Estreno póstumo de la ópera “On purge bébé” de Boesmans en Bruselas

“On purge bébé” Boesmans Por Xavier Rivera

Sorprendente estreno en La Monnaie/De Munt de Bruselas

Durante las tres últimas décadas Philippe Boesmans ha sido compositor residente en el teatro de La Monnaie en Bruselas, desde que Gérard Mortier fuese director allí, pasando por el magnífico músico que es Bernard Foccroulle y por el actual dramaturgo Peter de Caluwe, hasta su fallecimiento en abril de este mismo año. De formación relativamente autodidacta, influido en sus inicios por el serialismo y la escuela de Darmstadt, pianista del “Ensemble Musiques Nouvelles”, el equivalente belga del “Ensemble Intercontemporain” de Pierre Boulez, Boesmans ha aportado a la Ópera Nacional de su país no menos de ocho títulos de gran calado dramático, desde La Passion de Gilles sobre la historia trágica de los abusos del caballero medieval Gilles de Rais hasta el más sonriente Pinocchio de los últimos años, pasando por dramas de Strinberg o Shakespeare como Reigen, Wintermärchen (único Boesmans representado en España, en el estreno de la temporada 2003 – 04 del Liceu) o Yvonne, princesse de Bourgogne, estrenado en la Ópera de París en 2015. Para ellos compuso una música colorista, de gran contenido dramático y orquestada con maestría.

Un momento de "On purge bébé" Foto: © Jean-Louis Fernandez
Un momento de «On purge bébé» Foto: © Jean-Louis Fernandez

Influenciado en sus primeras obras por los cursos de Darmstadt y por el denominado “Groupe de Liège” formado por Henri Pousseur, Pierre Froidebise, André Souris y Célestin Deliège, su lenguaje ha ido abandonando progresivamente las rigideces del serialismo para adoptar una escritura cada vez más consonante e influenciada por Puccini, Debussy o Poulenc. Su última obra On purge bébé (Purguemos al nene) escrita poco antes de su defunción y finalizada de hecho de manera notablemente brillante por su alumno y amigo Benoît Mernier, quien ha escrito magistralmente la delirante escena final, nos trae inevitablemente el recuerdo de Verdi y su Falstaff escrito también después de superar su octogésimo aniversario. Se trata de un desafío que se impuso a sí mismo tras asistir a una representación del vodevil homónimo de Georges Feydeau, escrito en los albores del siglo XX, considerando que era imposible escribir una ópera sobre un tema tan provocador, escatológico y de humor corrosivo que funcionó muy bien en los teatros parisinos a principios del siglo XX, convirtiendo a Feydeau, a primera vista un autor menor, en un fenómeno de masas aceptado como un maestro por el “establishment” teatral francés. Se trata de una comedia satírica sobre la educación de un hijo único, consentido y tiránico llamado Toto (lo que sería nuestro «Jaimito»), aquejado de estreñimiento crónico y cuya madre, Mme. de Follavoine (“Avenaloca), pretende tratar con una pócima más o menos mágica que acabarán por ingerir todos los protagonistas del vodevil con excepción del principal interesado. Y con el resultado pardo que era de esperar. Ya en la primera escena asistimos a una inenarrable defecación pública de M. y Mme. Follavoine que nos retrotrae inmediatamente al recuerdo del Le fantôme de la liberté del genial Luis Buñuel o a la poco conocida “Chanson du bébé” de Rossini que evoca también la repetición del número “π” o de la letra “k”, dando inmediatamente el tono provocador y desenfadado que el socarrón Boesmans nos deja como legado póstumo. Acto seguido asistimos a una discusión ortográfica sobre uno de esos incontables homónimos franceses, en la cual las apariencias de las clases acomodadas se desmontan por la ignorancia inefable que muestran ambos burgueses: su grado de instrucción aparecerá tan frágil como la porcelana pretendidamente irrompible de los orinales que el burgués Follavoine trata de encajar al cornudo (cocu tiene en francés una deliciosa sonoridad onomatopéyica que seduce al compositor pero, al mismo tiempo, flota el equívoco sobre cuál de los personajes lo es en realidad)  y condecorado militar Chailloux, encargado a priori de mejorar el pertrecho de las tropas patrias pero que, en realidad, solo pretende fomentar el enriquecimiento mutuo. Algo que -no sé por qué- nos resulta demasiado familiar. “On purge bébé” Boesmans

