Chritina Gansch, cuya voz me pareció un tanto inmadura.

El Teatro Schiller estaba lleno nuevamente y el público mostró su entusiasmo al final de cada acto, así como al final de la representación. Hubo muestras de entusiasmo para Barenboim y Andreas Schager, por encima de todos.

La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración total de 5 horas y 18 minutos, incluyendo dos intermedios. Duración musical de 3 horas y 57 minutos, exactamente igual que cuando Barenboim la dirigió en la Scala, y 11 minutos más lenta que la de Kirill Petrenko en Munich. Ocho minutos de aplausos.

El precio de la localidad más cara era de 135 euros, costando 45 euros la más barata. Por cierto, en este teatro por el precio de la entrada más barata se puede acceder a las últimas filas del patio de butacas.

José M. Irurzun