Un momento de "On purge bébé" Foto: © Jean-Louis Fernandez
Un momento de «On purge bébé» Foto: © Jean-Louis Fernandez

Todo este panorama cuenta con la complicidad incondicional del director de escena, Richard Brunel, autor también del libreto tal y como era habitual en tiempos pasados. La obra provoca la hilaridad del público en numerosas ocasiones y está servida por un panel de artistas fascinante: el barítono Jean-Sébastien Bou como Monsieur de Follavoine es irresistible, despliega una deliciosa candidez primaria y una avidez por el vil metal tan acendrada como despreciable, todo ello con un instrumento bellísimo, sonoro y contundente y una clarísima dicción facilitada por la escritura silábica y transparente de Boesmans. Jodie Devos borda la artificiosa y proto-histérica Mme. de Follavoine. Su caracterización es muy amena y los estratosféricos sobreagudos del personaje le permiten exhibir unos coloridos vocales variadísimos, totalmente infrecuentes a esas tesituras y construir un personaje de burguesa obsesiva y a la vez respondona y sutilmente anticonvencional que desconcierta totalmente a su tan predecible como buen burgués de marido. El laureado militar Aristide Choilloux ha sido estrenado por el joven tenor belga Denzil Delaere, pero en esta ocasión fue el argentino Carlos Natale, excelente actor muy capaz de transmitir la rigidez y la estulticia del “miles gloriosus”, a pesar de varios momentos de dudosa afinación al inicio de su actuación (se estrenaba en ese papel). El reparto lo completan unos excelentes Sophie Pondjiclis y Jérôme Varnier como Clémence Chouilloux y su supuesto amante Horace Truchet, acompañados por una orquesta con nervio y delicadeza bajo la batuta del maestro polaco/libanés Bassem Akiki.

Un momento de "On purge bébé" Foto: © Jean-Louis Fernandez
Un momento de «On purge bébé» Foto: © Jean-Louis Fernandez

No obstante los indiscutibles méritos de la obra y de los intérpretes, uno sale del teatro con la sensación de algo inconcluso o no totalmente rematado. Es difícil definir si se trata del ritmo dramático relativamente irregular de la obra o si realmente es que una risa tan franca casa mal con el elemento lírico y sus vuelos imaginarios. Aquí es todo tangible, evidente (aunque inodoro, ¡afortunadamente!) cuando uno tiene el hábito de soñar despierto en la ópera. Tengo la sensación de que Brunel ha querido poner en escena directamente el texto de Feydeau y no tanto la ópera escrita por el belga sobre ese texto. Está claro que, al poner música a un texto, se le confiere una distancia, una fina ironía en este caso que el compositor subraya con citas de Mendelssohn o Wagner y con efectos orquestales categóricos. En cambio, para Brunel la preocupación predominante sea la comicidad intrínseca del texto en una visión clásica de vodevil y casi ignorando las sutilezas que la música puede aportar. Y le sobra talento y autoridad para hacerlo al ser el propio libretista. El debate está servido: ¿Prima la musica? ¿Dopo le parole?


16 de diciembre de 2022, Bruselas (Théâtre de la Monnaie / De Munt) On purge bébé Música: Philippe Boesmans. Libreto: Richard Brunel.

Dirección musical: BASSEM AKIKI. Dirección escénica: RICHARD BRUNEL. Escenografía: ETIENNE PLUSS. Vestuario: BRUNO DE LAVENÈRE. Iluminación: LAURENT CASTAINGT. Dramaturgia: CATHERINE AILLOUD-NICOLAS.

Bastien Follavoine: JEAN-SÉBASTIEN BOU. Julie Follavoine: JODIE DEVOS. Aristide Chouilloux: CARLOS NATALE.  Clémence Chouilloux: SOPHIE PONDJICLIS. Horace Truchet: JÉRÔME VARNIER.  Toto: TIBOR OCKENFELS. Toto (de niño): AURÉLIO GAMBOA DOS SANTOS.